Días atrás acompañé a mis nietos a ver "Intensa Mente 2". En la película de Pixar-Disney, uno de los momentos más imaginativos sucede cuando las emociones de la protagonista Riley desencadenan una "tormenta de ideas" para encontrar la manera de ayudar a la conflictuada púber. Participé de numerosas reuniones, en hospitales, sociedades científicas, ministerios, en dónde se buscaba encontrar soluciones a diferentes problemas de salud.
Alex Faickney Osborn. Publicista estadounidense que a partir de su observación de la práctica cotidiana se convirtió en un teórico de la creatividad. Creador del denominado "Método para la solución creativa de problemas".
En esos encuentros no era extraño que alguno de los participantes propusiera: ¡Hagamos una lluvia de ideas! Por lo general, los allí reunidos se sumaban entusiastas a la invitación para generar una "lluvia o tormenta de ideas". La propuesta sonaba atractiva, inteligente, aunque ninguno se animara a reconocer que no le quedaba claro cómo era el procedimiento para "fabricar esa lluvia". La magnitud del apoyo a la "tormenta" solía ser inversamente proporcional al nivel de conocimiento del grupo sobre el asunto por el que habían sido convocados. Es decir, cuando nadie tenía idea de cómo resolver la dificultad... ¡la adhesión a la "lluvia" resultaba unánime!
A mediados del siglo XX, en Estados Unidos, Alex Osborn (1888-1966) propuso un "Método para la Solución Creativa de Problemas", el brainstorming, o sea: la "tormenta de ideas". El plan consistía en reunir a un grupo de entre cuatro a doce personas que debían proponer libremente muchas ideas, para luego escoger las mejores.
Osborn afirmaba que las opiniones creativas surgidas de la interacción de un grupo no estructurado eran más y mejores que las que los individuos podían elaborar trabajando en forma independiente. Para lograrlo, él señalaba que era muy importante seguir estas consignas: 1) Libertad para proponer cualquier idea, aunque esta sonara imposible. 2) Generar muchas propuestas, cincuenta o más. 3) Los participantes podían usar las ideas de los demás, para modificarlas. 4) Era esencial no permitir ningún comentario crítico. La evaluación se realizaba otro día.
Lo interesante es que Osborn no era especialista en neurociencias, él dirigía una muy exitosa agencia de publicidad. Puede ser que la "tormenta de ideas" funcionara para realizar la propaganda de productos de consumo masivo y así aumentar sus ventas. Por lo menos, no cabe duda de que para la comercialización de sus publicaciones, el método fue exitoso.
En 1949 y 1953, respectivamente, alcanzaron la lista de best sellers "Tu poder creativo" e "Imaginación aplicada", dos libros dónde Osborn difundió su técnica para generar una cadena de ideas originales, en un ambiente relajado. Pero … ¿Resulta eficaz esta "tormenta o lluvia de ideas"? La primera prueba al método de Osborn se realizó en 1958, en la Universidad de Yale. A doce grupos, de cuatro estudiantes cada uno, se les encargó que solucionaran acertijos siguiendo las pautas del brainstorming. Como control, los investigadores entregaron los mismos acertijos a cuarenta y ocho estudiantes, para que los resolvieran solos.
A estos últimos se les ocurrió, aproximadamente, el doble de soluciones que a los grupos de "lluvia de ideas" y los jueces opinaron que sus propuestas habían sido más factibles y efectivas. Los estudiosos de Yale, entonces, concluyeron: "La 'tormenta de ideas' no promueve el potencial del grupo, sino que hace que cada individuo sea menos creativo. Sin embargo, en distintos ámbitos -académicos, científicos, empresarios y políticos-, 'continuó lloviendo' (...)".
En 2003, Charlan Nemeth, profesora de Psicología de la Universidad de California, cuestionó la eficacia del brainstorming. Junto a investigadores franceses, Nemeth y sus colaboradores, compararon cómo resolvían el mismo problema grupos de estudiantes a los que se les pidió seguir los pasos de la "tormenta de ideas" (sin criticar), con otros estudiantes a los que se les indicó debatir, e incluso criticar, las ideas de los demás integrantes del grupo (con debate).
Los resultados fueron significativamente mejores en los grupos con debate. La ineficacia de la lluvia de ideas deriva de lo que Osborn pensaba que era lo más importante: "no criticar". Esta parece ser una estrategia contraproducente. Los resultados mostraron que el debate y la crítica no inhiben las ideas, sino que las estimulan en relación con cualquier otra condición.
A propósito de ello, Nemeth, opinó: "Existe un concepto demasiado optimista sobre qué para trabajar en grupo lo más importante es llevarse bien, no herir los sentimientos de nadie. Eso está mal ...la disidencia estimula nuevas ideas porque nos anima a comprometernos más plenamente con el trabajo de los demás y a reevaluar nuestros puntos de vista".
Las diferencias auténticas promueven la búsqueda de más información y soluciones creativas. Por lo tanto, donde existen diferencias, estas deben expresarse, confrontarse y explorarse. Durante la próxima reunión en el hospital, el ministerio o en la sociedad científica, ante una sequía de ideas, cuando escuche "¡Hagamos una 'tormenta'!" ... ¡Usted abra el paraguas y desaliéntela!
A cambio, sugiera que cada uno reúna la mayor cantidad de datos sobre el problema, para luego proponer distintas tácticas sobre cómo afrontarlo. Y sin temor, proponga debatir los pros y contras de cada idea. No se levante de la reunión hasta que no quede claro quiénes serán los encargados de llevar adelante cada parte del plan, en qué tiempo y cómo se evaluarán los resultados. Si bien el éxito nunca está asegurado, es esa la mejor estrategia para solucionar problemas. Aunque no llueva.
Ah, me olvidaba... ¿Qué me pareció "Intensa Mente 2"? La recomiendo. Para cualquier edad.
(*) Médico pediatra. Ex director de Docencia e Investigación del Hospital de Niños Dr. Orlando Alassia de Santa Fe