Escrito en la década del 30, en la primera mitad del siglo XX, el tango "Cambalache" va para sus primeros 100 años y sigue siendo inatajable. La frase completa, parte de la estrofa central, "Que falta de respeto, que atropello a la razón, cualquiera es un señor… cualquiera es un ladrón (…)", es tan clara que quedamos liberados de explicarla. Refiere al siglo XX, del que da testimonio su autor.
Ya en 1926, Enrique Discépolo dio señales clarísimas, con su tango "Que vachaché" , donde definía claramente: "El verdadero amor se ahogó en la sopa, la panza es reina y el dinero es Dios (…)". No logramos salir del más importante "retratador" (permítanme inventar una palabreja) que sigue con lo suyo: retratar su sociedad. Si Discépolo está vigente es por su visión al retratarnos… y por nuestra persistencia en sostener aquella fotografía que tomó el poeta.
Un acontecimiento, en este tumultuoso mayo, tiene dos o tres escenarios y un solo problema verdadero: la falta de respeto y el atropello a la razón. En una zona de la Casa de Gobierno, la "Casa Rosada" (ejem, recordemos, ni rojos, ni blancos, pintemos la unidad: rosada) el presidente Javier Milei, con un discurso lleno de yerros y de aseveraciones fantasiosas sobre quién era mejor (en oposiciones, insisto, fantasiosas), se preguntaba, interrogaba y planteaba con rango de ukase que Alberdi, Sarmiento, Roca –no son calles, son aquellos que dieron nombre a las calles- eran mejores que otros.
En el transcurso del referido acto, Milei puso, o repuso (todo es confuso), el busto del ex presidente Carlos Saúl Menem. Es necesario detenerse en esta situación: no estaba el busto de Menem entre los bustos de los ex presidentes. Vamos más al fondo de nuestra incoherencia, olvido, enfermedad (algo siquiátrico nos altera, estamos con "estados alterados") vamos al fondo y repitamos: no estaba el busto de Carlos Saúl Menem en un sitio destinado a exhibir los bustos de los ex presidentes.
Exijo que se lea y se entienda lo siguiente: tres veces, por el voto popular, tres veces (se incluye la de voto a Convencional Constituyente), el pueblo argentino le dijo sí a Menem. Constitucionalmente esto no tiene dos lecturas: voto popular, mayoría, presidencia; después, voto popular, mayoría, presidencia. ¿Qué se quiere decir, gestualmente, cuando se niega esa realidad que el voto popular consagra como lo que es: mandato de la mayoría?
Sobre el mismo acto, los yerros históricos y sus digresiones fantasiosas ponen a Milei en el ridículo de creer que unos son buenos y otros malos según su criterio. Su acotación sobre "Sarmiento un loco" e inmediatamente lo autoreferencial, "a mí me dicen loco", escapa del protocolo, pero también de la racionalidad.
Todos fueron, todos deben estar. Punto. ¿Qué trae al presente su evocación alterada? Solo respondería al juego eficaz de la distracción con discusiones laterales y sin obligación de compra, pero si de lo dicho: distracción. Si fuese examen de cuanto conoce del tema (presidencias, historias, biografías) es sencillo: no conoce nada.
Es difícil pelear al Dios Cronos. Es muy monárquico, muy Luis XIV y Luis XV, alterar los almanaques. También muy "napoleónico". Si hay un Salón de Ex Presidentes, la más elemental de las secuencias es la del almanaque. Es necesario advertirlo: no se respeta. Y si no se respeta el almanaque, la señal que se da es esa: es irrespetuoso. Qué falta de respeto, que atropello a la razón.
En el mismo acto dos cuestiones que deben agregarse, acaso tres. Fernando De la Rúa, Néstor Kirchner, María Estela Martínez de Perón. Otra vez lo obvio: el voto popular. No hay modo de explicar la unidad de CFK y Javier Milei en un punto: el olvido de "Isabelita". Tal parece que la detestan del mismo modo. No estamos para sicologismos, somos muy ignorantes del tema, basta decir que llama la atención que ambos nieguen un hecho que la historia no puede ocultar.
Desde el 1 de julio de 1974, día de su muerte, a Juan Domingo Perón lo sucede la vicepresidenta consagrada por el voto popular (el 64%... ¿alcanza?). La misma a la que un golpe de Estado, el del 24 de marzo de 1976, desplaza. Es tan alocado, tan para que los analistas usen el diván y la teoría, que es ese 24 de marzo, cuando claramente aparecen los rasgos dictatoriales y criminales del Partido Militar, el que se consagra como el día de luto y de memoria. Derrocan a un gobierno democrático que preside María Estela Martínez de Perón.
Los que consagraron ese día responden a una aseveración: "En una vidriera irrespetuosa se ha mezclao la vida (…)". Olvidan a la derrocada, presa y condenada… y luego condenada al destierro. Que Milei ignora, puede ser, pero que CFK ignore, no puede ser. Esto es deliberado y es eso: una falta de respeto. Un pecado concebido que no busca el perdón. CFK es imperdonable.
Sí, Cristina es imperdonable. La imprescriptibilidad de su parcialidad se muestra en un acontecimiento, sobre mayo, que apunta a lo mismo. En una casona a la que redenominaron "Instituto Patria", de alto costo de mantenimiento pero muy activa, la señora CFK reinauguró un Salón de Mujeres Argentinas. De Mercedes Sosa a Alicia Moreau de Justo, los retratos, retirados de Casa Rosada, muestran lo disparatado de Milei y lo arbitrario de la señora CFK. El disparate de Milei parece un juego de ida y vuelta con CFK. Él los quita, ella los reubica.
En esa reinauguración temporal, que fue un acto al que solo se invitó a mujeres cercanas a Cristina (solo mujeres, ejem, solo mujeres), la señora dijo que ella no era feminista (¿? Y… sí, eso dijo varias veces). Además, para despegarse de las acusaciones de Milei, que califica a la oposición como radical/socialista/comunista, dijo que ella no era comunista, que el tiempo de esas categorías era viejo y que eso ya había desaparecido con la caída del Muro de Berlín (debería dispersarme en estas reflexiones hacia Francis Fukuyama, el liberalismo, el mismísimo Menem y aquel mundo de los 90… donde ella estuvo).
Cristina también mencionó algunas de las mujeres retratadas y colgadas, esas piezas, en las paredes de la sala preparada a tal efecto. Atención, digo atención: no estaba "Isabelita". Milei solo reproduce conducta cuando olvida a la primer presidenta de los argentinos y desafía con un elogio excesivo cuando sostiene a Menem como el mejor presidente… o uno de los mejores. Vamos de nuevo: reproduce y/o desafía en relación con el concepto del Grupo Kirchner sobre ambas cuestiones.
Mujeres ejemplares y categorización de Menem. Para Menem el olvido, para "La Chabela" también. Tanto Milei como Cristina, la desafiada que acepta el convite, bailan una misma polca: la de la arbitrariedad y el absolutismo. Y CFK es parte, por lo tanto, del juego de distracciones donde el presidente resulta divertido y absolutamente cruel con la historia, que absuelve, lapida, pero finalmente pone en secuencia a todos. Los libros de historia no pueden ni podrán toquetearse tanto.
Hay otro ítem donde conjugan CFK y JM. Alteran (un tanto, algo) el final de la letra del tango: "Es lo mismo el que labura, noche y día como un buey, que el que vive de los otros… que el que mata, que el que cura o está fuera de la ley". El idioma rechina con esa redacción. Pero el meollo es este: si el 49% de los argentinos es pobre (último semestre, Universidad Di Tella) por una acumulación que lleva muchos años se sigue en la misma senda y la alteración es evidente: no era y no es lo mismo el que labura. Claramente no es lo mismo y eso atropella a la razón.
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