Por Alejandrina Argüelles
Por Alejandrina Argüelles
En una impecable nota publicada en El Litoral, el arquitecto Luis Müller se refería a la casilla instalada frente al Molino Fábrica Cultural, que se había ubicado allí en febrero de 2021 para hacer visible un plan gubernamental de boleto gratuito. Aseguraron las autoridades que era una estructura provisoria que se sacaría en 60 días. De más está decir que han pasado varios "60 días" y el artefacto sigue allí, lugar "ideal" para publicidad oficial, aunque arruinando el valioso edificio recuperado en otros tiempos.
Si me refiero a ello no es solamente por el chiringuito publicitario, sino por la lapidaria cuan cierta aseveración de Müller: "Para los ciudadanos lo peor es acostumbrarse". Eso y el olvido, es lo mismo.
La ciudad de Santa Fe, nuestra querida ciudad de Santa Fe, es hoy una mugre, una expresión de abandono y desinterés tanto de los que gobiernan como también de gran parte de los habitantes: no hay trabajo y cuidado de los responsables, pero falta también educación escolar y ciudadana, y campañas y sanciones diversas. Hay basura por todos lados, basureros llenos, caca de perro en todas partes. A eso se suman las quejas de lectores de este diario así como de twiteadores y demás usuarios de redes, referidas a distintos barrios de la ciudad donde, aseguran, es imposible habitar con un mínimo de decoro.
Vengan y vean
¿Qué es lo que ven hoy algunos osados turistas? Ni digamos edificios patrimoniales en semi (o total) abandono, que es tema de por sí solo. Además de lo dicho, voy por dos o tres ejemplos de la parte céntrica, por donde transitarían, esquivando roturas y deposiciones varias, los tan ansiados turistas.
Por ejemplo Plaza Fragata Sarmiento, frente al Teatro Municipal. Paso por allí con frecuencia. Jamás vi un placero o placera (en realidad alguna vez vi uno apoyado en la escoba, charlando), baldeando las veredas que ostentan una importante capa de caca de palomas. Hay que llevar los pobres animalitos a su hábitat natural, podar los árboles y ¡fregar las veredas!
No sólo eso: allí hay dos bustos innominados. Uno es, inconfundiblemente, el de Carlos Gardel. Y el que está a su lado parecería ser el del pintor Francisco Pucinelli. Ambos están cubiertos de lo que depositan las aves, aunque como protección alguien embolsó a Gardel con un plástico, que ya fue retirado, presumiblemente por algún vecino. Una anécdota al paso: hace un tiempo, tal vez en prepandemia, le pregunté a la encargada de la casilla de Turismo allí ubicada de quién era el busto sin nombre y me contestó rápidamente: "Es la Fragata Sarmiento". Pero no, le expliqué, "es un busto, la cabeza de un señor"… "ah, no sé", dijo muy suelta, "la plaza se llama Fragata Sarmiento" (¿?).
Pero, qué podemos esperar si en la plaza 25 de Mayo, con un entorno teóricamente custodiado (Casa de Gobierno, Legislatura, lo poco patrimonial que va quedando), han robado los biguás y demás adornos de las fuentes, los aldabones del museo, la tapa de una urna en la Catedral… amén de las constantes quejas de vecinos por invasión de vendedores de "merca".
Supo haber en nuestro municipio una repartición que se ocupaba de cortar yuyos, regar árboles y plantas, había placeras y placeros limpiando y cuidando… Hace unos meses se anunció la recuperación de estos espacios, recuperación necesaria tras el abandono a que fueron sometidos sin causa, porque la pandemia ya no sirve como excusa. Pero con pintar un poco y reinaugurar para la foto no basta. Es como si en cada casa los ocupantes limpiaran una vez al año solamente. Debe ser un trabajo continuo.
Y las calles poceadas… ¡Mejor volvamos al empedrado! Además las acciones de control se dirigen generalmente a la recaudación por estacionamiento en lugares no permitidos, o lo que marque un radar. Nada orientado a que se respeten normas de circulación de todo tipo de vehículos.
Y en cuanto a las veredas, caminar es realizar un equilibrio entre roturas, deposiciones y basura, a lo que se agregan las numerosas entradas de garajes particulares, de edificios y de estacionamientos, totalmente fuera de regla. Se hace bandera de la inclusión, pero nadie con una discapacidad mínima, puede andar por nuestras aceras. Todavía no entiendo por qué si son de uso público es el propietario el responsable de su mantenimiento, pero ya que se ha establecido así, es de esperar que los cerebros pensantes del Concejo puedan ver la manera de arreglarlas compulsivamente y pasar la factura, o algo así.
Pero no todo es municipal
En San Jerónimo al 1900, vereda oeste, existe una casa teóricamente de valor patrimonial. Es un edificio de circa 1930, vivienda familiar primero, luego fue de la UTN, luego de la Provincia. Estuvo intrusada (o lo está); es el reino de ratones y alimañas, la vereda es inexistente como tal: enangostada por los tabiques que pretenden disimular el deterioro, intransitable por lo rota y por los vecinos que ponen la basura. Da asco pasar por allí. Ya casi no importa si es parte del patrimonio. Mientras, la Provincia sigue anunciando obras que se harían alguna vez, pero no arregla este manchón ciudadano.
En calle Juan de Garay y 1° de Mayo está una sede del Ministerio de ¿Salud? Es la imagen de lo insalubre: acumulan diariamente unas ocho o diez bolsas de basura que están allí toda la tarde, a merced de vecinos, rompedores de bolsas y perros. No hay contenedor, pese a que es una vereda ancha (en general las reparticiones oficiales de distinto orden ignoran lo de poner contenedores, pero a los vecinos sí se les pide).
El edificio en sí también es una mugre: descascarado, falto de limpieza en todo su entorno, veredas completamente rotas. Hasta hace poco había yuyos y plantas silvestres en lo alto, que fueron sacadas, por suerte, pero que se ven por toda la ciudad, no sólo en edificios públicos, también en particulares e iglesias.
Mientras tanto, los ocupantes de los lugares a que accedieron momentáneamente (léase funcionarios diversos) están enfocados en hacer anuncios en pos de lograr buena imagen y futuros votos: "se hará", "se licitará", "se recuperará". ¿Y si empiezan por lo que ya hay? ¿Si primero hacen y después anuncian?
Escribo por compulsión y con poca esperanza de ver una reacción concreta y eficaz. ¿Será que estoy entrando, como muchos, en el camino de acostumbrarnos a esta decadencia?