Santa Fe luchó por su autonomía contra Buenos Aires desde 1815, periodo en el que Estanislao López desempeñó una actuación descollante, tanto en la defensa del territorio contra las invasiones de 1818 y 1819, como en la etapa ofensiva de 1820, que culminó en las batallas de Cepeda y El Gamonal. El resultado fue la caída del Directorio (monárquico y centralista) y el establecimiento de bases de convivencia con Buenos Aires en los tratados del Pilar y de Benegas, junto a importantes indemnizaciones económicas que recompusieron los diezmados rebaños de la provincia.
Reproducción de ambas caras de la medalla de oro otorgada a Estanislao López por la Sala de Representantes santafesina el 4 de mayo de 1835 (acuñada en 1836), tal como se la presenta en la obra "Historia de los Premios Militares-República Argentina", Buenos Aires, 1910 (Tomo II, página 177). Gentileza
El Tratado de Benegas contó con el apoyo de otras provincias y estaba en marcha la convocatoria a un congreso en Córdoba, cuando el siguiente ataque provino de un agresor impensado: el "Supremo entrerriano" Francisco Ramírez, que cruzó el Paraná en 1821 y fue derrotado por López en las Lomas de Coronda en cumplimiento de los tratados suscriptos con Buenos Aires.
Un sable, medallas, títulos y tierras
La pacificación regional garantizada por López hizo posible la firma del Tratado del Cuadrilátero en el caluroso enero santafesino de 1822. Se iniciaba una etapa de paz y de prosperidad que alentaba el desarrollo del comercio y la recomposición social y administrativa de la provincia. Había llegado el momento del reconocimiento al gran triunfador de la hora y desde Buenos Aires llegaron las primeras muestras con una carta del gobernador Martín Rodríguez del 13 de febrero. Con ella remitía la valiosa espada con vaina y empuñadura de oro que le había otorgado el Cabildo de Buenos Aires en reconocimiento a las paces acordadas en Benegas. López agradeció el obsequio diciendo que no la desenvainaría jamás, "sino para sostener los sagrados derechos de la patria".
Retrato del Brig. Gral. Estanislao López, perteneciente al Museo Histórico provincial. Se encuentra en la Casa de López. Gentileza
Como es lógico, fue su provincia la que mayores honores le tributara. En ese mismo año de 1822 la Legislatura santafesina le otorga el grado de Brigadier General y una medalla de oro orlada de diamantes con la leyenda "La provincia grata al héroe Estanislao, siempre victorioso en su defensa". En 1835 la misma Sala de Representantes le dirige nuevos reconocimientos, entre ellos la declaración de "Ciudadano benemérito en grado heroico" junto al título de "Restaurador del Norte". También se le distingue con otra medalla de oro en la que se grabaron las armas de la provincia y la inscripción "La provincia de Santa Fe al Restaurador del Norte", a lo que se sumaba "una suerte de estancia de tres leguas de frente y cuatro de fondo, dejando a su elección el lugar".
Las provincias de Salta, Tucumán, Jujuy y Catamarca le reconocieron el grado de Brigadier General en 1836, máxima jerarquía por entonces que, a falta de un Estado Nacional, le había conferido Santa Fe en 1822 y que le fue reconocida por Manuel Dorrego como director de la guerra con Brasil, por la Convención Nacional cuando le otorgó el mando del Ejército de las Provincias Federales que operó en 1829 contra la insurrección de Lavalle y por la Comisión Representativa de las provincias litorales creada por el Pacto Federal de 1831, cuando también le confirió el mando militar para enfrentar a la liga de nueve provincias que seguían al General José María Paz.
"Campeón de la Nación Argentina"
La expresión de "héroe" dirigida a su persona era común entre quienes interactuaron con Estanislao López, como es el caso de Manuel López, gobernador de Córdoba, quien en correspondencia con los gobernadores del Noroeste les informa sobre la salud del santafesino en 1837 a quien menciona como el "héroe e ilustre campeón de la Nación Argentina". Juan Manuel de Rosas, por su parte, en combinación con Pascual Echagüe gobernador de Santa Fe, manda a confeccionar en 1846 una gran placa de mármol para cubrir la tumba de López en el convento de San Francisco de Santa Fe en la que lo define como "Esclarecido guerrero de la libertad y héroe glorioso de la Confederación".
Las manifestaciones de admiración de Rosas hacia López ya se habían mostrado cuando hizo que Pedro de Angelis escribiera su biografía en 1830 y que lo retratara Carlos Enrique Pellegrini el mismo año. También en los grandes agasajos oficiales que le dirigió durante su estadía en Buenos Aires en enero de 1837, en los cuidados que le prodigó su médico personal a causa de su delicada salud, y en el hecho de que se exhibiera un cuadro con su figura en el fuerte de Buenos Aires.
Estas cosas molestaban al Brigadier López. A regañadientes aceptó lo del retrato, pero posando con ropa de paisano, ya que sostuvo que vestía de uniforme una vez al año. "Solo su amistad -le escribía a Rosas- pudo hacerme hacer este sacrificio; yo no me considero acreedor a figurar en el mundo entre los hombres de mérito; conozco mi pequeñez en esta línea y por lo mismo no deja de serme bochornoso entrar en este rol".
Campanas de duelo y su nombre en la pirámide de Mayo
Al producirse el fallecimiento del Brigadier, el 15 de junio de 1838, las campanas de las cuatro iglesias de la ciudad marcaron el duelo de la provincia, acompasadas -dice Ramón Lassaga- por los disparos de cañón que se sucedieron cada cuarto de hora. Una compañía de infantería hizo guardia en la casa mortuoria y a las 10 de la mañana siguiente, el ataúd que contenía los restos del gobernador fue trasladado a la Iglesia de la Merced donde se celebró una misa solemne. A las tres de la tarde se le dio sepultura en el Convento de San Francisco amortajado con el hábito de la Orden. Las ceremonias religiosas y militares se sucedieron por varios días. Había muerto el decano de los gobernantes argentinos.
El mismo día del fallecimiento, la noticia llegó a Paraná. Consecuentemente, el gobernador de Entre Ríos, Pascual Echagüe, que debía su cargo al general López, dictó un Decreto en el que se disponía la celebración de una misa solemne a las 10 de la mañana del día 17, y se ordenaba que todo el personal civil y militar de la provincia llevara luto durante tres días. Aclaró que mientras se celebrara la misa dispuesta, se mantendrían cerradas las "casa de trato" (prostíbulos).
Llama la atención que las honras fúnebres dispuestas el 17 de noviembre del mismo año por el fallecimiento de Encarnación Ezcurra, esposa de Juan Manuel de Rosas, fueran notoriamente más importantes. ¿Influyó en ello el serio distanciamiento que se había producido entre ambos gobernadores desde 1836? Fuera como fuese, cuando Echagüe pasó a ser gobernador de Santa Fe, dispuso en 1843 que en todas las oficinas del Estado se tendría a la vista el retrato "del ilustre finado Brigadier Nacional D. Estanislao López".
La muerte de López afectó grandemente a Rosas, quien debió prever las serias consecuencias que su ausencia traería en la armonía regional. El 30 de junio de 1838 dictó un decreto de honores póstumos en el que se disponían tres días de luto para los empleados civiles y militares, la celebración de exequias religiosas en la Catedral de Buenos Aires y la inscripción del nombre del Brigadier en la Pirámide de la Plaza de la Victoria en cada una de las fiestas cívicas. Era la misma pirámide en cuya reja habían atado sus caballos los caudillos vencedores de Cepeda, luego de la firma del Tratado del Pilar.
El decreto también disponía la fabricación de la lápida de mármol que cubriría la tumba de López en Santa Fe, asunto que demoraría en llevarse a cabo, ya que recién fue colocada en su sitio en 1846 y es la que hoy está fija en un muro del templo junto a la urna que conserva los restos de uno de los hombres más relevantes de la política argentina de su tiempo.
(*) Contenidos producidos para El Litoral desde la Junta Provincial de Estudios Históricos.