Por Roberto Casabianca (*)
Tras el reconocimiento de AstraZeneca
Por Roberto Casabianca (*)
"Ser conscientes de lo que realmente ocurre, produce dolor"
Platón
Hace unos días el laboratorio AstraZeneca reconoció ante un tribunal británico la posibilidad de efectos secundarios poco comunes en su vacuna contra el Covid-19 y que -además- pueden tener efectos colaterales raros. Todo ello, en medio de demandas que las vinculan con muertes y lesiones graves, según reportaron medios internacionales, lo que es muy importante después de haberlo negado por años. Esto es muy probable que se deba a que la Fase III estaba a punto de finalizar y con los grandes problemas de seguridad que tienen, han preferido no informarlos para que la Agencia Europea de Seguridad no se pronuncie al respecto al ser retiradas.
Veamos entonces cuál es la situación de los efectos secundarios producidos por la inyección de las vacunas genéticas a marzo de 2023, publicados por Ciencia y Salud Natural en Europa y Estados Unidos por todas las farmacéuticas, en particular por AstraZeneca. Comencemos con la base de datos europea de informes de reacciones sospechosas a medicamentos que es Vigilancia Eudra. Los mismos son verificados por la Agencia Europea de Medicamentos y a esa fecha refieren 50.663 muertos y 5.315.063 efectos secundarios con síntomas múltiples, de los cuales 2.335.820 acusan lesiones graves.
Del total de muertes reportadas corresponden a Oxford/AstraZeneca 9.858 y 1.411.144 con efectos secundarios, de los cuales 673.283 fueron lesiones graves. El resto del total corresponde a vacunas de otras empresas farmacéuticas. En los Estados Unidos los informes de eventos adversos fueron tomados del Sistema de Notificación de Eventos Adversos a las Vacunas (Vaers) y revelan 34.653 muertes y 1.530.320 reportes de efectos adversos. En este caso no se establece el origen de la farmacéutica productora. Es decir que si tomamos los casos de Europa y Estados Unidos tenemos un total de 85.316 muertos y 6.845391 efectos adversos luego de la "vacuna" Covid.
Lo que queda claro es que no hay efectos secundarios poco comunes sino muy frecuentes. Además, debemos tomar en cuenta que una de las principales limitaciones de los sistemas de vigilancia pasiva, incluido el Vaers, es la sub notificación que, según varios autores, se realiza solo entre el 1 y el 10% por lo cual, en el mejor de los casos, debería multiplicarse por diez el número total de muertos y de efectos adversos.
Según lo anunciado por el gobierno británico, este cubrirá los costos legales de las farmacéuticas en caso de perder la demanda ya que se ha excluido a las mismas de esa responsabilidad. Para ello utilizará fondos públicos, como parte del acuerdo de indemnización firmado con las farmacéuticas que ha tenido el carácter secreto en la mayoría de los países, como en el nuestro, en donde la justicia negó el acceso a los contratos que el gobierno firmó por las productoras de las vacunas genéticas Covid, rechazando un amparo presentado por Poder Ciudadano.
El Reino Unido no es el único caso en donde se presentan acciones legales y, una de las que es interesante mencionar, es la realizada en Arizona (Estados Unidos), a través de un ex oficial de Inteligencia del ejército llamado Dan Schult quien, en nombre del Partido Republicano, elevó al gobernador y a la legislatura estatal un escrito exigiendo la prohibición de la distribución de la vacuna Covid y la confiscación de todas las dosis solicitando además, la realización de análisis forenses sobre ellas. A partir de esta presentación otros estados como Florida, Idaho y Oregón tomaron medidas similares.
La presentación se basa en la no aplicación con la vacunación del Principio de Precaución. Este principio surge cuando la causalidad, característica, magnitud y/o probabilidad de riesgos potencialmente graves son inciertas, difícilmente predecibles y cuantificables, con lo que resulta necesario aplicar un modelo de intervención anticipatoria y significa también actuar cuando la ciencia no ha llegado aún a resultados establecidos de manera concluyente.
Hay ejemplos que demuestran que una aplicación oportuna del Principio de Precaución hubiera permitido evitar los daños ocurridos, de los cuales el caso del Amianto es el más conocido. Lo acertado del planteo de Schult tiene que ver con las circunstancias en que se recurre a su aplicación:
- Cuando existe incerteza científica sobre la causalidad, magnitud, probabilidad o naturaleza del daño.
- Cuando los daños potenciales puedan resultar irreversibles para las personas.
- Cuando las hipótesis sobre los riesgos son científicamente razonables, es decir, no son fácilmente refutables.
Como vemos, su planteo es inobjetable. En el derecho argentino, en materia ambiental no hay duda acerca de la obligatoriedad del Principio de Precaución, en tanto que el artículo 4 de la Ley 25675 de Sanidad Ambiental lo incluye expresamente. ¿Se puede obviar en el caso de las vacunas?
Otro hecho trascendente es una carta firmada por 49 senadores de Estados Unidos por medio de la cual se insta al presidente Joe Biden a rechazar el Acuerdo Pandémico y las enmiendas al reglamento Sanitario Internacional que el 24 de mayo próximo sancionará la OMS. Allí, los legisladores expresan su profunda preocupación por los intentos de fortalecer la autoridad de la OMS en medio de las fallas evidentes cometidas durante la pandemia de Covid-19.
Agrego a este planteo que, dentro de lo que se conoce pese al secretismo con que se han manejado las modificaciones, estaría la obligación de la vacunación que disponga la organización en que ya no será una sugerencia como en el caso del Covid, sino una obligación. Recordemos quiénes son los que sustentan económicamente a la OMS.
Mientras tanto, en nuestro país el poder político mantiene silencio de radio con este tema, dejándonos con una sensación de indefensión total. Es una situación sumamente preocupante y, las muertes con las que nos habían amenazado, son las que vemos ahora sin que puedan atribuirse a otra causa que no sea a las inoculaciones, todas sin explicaciones ni discusiones científicas.
No se entienden cuáles son los beneficios de la vacuna genética para un virus que produce efectos que, en la mayoría de los casos, son similares y comparables a un resfriado común, que no protege contra la infección, que no evita contagiar a otra persona, que frente a a la aparición de variantes no confiere inmunidad neutralizante y que genera muertes y efectos secundarios muy importantes.
En dicho contexto, son interesantes las palabras de la fiscal española Valerie Oyarzun Fontanet, que dijo lo siguiente: "A la vista de la regulación existente, y haciendo uso del más elemental sentido común, que cada cual valore si fue objeto de presiones políticas, sociales u otras para ser vacunado, si fue víctima de discriminación por no haber sido vacunado, si recibió con total transparencia informaciones sobre la seguridad y los eventuales efectos indeseables de las vacunas, si se le comunicó de forma transparente el contenido de los contratos con los productores de vacunas, si pudo desempeñar su trabajo, viajar, acudir a los restaurantes con normalidad,… si su voluntad fue afectada hasta el punto de carecer de la libertad necesaria para prestar su consentimiento".
De eso se trata: toda actuación en el ámbito de la salud requiere, con carácter general, el previo consentimiento de los pacientes. El consentimiento, que debe obtenerse después de que el paciente reciba una información adecuada lo más clara posible de su estado de salud y el procedimiento a seguir, detallando los beneficios y riesgos que ello implique. Requiere de parte del paciente el entendimiento y la aprobación de dicho procedimiento y debe hacerse preferiblemente por escrito y entonces este, tiene derecho a decidir libremente después de recibir la información adecuada entre las opciones clínicas disponibles.
¿Alguno de los vacunados en nuestro país recibió esta información vital en donde se le advirtió de los efectos secundarios? Los ciudadanos debemos exigir una discusión científica seria en la que participen destacados investigadores y que el poder político defina su gestión. La leyenda de las vacunas "seguras y eficaces" contra el Covid-19, difundida por políticos, medios de comunicación y autoridades sanitarias, ante las evidencias sobre el daño causado, no resiste un escrutinio crítico.
(*) Bioquímico.