El 7 por ciento de inflación en el mes de agosto que el Indec informó la semana que pasó, no hace más que profundizar el malestar social producto de la pérdida del poder de compra de los salarios, pone de manifiesto las dificultades que tiene el gobierno para afrontar con algún tipo éxito lo que todos consideran es el problema que más preocupa a la gente y genera todo tipo de dificultades en el sector productivo al que, sin previsibilidad y precios estables, se le hace muy difícil mantener el ritmo de producción sin saber, por ejemplo, cuánto costarán los insumos el mes que viene.
Una de las expresiones más escuchadas por buena parte de quienes están leyendo esta nota, más allá del agobio que genera vivir sin saber cuanto cuestan las cosas y la angustia de no llegar a fin de mes para buena parte de la sociedad, es que los argentinos estamos acostumbrados a vivir con inflación alta.
Esto es cierto, como también lo es que pone irascible al ciudadano más tranquilo por más experiencias vividas que tenga sobre sus espaldas, y despierta en la memoria histórica imágenes y recuerdos sobre lo mal que terminaron estas situaciones, sobre todo cuando quienes se encargaron de "arreglarlo" no tienen entre sus principales intereses "el costo social del ajuste" y dejan a su paso una nueva generación de pobres que terminan convirtiéndose en estructurales.
Claramente este clima social, que no solamente tiene su origen en la inflación pero que es la hoy que se lleva la mayor parte, se ve reflejado en las encuestas de opinión que ponen al gobierno en mínimos históricos: siete de cada diez argentinos desaprueban la gestión y consideran que el país va en un mal rumbo, como lo reflejó la difundida el fin de semana la encuestadora de Paola Zuban y Gustavo Córdoba.
Para enfrentar este creciente clima de malestar, también verificado en la intención de voto donde las dos fuerzas mayoritarias no suman el 60% según la misma encuesta, el gobierno ha habilitado la discusión paritaria permanente y enfatizado algunas expresiones de deseos respecto a que los salarios le van a ganar a la inflación, lo que no es ve reflejado en la vida cotidiana. Salvo un grupo minoritario de argentinos, el resto ha tenido que ir ajustando para abajo sus gastos cotidianos porque no alcanza.
Tampoco sirve ya focalizar las causas del proceso inflacionario en las consecuencias de la pandemia y la invasión de Ucrania por parte de Rusia. Que han tenido una influencia muy importante nadie lo duda. Y no solo aquí, basta leer los portales de noticias del resto del mundo para informarse de lo que está sucediendo. De hecho, se esperaba para el mes pasado una baja de la inflación en Estados Unidos, lo que no sucedió.
Ahora, ¿qué tiene que ver la guerra con el aumento de más del 100 por ciento en el último año de las prendas de vestir, como lo informó el Indec? En la provincia de Santa Fe los aumentos de tres dígitos en este rubro ya se verificaron en las mediciones interanuales de junio y julio y no hubo ninguna explicación real y ni siquiera verosímil para la comprensión de la mayoría sobre las causas de este despropósito.
Un trabajo difundido en su cuenta de twitter por el economista Federico Glustein muestra que, tomando como base enero del 2020 la inflación acumulada en el país hasta agosto del 2022 fue del 214%, mientras que el rubro prendas de vestir y calzados aumentó el 348%. Pocos hacen tanto para justificar las aperturas indiscriminadas que ordenan gobiernos como el de Cambiemos y que terminan generando desempleo y destrucción del aparato productivo nacional.
Dicho esto, y en el medio de un contexto mundial inestable e imprevisible, el sector productivo argentino viene trabajando a muy buen ritmo y, de no mediar ningún hecho que genere consecuencias que impacten con severidad, la economía volverá a crecer por segundo año consecutivo, lo que no sucede desde hace una década, y será de entre un 4 y un 5 por ciento, según las estimaciones de empresarios e industriales.
Con exportaciones que seguramente superarán los 100 mil millones de dólares, lo que marcará un récord histórico, desempleo por debajo del 7% y tasas de inversión acordes con la situación, según el Instituto de Trabajo y Economía de la Fundación Germán Abdala el Indicador Mensual de Inversión registró un crecimiento de 11,3% anual y se encuentra cercana a los niveles máximos que se registraron en el año 2017, solo resta que el gobierno nacional encuentre las medidas que le permitan ir aflojando las restricciones a las importaciones para el sector productivo, que impactan severamente en la actividad productiva, y pueda bajar la inflación al menos a la mitad.
Una iniciativa presentada en la semana por la Confederación General Empresaria de la República Argentina al secretario de Comercio, Matías Tombolini, refleja como pocas que, en este contexto de malestar e incertidumbre, la situación del sector sigue siendo muy buena y las expectativas mejores.
Puntualmente le pidieron que se les otorgue a las pymes industriales los mismos beneficios para la exteriorización de activos externos que tiene en la actualidad la construcción. En criollo, que exista la posibilidad de que quienes tienen dólares no declarados en el exterior puedan ser destinados al pago de importaciones de insumos esenciales, bienes de capital y de aquellos productos que sean necesarios para sustituir compras externas. ¿Qué significa esto? Que hay mercado para vender más de lo que se produce y que producir en el país es más rentable que tenerlos depositados en el exterior. Nadie puede pensar que quien tiene plata en el exterior la va a "blanquear" para hacer beneficencia.
La iniciativa fue tomada por el Gobierno e incluida en el proyecto de presupuesto nacional que fue enviada al Congreso el pasado jueves, que de ser aprobada evitará, por ejemplo, que unas 3.500 pymes industriales importadoras directas de insumos no reduzcan sus niveles de producción en el segundo semestre por no acceder a las divisas para importar.
Finalmente, una paradoja muestra los contradictorios estados de ánimo. Un informe publicado estos días por la Fundación Observatorio Pyme, vinculado a la Unión Industrial Argentina dice que, por primera vez en cinco años, la confianza de los empresarios pymes baja en un contexto en el que crece la actividad. Esto es, las empresas producen más, pero para los empresarios creen que las cosas van a ir peor. Es más, cuatro de cada diez empresas dicen que les cuesta satisfacer la demanda, que sigue estando alta, según le dijo a un diario de Buenos Aires el director del Observatorio, Vicente Donado. La economía, en este tiempo, parece tener tantos problemas de ánimo como de instrumentos económicos.