La disolución de la Unión Soviética dio lugar a la conformación formal de Ucrania como Estado independiente, con una Nación que se reconoce ucraniana dentro de los límites territoriales para su desarrollo institucional. Pasaron 32 años de aquel hito necesario para la vida en libertad; pero la lucha continúa.
Rusia busca, al menos de hecho, desde 2014 volver para sí parte del territorio ucraniano, con la forzada e ilegal anexión de Crimea a su administración. Un paso más allá fue en 2022, cuando decidió invadir a gran escala el país vecino.
Mirá tambiénTragedia en el aire: Rusia confirma la muerte de Yevgueni Prigozhin, líder del grupo Wagner“Desnazificación”, “liberación” y “justicia” son algunos términos que utiliza el Kremlin para justificar el lanzamiento de una de las guerras más sangrientas del Siglo XXI. En esa línea, denomina como una mera Operación Militar Especial lo que en realidad -está a la vista- es el intento de copamiento de la estructura estatal de otro país.
No es excluyente de conocedores militares que un "ejército de liberación" no violaría a mujeres o niños; no lanzaría misiles de largo alcance contra zonas residenciales, educativas u hospitalarias; no intentaría obligar a los ciudadanos locales a hablar en otro idioma. Pero, por sobre todas las cosas, no haría flamear su propia bandera en un territorio que le es ajeno.
Mirá tambiénOleada de ataques con drones de Ucrania sobre territorio de RusiaEl último párrafo es una síntesis que demuestra que Vladimir Putin y sus cómplices no buscan liberar Ucrania, sino apropiarse de ella. No es solamente una conclusión empírica por los hechos acontecidos, es un eco de las diversas declaraciones del presidente ruso en ese sentido, con supuestos históricos.
En su intento, el Kremlin no contó con un factor determinante: la voluntad y el espíritu independentista que hierve en la sangre del pueblo ucraniano con la misma fuerza que en 1991. Esa actitud no solamente se ve a través de los discursos y acciones del más alto nivel político, sino -y principalmente- en cada acción que los vecinos llevan adelante para defender su identidad nacional.
Los soldados desplegados, profesionales y voluntarios, son la primera línea de esa resistencia. Sin embargo, el trabajo de campo de este medio permite saber que, desde las mujeres que entrelazan redes de enmascaramiento para enviar al frente; pasando por quienes fabrican drones o máquinas para potabilizar agua; considerando aquellos que envían ayuda desde el exterior y llegando hasta aquellos que sostienen sus actividades lo mayormente normal posible para el funcionamiento de su país, son el claro ejemplo de resiliencia, entrega y sacrificio de defensa de su Patria, íntegra y completa, hasta las últimas consecuencias. Esa voluntad, contagiosa, exige que todos los amantes del mundo libre y democrático sean parte.
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