Lionel Scaloni es "un gringo del barrio". Quiero decir, una familia del sur santafesino que labura y que vive por estos pagos. Abuelos inmigrantes, laburo, esperar los buenos tiempos, apostar al trabajo y darle y darle. Conocen a su familia por estos pagos. Afectos y un modo de expresar esos afectos. Claudio "Chiqui" Tapia es una cuestión de Estado burocrático, amistades, solidaridades, negocios, parentescos y casualidades inconducentes pero muy efectivas. Muy efectivas.
De un maquiavélico florentino como era Julio Grondona a un hombre con este porte y esta catadura. Resulta fácil aceptar que el mundo de "Chiqui" Tapia no es aquel donde creció Scaloni, y que el concepto del sur santafesino sobre cosecha, sembradíos, maquinarias y negocios no es el de quien maneja la AFA y algunos arrabales de las "Grandes Ligas".
Cómo pudieron suceder los encuentros entre ambos y qué rara conjunción de planetas reunió a los tremendos jugadores, el azar de una pierna o un penal, la obcecación de Scaloni en mitad de un adiós tremebundo como el de Jorge Sampaoli, y la existencia de ese galeote del submundo subido al timón, es el facto que confirma la existencia de algo que, si bien no decide, puede sugerir cosas desde un sitio más allá de las casualidades.
Dios existe, esa sería la frase adecuada. Pero se cansa, sería la conclusión. Y cuando se habla de fútbol se menciona una pasión que atravesó el milenio, se trasladó del siglo XX al siglo XXI con un agregado arrasador: universalidad de eso, de la pasión y del negocio que genera, se abunda al decirlo pero es necesario por si alguno está distraído. Negocio.
Scaloni, y esto es algo verdaderamente central, debe decirle adiós a los viejitos que tienen las tabas en mal estado: Lionel Messi, Ángel Di María y otros. Fueron y son los héroes, pero ya caminan, no corren y cuando corren llegan tarde. Deben irse. No se lo puede decir. Tal vez deba buscarse ahí la verdadera historia de la tristeza de Scaloni. Por eso quiere irse con ellos. Resulta obvio entender: Tapia aparece tan solo en un país que se derrumba. Un madero en mitad del naufragio. No sirve para construir nada, apenas para respirar hasta el salvataje.
Volvamos: Dios existe, ojalá no se canse de nosotros. El caso de Francisco Bergoglio en el papado pone las cosas en otra dimensión. El Papa es la figura argentina más importante de todos los tiempos. No hay un valor igual en el mundo simbólico. En el real tampoco. Reparemos en que encontrar unidad en lo simbólico y lo práctico, en lo estructural, es difícil. El Papa es eso con un agregado: vive la diaria. Simbolismo, mundo práctico y uso de la coyuntura. El Papa es único. Ni el Dalai Lama ni sus parientes…con todo respeto. Simbólicos pocos, eso sí, prácticos y coyunturales a la vez que simbólicos y milenarios… poco y nada para comparar. Es el Papa.
El Papa solo llamó telefónicamente, después del triunfo electoral, a Joe Biden. El llamado a Javier Milei es el segundo que hace. Primer argumento: Francisco es argentino, hijo de inmigrantes, pero profundamente nacional y popular (¿Guardia de Hierro?). Segundo argumento: sabe que Milei está sentado sobre un volcán.
Pongamos las cosas en letritas negras sobre el fondo blanco de la página: el 50% del país está muy mal. El 20% está más o menos y el 30% paga impuestos y se queja de que todo anda mal. El 44 % votó al peronismo y se quejará como si Milei -desde hoy- se convirtiera en el culpable de los desastres de doce años de CFK, MM y AF (este último un arlequín a quien terminó de despintar Sergio Tomás Massa). En Buenos Aires trabajan mediáticamente para eso. Todos los males al que vendrá. Y a violentar las calles, los trabajos, el país.
El Papa lo sabe y lo ve. Le pareció sensato dejar sentado su gesto. Recibís un despelote Javier, te perdono las ofensas, no actuaré en tu contra y no pueden actuar en mi nombre. Ya saben que conversamos sin mediadores. El presidente electo recibió el llamado del papa por estas razones y una más: el aborto y la posición del grupo libertario en favor de las dos vidas. Puede agregarse que Francisco no tuvo trato con Massa y que, si bien está en los hombres de fe el perdón, no es sencillo olvidar que NK y CFK no iban a los Te Deum en la Catedral por una sola razón: Pancho Bergoglio.
Milei será culpable, por detentar el cargo, de lo que se llama inercia inflacionaria y, acaso, la continuidad de la desastrosa conducción económica; Argentina es muy difícil de manejar, la continuidad de variables económicas que nos hacen diferentes vuelven dificultosa cualquier explicación sobre el cómo llegamos y cómo salimos de esto. No hay parto sin dolor para estas cosas.
El combo Estado Elefante y coimero junto a empresarios "coimeadores" y avivados da una resultante difícil. Se agrega gremios que viven de amenazar con más líos en la calle y políticos que gestaron, con su mal ejemplo popular, un voto mayoritario (popular, si, popular… contra los "populares") que les dijo basta, hay que cambiar, sin saber muy bien cómo hacerlo y qué resultará. Eso es Milei: "Cambiemos, pero no sabemos qué resultará". Hemos parido, entre todos, una queja que es un quejido equivocado pero apabullante. Un animal aullador atraviesa la sociedad argentina. El aullido fue del 56% directo.
A esto debe agregarse CFK. No pretendo imponer mi lectura sobre los hechos, pero es necesario puntualizarlo: CFK tiene todavía el poder residual de un peronismo en retroceso y concentración. Una provincia, algunos de sus gobernantes, sectores de la estructura y de las cajas económicas, un determinado ejercicio sobre el poder legislativo.
En el 40% del país, en la provincia país, Buenos Aires, el peronismo tiene mando real por los suyos. De hijos de carne y hueso a hijos políticos. Todo sucede con su representación. Suelen mentarla para "desfazer entuertos": muchos utilizan el "me manda Cristina". Kicillof es la incógnita: ¿Los hijos se liberarán mañana de la tutela de la casa familiar? Algunos analistas suponen que ya se la menciona como una estampita de San Cayetano detrás de la puerta de entrada, pero la actividad diaria desmiente la figura de -otra vez- lo simbólico.
CFK es un símbolo de un peronismo que se va y una reinterpretación que se viene. Con su sucesora no hizo un desplante o caprichito. No puede imaginarse a una Super Star recibiendo a una plebeya partidaria de cuestiones menores y muy duras. Victoria Villarreal es una plebeya entrando al palacio. Tendrá que darse cuenta ella y el resto del mundo: soy la SuperStars. La diva soy yo.
Lo justo no tiene reveses y la "Justicia Social" es una deuda sobre cualquier patrimonio discursivo. Tal vez de imposible cumplimiento, pero esto no le quita poder de ensoñación y de bandera. Es tan alocado como evidente que se menciona a la Justicia Social como un patrimonio del peronismo y es CFK la representante más apreciada de ese sector. El argumento central de la queja a Milei pasará por allí. El fin de la Justicia social… que ahora no está pero que mañana será culpa del que, por nuestra culpa, vendrá. Una palabra para Elisa Carrió: Adiós.
Argentina es, en estos días entre reinados, en este interregno de CFK/AF/SM pasando el mando a JM (¿sin MM?) un país que se derrumba y este derrumbe, esta caída que anunciaron tanto… finalmente sucederá. Ya sucede. Reconozcamos que todos lo anunciaban porque era una verdad tan inevitable como el paso del día a la noche, se quiera o no y se anuncie o no igual, sucede y sucede, y es así, caramba es así: el país que estaba se derrumba.
Inflación, pobreza… crueles destinos, callejones sin salida. Mal. Todo mal. Argentina se derrumba. Esta caída incluye a Cristina y a su singular comportamiento como vicepresidenta en ejercicio, tan singular que la vuelve única. Su traspaso de mando es único y nótese, es de un mandato popular a otro mandato popular. Queda su núcleo ígneo de peronismo y por fuera lo que también es inevitable. El recambio.
Argentina es el país del Papa. Un valor simbólico inapelable y una coyuntura que, como jesuita, sabe que debe usarse. Trabajar sobre las estructuras para mejorarlas, para cambiarlas, para volverlas favorables. Favorables al bien común y la palabra de Dios, claro está. El Papa está más lúcido que los políticos que, en mitad de la polvareda, no ven el camino.
Argentina es el país del "Chiqui" Tapia. En su nombre, en su figura, en su porte la inevitable referencia a lo que es, el señor Tapia es la respuesta a la pregunta central: ¿Qué pasa con el deporte que más pasiones nos despierta?
Argentina es el país de Cristina. No es una estampita, en mitad de una serie de caciquejos que no entienden la gravedad y un presidente solitario es la última Super Stars en la Argentina que se derrumba. Aconsejaría recordar la frase de Juan Domingo Perón: "Esto lo arreglamos entre todos…o no lo arregla nadie". El Papa parece que es el único que entiende, desde donde su realidad lo define: viejo, sabio y lejano.