Por Alberto Cohan (*)
Por Alberto Cohan (*)
(*) Fundador y presidente de la Asociación Civil Río Paraná. Miembro del Club Político Argentino. Miembro fundador de Profesores Republicanos.
Mario Vargas Llosa en su célebre novela “Conversación en La Catedral” se pregunta ¿en qué momento se había jodido el Perú? Parafraseándolo, nosotros podemos preguntarnos: ¿en qué momento se nos jodió la República? Quizás nunca se jodió, quizás nunca la perdimos, porque quizás nunca llegamos a alcanzarla.
¿Quién sabe? En este momento que vive el mundo, un mundo más autocrático, donde las dictaduras rusa y china se alían para reivindicar a sus regímenes, para cuestionar los sistemas democráticos occidentales. Donde, con motivo de la cuarentena primero y de la guerra ahora, vemos un evidente retroceso de la libertad y de los principios democráticos.
Quizás sea el mejor momento para revalorizar y rescatar los valores republicanos. Los mismos que permitieron crecer virtuosamente a la humanidad, dejando atrás a las monarquías absolutas, a la servidumbre y a la esclavitud.
Cuando más se posterga reconocer una pérdida, más difícil es superarla, reaccionar y reconstruir la situación querida o ansiada. Cuanto más uno se demora en reconocerla y más se ocupa de tratar de retener lo perdido, uno se engaña, se enoja, se siente impotente, realiza acciones inconducentes.
Quiere rescatar lo imposible y todo eso no lo deja avanzar hacia la reconstrucción. Se buscan soluciones e implementar recetas ya fracasadas y evidentemente el resultado es el mismo: el fracaso, nuevamente la frustración. Se niega la realidad, llevando adelante acciones que solo nos hacen mal a nosotros mismos.
¿Cómo dejar de seguir tratando de retener lo perdido, asumir la pérdida y recuperar lo deseado? Cuando se mantiene esta actitud, quizás no seamos conscientes de que estamos negando una realidad. Por el contrario, parece buena idea seguir batallando en una guerra que no se percibe ni acepta perdida, evadiendo tener que enfrentarnos al espejo y reconocer lo que estamos viendo.
Esto es una situación a todas luces irracional, no tiene ningún sentido hacer algo inconducente, pero las personas nos enganchamos en un círculo sin solución de continuidad, debido a la incapacidad para manejar situaciones negativas donde la decepción y el dolor que nos puede producir las hacen insoportables.
Esto no es un defecto del carácter o una maldición misteriosa que ha caído en nuestra habilidad para reconocer situaciones no queridas, sino una manera de enfrentar circunstancias desafiantes que violentan nuestros más profundos valores morales.
Tenemos que atender las urgencias y se da primacía a las cosas de todos los días olvidándose del largo plazo. “En el largo plazo estamos todos muertos” diría, en una de las frases más lapidarias de la ética pública, el planificador Keynes.
Solo vemos el presente inmediato, diagnosticamos, compartimos diagnósticos, hacemos analogías con situaciones pasadas, compartimos artículos, “whasappeamos”, saturamos las redes, obteniendo pequeñas recompensas de nuestros “seguidores”, lo que nos lleva a repetir esta secuencia de eventos y permanecer en una conducta que fácilmente se convierte en un hábito crónico.
Tenemos que salir rápidamente de esta situación, alcanzar la etapa de aceptación de la pérdida cuanto antes, de esta forma vamos a poder reconstruir lo perdido.
Queridos conciudadanos, aceptemos la realidad que tenemos enfrente: hemos perdido la República, los hechos así lo certifican. La división de poderes es un nostálgico recuerdo de una “bolilla” de la vieja Instrucción Cívica de la secundaria; los ataques a lo que queda de la Justicia aún no cooptada son permanentes; el “Poder” Legislativo es una ramplona y deslucida imagen de otra época; es el borroso recuerdo de las mentes que lo pergeñaron y que se van perdiendo y esfumando.
El personaje que encarna el Poder Ejecutivo, inefable, patético, encuentra justificación para pedir la despenalización del consumo de drogas en la toxicidad del tabaco y del alcohol. Incapaz de sostener una idea virtuosa, nos avergüenza a cada minuto ante el mundo.
Amigos, concluyamos el duelo, dejemos el luto, solo entonces vamos a poder actuar para reconstruir la República perdida hace tiempo.