El abandono de la infraestructura crítica no es una opción viable, ya que está intrínsecamente ligada al desarrollo y bienestar de la nación. Es responsabilidad de todos, desde los líderes políticos hasta los ciudadanos, trabajar juntos para garantizar que nuestro país avance hacia un futuro más sólido. Es momento de que Argentina reconozca la importancia vital de priorizar la reconstrucción de su infraestructura vial. La posición del Sindicato de Camioneros de Santa Fe no es de simples observadores de la realidad, sino que estamos dispuestos a colaborar proactivamente, poniéndonos a disposición para transferir nuestro conocimiento del terreno y también trasladar la experiencia del diálogo que estamos desarrollando con prestigiosas instituciones a nivel internacional. Solo con un compromiso conjunto y acciones decididas podremos asegurar un futuro próspero y seguro para todos los argentinos.
La infraestructura crítica es el latido de una nación, el pulso vital que activa su progreso y fortalece su seguridad. Es crucial para un país y abarca desde energía y redes de transporte, hasta comunicaciones, salud y gobierno, siendo esencial para la seguridad nacional y el bienestar económico y social. Su interrupción puede debilitar la defensa nacional y desencadenar crisis económicas de gran magnitud. Basta citar como ejemplo el ataque cibernético conocido como "WannaCry", acaecido en mayo de 2017, que evidenció los graves impactos financieros de los ataques a la infraestructura, propagándose globalmente e infectando más de 200.000 computadoras en más de 150 países.
WannaCry es uno de los muchos ejemplos diarios que muestra actualmente el escenario mundial. Según estimaciones −considerando pérdidas directas e indirectas, incluidas las pérdidas financieras, costos de recuperación, interrupciones en la cadena de suministro y daños a la reputación de las empresas afectadas− el costo total de esta sola agresión cibernética habría superado los 8 mil millones de dólares.
Negar lo evidente, más que necio, es inútil. La infraestructura crítica juega un papel vital en el impulso del crecimiento y la resiliencia económica de un país. Este es uno de los temas al que nos abocamos desde nuestro sindicato, trabajando, por ejemplo, con centros académicos e instituciones de excelencia en EE.UU. Si bien los argentinos no disponemos de cifras precisas al respecto, en el país del norte −potencia mundial que cuenta con grandes herramientas de infraestructura− las deficiencias cuestan a su economía alrededor de 170 mil millones de dólares al año en pérdida de productividad y 160 mil millones en costos adicionales de vehículos.
Asimismo, un estudio realizado por el Banco Mundial concluyó que cada dólar invertido en medidas de reducción del riesgo de desastres puede generar hasta 4 dólares en beneficios en términos de reducción de pérdidas económicas durante dichos desastres. Igualmente, un aumento en la inversión en infraestructura crítica, incluida la infraestructura de transporte, tiene un impacto positivo relevante en el crecimiento económico a corto y largo plazo.
La infraestructura crítica sostiene la vida cotidiana, proporcionando servicios esenciales. Sectores clave como energía, transporte, finanzas, salud y agua enfrentan amenazas, desde apagones masivos hasta interrupciones y destrucción, debido a ciberataques. Sin embargo, en honor a la verdad, en el caso de nuestro país el peligro no solo proviene de ciberataques, sino también de la miopía estratégica y desidia de los propios tomadores de decisiones.
En efecto, este tema trascendental ha sido −de manera inconcebible, cabe decir− relegado en la agenda nacional por demasiado tiempo, a pesar de su impacto decisivo en diversas áreas clave. Como secretario general del Sindicato de Camioneros de Santa Fe, alzo la mano para señalar la urgencia de abordar este tópico crucial para el presente y futuro de nuestra patria.
Las carreteras son parte fundamental de la infraestructura crítica de la Argentina, siendo la columna vertebral del transporte de mercancías en el país, indispensable para el transporte y la distribución eficiente de bienes. Sin embargo, la falta de inversión en mantenimiento y modernización ha generado graves obstáculos logísticos y económicos. Su estado influye directamente en la competitividad y el progreso nacional.
Argentina, con su vasto territorio y su potencial económico, depende en gran medida de sus carreteras para el transporte de bienes y personas. De hecho, el 90% del transporte de carga en nuestro país se mueve por rutas. Sin embargo, la realidad es desoladora: la red vial argentina se encuentra en un estado lamentable. En este contexto, no contamos con una medición exacta para indicar con precisión la longitud total de la red de carreteras del país. Entre rutas nacionales, provinciales, caminos municipales y vecinales, se estiman más de medio millón de kilómetros. Algunos resaltan que la red vial argentina es una de las mayores en América Latina, pero la realidad es que el término “camino” le queda grande a muchos tramos ni siquiera consolidados y una cantidad significativa se encuentra inclusive en vías de desaparición, mientras que la red pavimentada del país no llega a los 80 mil kilómetros. La mayoría está en condiciones deplorables, plagada de baches, falta de mantenimiento y señalización deficiente.
Esta situación no solo obstaculiza la circulación de productos y la seguridad de personas y bienes, sino que también encarece los costos de transporte, lo que repercute directamente en la competitividad de los productos argentinos en el mercado local e internacional.
Los efectos de esta deficiencia son devastadores. Siniestralidad, demoras, mayores costos, insuficiencia competitiva, menores exportaciones y una disminución en la creación de empleos, son solo algunas de las consecuencias palpables. La falta de una infraestructura vial sólida no solo limita el potencial económico del país, sino que también afecta directamente la seguridad y la calidad de vida de los argentinos.
Para revertir esta situación es imprescindible la colaboración público-privada. Ambos sectores deben unir fuerzas para invertir en la reconstrucción y modernización de nuestras carreteras, asegurando que estén a la altura de las necesidades del siglo XXI. Reconstruir la infraestructura vial es una inversión en el futuro de Argentina y en la prosperidad de su gente. Una infraestructura vial robusta es un catalizador para el desarrollo económico, creando empleo, atrayendo inversión y facilitando el comercio. Priorizarla no solo impulsa el crecimiento, sino que también contribuye a reducir la pobreza, al mejorar la accesibilidad a servicios básicos y oportunidades laborales.
Debemos trabajar para que el tiempo de la inacción llegue a su fin. El abandono de la infraestructura crítica no es una opción viable, ya que está intrínsecamente ligada a la subsistencia de nuestra nación. Es responsabilidad de todos, desde los líderes políticos hasta los ciudadanos, actuar juntos para avanzar hacia un futuro más sólido. Es momento de que el liderazgo argentino reconozca la premura estratégica de priorizar la reconstrucción de su infraestructura vial, no solo como una cuestión económica, sino de supervivencia y desarrollo nacional.
La posición del Sindicato de Camioneros de Santa Fe no es de simples observadores de la realidad. Estamos dispuestos a colaborar proactivamente, poniéndonos a disposición para transferir nuestro conocimiento del terreno y trasladar la experiencia del diálogo que estamos desarrollando con prestigiosas instituciones de primer nivel internacional en este ámbito. Solo con un compromiso conjunto y acciones decididas podremos asegurar un futuro próspero y seguro para todos los argentinos.
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