Cada vez hago más propia la copla de Don Ata, a veces me dan ganas de cantarla y, esto es confesión, a solas me animo. Define tan bien: "Tanto torearlo al destino, el destino lo 'pialó'./ Volvía buscando pampa, como vuelve un trovador,/ Contemplando las gramillas, por esos campos de Dios,/ Volvía buscando pampa, como vuelve un trovador,/ Rico de lindas riquezas: guitarra, amigos, canción./ En la mitad del camino se le cansó el corazón/ Y entró de golpe al silencio, y el silencio lo tapó./ (…)/ Lo mentaron algún tiempo el Peón, el Estibador,/ El Hombre de Siete Oficios, los paisanos del Frontón, / Y como la vida tiene su ley y su sinrazón,/ Le fue llegando el olvido, y el olvido lo tapó".
Torre de Marfil
Transcribo un texto de Beatriz Sarlo del año 2013:
"Existe, sin embargo, en esta trama complicada de datos sociales, económicos y culturales, un factor casi indispensable para que se libere la furia de muchos y se prolongue durante horas. La ciudad, el pueblo, el barrio debe estar 'liberado', como se dice cuando la policía se ausenta. Esa fue la voz de orden que circuló con la multiplicadora lógica del rumor, para que se desencadenara lo que escandalizó a todos los que estábamos lejos y aterró a quienes lo vivieron directamente (…)".
"La desigualdad social, el desempleo, el subempleo, la marginalidad no explican por qué sucedió lo que sucedió esa noche. Tampoco hay que ser un partidario de la execrable 'mano dura' para reconocer que la ausencia de policía fue la bandera verde. ¿Qué quiero decir? Una protesta social o sindical no se suspende porque haya policía ni se realiza porque no la haya. Lo que puede suceder es que se modifiquen sus tácticas, se cambien desplazamientos, los manifestantes se protejan de modos diferentes (...)"
"El día que una manifestación social se suspenda porque hay policía cerca estaremos volviendo al espectral pasado de las dictaduras. Un saqueo, en cambio, tiene lugar cuando existe la percepción, la noticia, el trascendido o la seguridad de que no habrá policía cerca. El día en que haya un saqueo con policía cerca, habremos llegado al tope de la miseria y la necesidad. Es interesante que nos entretengamos con el análisis de una cultura de la violencia (…)".
La nota abre con un párrafo con el que se deberían cerrar muchos análisis hoy, hoy mismo: "Nueva prueba, si es que faltaba alguna, de la eficacia de las redes sociales. Orgullosos del 'alto saqueo', varios postearon en Facebook las fotos de su botín. Esto prueba que algunos de los participantes en la fiesta violenta les otorgan a las redes un poder de comunicación que entusiasmará a quienes las estudian (y a los expertos policiales que pueden rastrearlas). Por allí pasa todo: el gesto satisfecho del saqueador, la condena, la investigación".
La leí y la conocí. Le dijeron una vez que vino a Rosario. Vamos a ese programa. Es un periodista que termina las frases y sabe quién es Platón. Trajecito sastre, zapatos delicados. Hablamos de varias cosas, siempre en desacuerdo, hasta que dijo: "Es notable que con usted compartamos el principio de incertidumbre". Rió y sonreí, en un estudio de radio donde todos escuchaban, no miraban telefonitos. Ya saliendo hacia la puerta mientras el locutor decía "seguimos en la vereda de enfrente" y sonaba un disco en los parlantes de monitoreo le pregunté: ¿Qué hacemos con el correntino (Carlos) Altamirano? "Viejos tiempos que son buenos porque no vuelven", contestó.
Sonrió. Fue su respuesta. Sonreír. De mi parte demasiado para mi estatura. Tal vez era simplemente intento de crueldad. Fue su pareja con mucho de teoría en ambos. Insistí: "Pertenezco a un peronismo sin destino". Me aclara: "Se equivoca, los que lo miramos bien de cerca sabemos que con ustedes cambió todo lo que se sabía, hasta de filosofía, pero sin ustedes no hubiese existido el siglo que estamos discutiendo, porque eso lograron, la discusión… y la censura que tanto les gusta". Pareció apasionarse pero se corrigió sola: "Es Altamirano el que sostiene que el peronismo acabó con el marxismo y el socialismo en Argentina, no soy yo… me parece que el peronismo nos volvió un poco más irracionales". Sonrió y se la llevaron a una charla.
Cuando se repasa quiénes firmaron en Puntos de Vista. Cuando se observa quiénes en Revista Unidos se contempla una torreta en la contienda callejera antes que una torre de marfil. No es desde la torreta desde donde se respira el aire de la contienda, es desde ese sitio que se asiste a la contienda respirando el aire de la calle… sin estar en la calle. Está bien: alguien tiene que pensar dónde vamos. Y ahí aparece Atahualpa. El destino "la pialó". Siguen esos versos: "la mentaron algún tiempo". Es obligatoriamente incierto Yupanqui sobre el definitivo olvido. Otra vez: principio de incertidumbre. ¿Ya la olvidaron? ¿No dejó huellas? ¿Las huellas en pocos, al menos en pocos con fervor, es algo válido? No me lo pregunten, soy periodista, soy el que hace las preguntas.
Torre de Plástico
Toda la "inteligentzia" argentina se reía. Los "bien pensantes" también. Los intelectuales bifrontes la usaban para las cachetadas en público. Era una casa llena de pajarracos, de animales, muchas fieras sueltas. Algún perico enjaulado. Hablaba con las tortugas y con un flamenco. Las retaba y aconsejaba. Era una galería externa y me ofertó café o té, dije mate cocido y lo trajo. Era de "colador". No era un sachet. Caserito el mate cocido. Ella, Isabel Sarli, lo trajo.
"De qué quiere hablar, hay poco que contar… no soy pareja de Armando, ni siquiera tenemos muchos papeles de negocios firmados, solo los elementales. Yo hago los pagos cuando filmamos exteriores. Hacemos cine argentino bien honesto", preguntó. Durante mucho tiempo conservé la tapa de Mundo Argentino de 1955, con la banda de Miss Argentina cruzándole el pecho. Recuerdo el nombre del director de esa revista. Años después pidieron una nota para el hermano de aquel funcionario, también peronista y cantor de tangos. Mal cantor. Hombre grande ya (sobre 1974). Un cantor más. Una nota más por pedido de la Dirección.
Cuando terminó la nota me dijo: "¿Querés una casa en Hurlingham, estamos armando un barrio?" Dije que no. Eran dos hermanos, estaban en Bienestar Social, territorio de José López Rega. El director ya no era Ernesto Sábato. Ese es otro que bien baila, fue director de esta revista, de Editorial Haynes, en la década del 50 ("Todos tenemos un amor, que nos complica la vidaaaaa", canción, grupo La Mosca, el mismo de la marcha del Mundial de Qatar, del tercer mundial que ganamos).
Hablar con Isabel Sarli era -al menos allí me quedo- hablar con dos mujeres. Una era ella, tan auténtica que asombraba por la cuidada inocencia y la absoluta liviandad de propósitos. Era ciertamente lo que decía: "¿Usted que pretende de mí?", mientras la cámara la mostraba medio desnuda (bah, desnuda y de perfil) sobre una media res dentro de un camión frigorífico.
"Tome el mate cocido… qué le voy a decir si usted sabe todo, nos censuraron, nos quitaron los créditos, nosotros hacemos películas argentinas con denuncia social, mostramos a los isleros, los paraguayos. Los injustos capataces, mostramos la explotación y eso no les gusta a los que mandan, por eso lo pelean a Armando, también a mí. De mí dicen cualquier cosa y usted ve, vivo con mi mamá y rodeada de animales". ¿Por qué la enredadera de esta glorieta es de plástico? "Da mejor en las fotos y no se llena de bichos, la lavamos con agua jabón".
Hace años y años que pasaron estos "flashes de la memoria", todo en esta Argentina que compartieron La Sarlo y La Sarli. La petisita fallecida hace poco. "La Coca" ahí, antes de 2020. Era divertido cuando los descuidados, un poco por ignorancia y otro poco también, las confundían. Creo que la frase que dice La Sarli sobre la razón de la enredadera de plástico, algo imperdonable para una glorieta en Palermo, explica la desesperación filosófica de La Sarlo por racionalizar el peronismo sin caer en la tentación de insistir, con la tozudez del lúcido, que debería existir un peronismo occidental y horizontal: "Da mejor en las fotos, no se llena de bichos, la lavamos con agua y jabón".
Beatriz nunca pudo decir eso. Era inútil, porque ella sabía qué sucedería con el peronismo de verdad: regar, que venga el bicherío y que se seque en el otoño para reverdecer. Igual. Insistencia contra la obstinación. "Ostinato Rigore". No quería, La Sarli, con su glorieta y la enredadera, los malos tiempos del otoño y la mugre. Era el inútil esfuerzo por disfrazar el peronismo, a quien dedicaba su mirada existencial La Sarlo. Beatriz no lo hizo. Era la inútil explicación que una enredadera de plástico es mejor indicando la verdadera vida de Isabel Sarli. "La Coca" sí lo hizo.
Nota: a Isabel Sarli le debemos (después de Fanny Navarro) los primeros desnudos del cine nacional. A Beatriz, que personajes como Lilita Carrió o CFK queden tan cerca de lo que son: enredaderas de plástico del pensamiento occidental. "Lo mentaron algún tiempo el Peón, el Estibador,/ El Hombre de Siete Oficios, los paisanos del Frontón,/ Y como la vida tiene su ley y su sinrazón,/ Le fue llegando el olvido, y el olvido lo tapó". Ejem. A Don Ata le pasó lo mismo.
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