Cuando Santa Fe se detuvo al ritmo de la cuarentena obligatoria por el Covid-19
El gobierno de Alberto Fernández decretó el aislamiento obligatorio desde las 0 del 20 de marzo de 2020 como un intento de frenar el avance de contagio de coronavirus. El inicio de una extensa cuarentena.
El tradicional paseo de bulevar Gálvez, sólo con una ronda policial. Foto: Flavio Raina
“Una mañana diferente”, se usó aquel 20 de marzo temprano por la mañana para describir lo que sucedía. Santa Fe, Argentina y el mundo daban respuestas heterogéneas a una pandemia. Claro, la anterior había ocurrido 100 años atrás y nadie se imaginaba que volvería a ocurrir.
Desde las 0 del 20 de marzo de 2020, el presidente de entonces Alberto Fernández decretó aislamiento obligatorio como un intento de frenar los contagios de coronavirus. De a poco, el Covid-19 se metía en Argentina y el encierro parecía ser la única arma por esos días.
El ritmo de la capital santafesina fue similar a un feriado, a un Viernes Santo. Todo cerrado, sólo actividades esenciales y fundamentales. Sin escuelas, bancos, oficinas públicas y actividades profesionales. Sólo abrieron farmacias, supermercados y hospitales. Todos y cada uno portando dos elementos que se instalarían por largos meses: barbijo y alcohol en gel.
La peatonal San Martín norte, vacía. Foto: Flavio Raina.
Primer pantallazo
Lejos del bullicio, las frenadas y bocinazos, las calles de la ciudad de Santa Fe aquel 20 de marzo de 2020 se mostraron tranquilas. Donde el silencio imperaba en la primera mañana, donde antes había ruidos molestos, una aparente paz reinaba.
Corredores como bulevar (Gálvez y Pellegrini), Aristóbulo del Valle y Rivadavia, solo por mencionar algunos fueron escenario de una primera recorrida de El Litoral. Casi nadie en la calle. La mayoría cumplió con el mandato “Quedate en casa”. Incluso a riesgo de perder dinero, el empleo y a costa del deterioro psicológico, como con el correr del tiempo se comprobó.
Aparecieron entonces las distintas categorías de “esenciales”, aquellos que podían circular (permiso en mano, luego en el celular) por las calles de las ciudades temerosas del coronavirus. Santa Fe no fue la excepción. Los negocios que lograron mantener abiertas sus puertas, recibían a los vecinos con estrictas medidas de seguridad. Góndolas vacías y nulas filas para pagar, por ejemplo.
Se inauguró también por aquellos tiempos la modalidad de trabajo remoto. En El Litoral ya teníamos incorporado este régimen pero sólo para casos puntuales. Sin embargo, de la noche a la mañana, la mayoría del personal debió implementar el “home office”. Todo un desafío para una redacción dispersarse en el hogar de cada uno, incluso en ciudades o localidades aledañas.
Rivadavia, de habitual tránsito denso casi sin movimiento. Foto: Flavio Raina
Adentro el hombre, terreno para la fauna
Con el correr de la cuarentena obligatoria, recorrieron imágenes a lo largo del mundo del “recupero” por parte de animales autóctonos de los espacios públicos “ganados” por los humanos. Con la gente en casa y sin la densa actividad diaria, irrumpieron distintas especies en las calles.
En el caso de Santa Fe, se vieron carpinchos, aguará guazú e incluso ciervos axis deambulando por una capital provincial prácticamente vacía y quieta. Fue pintoresco ver a lobos de mar “apoderándose” del puerto de Mar del Plata.
Una de la tantas imágenes que llamó la atención. Los canales de Venecia transparentes. Reuters.
Lo que siguió
Sin una defensa clara, la regla fue el resguardo. Sin una vacuna a la vista, las autoridades políticas de aquel entonces optaron por el encierro. Lo que siguió después fueron eternas semanas y meses de extensión de la cuarentena.
Cuando en el horizonte se vieron los primeros atisbos de una dosis que frene al coronavirus, comenzaron los planes de apertura al tiempo que se diagramó un plan de vacunación masivo. En el medio, las cuestiones políticas que no perdieron la oportunidad de hacer, precisamente, política.
Por solo mencionar algunos, el escándalo de Olivos con una celebración en plena cuarentena; las detenciones arbitrarias en distintos puntos del país; el vacunatorio llamado “VIP” por la elección de aquellos amigos del poder que recibieron la dosis antes que la sociedad a pie; entre otros.
Pasaron cinco años de aquel inicio de semanas tumultuosas. Donde se hizo complicado circular por las calles, se vivió con un temor latente de ser contagiado. Y con imágenes impactantes, propias y ajenas de la cantidad de fallecidos a raíz del “maldito” virus. Muchas enseñanzas, costumbres que dejaron de serlo y nuevas modalidades para la vida cotidiana.
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