"Esta contaminación creciente la vemos todos, en todos los ámbitos, y vemos que los ríos están contaminados, el aire está contaminado, el paisaje está contaminado, la cultura está contaminada (…).
"Esta contaminación creciente la vemos todos, en todos los ámbitos, y vemos que los ríos están contaminados, el aire está contaminado, el paisaje está contaminado, la cultura está contaminada (…).
Ricardo Lorenzetti
Este evento es un buen modelo de lo que queremos: que nos ocupemos más allá de nuestros propios intereses por algo que nos excede y que nos preocupa a todos. Este tema nos ocupa a los adultos con responsabilidades, a los jóvenes y también a quienes no están ahora, pero recibirán las graves consecuencias de la falta de responsabilidad actual (**).
También es cierto que, en muchos casos no se trata sólo de falta de conciencia, sino de un diseño institucional inapropiado. En este, como en la mayoría de los problemas serios que tiene nuestro país, no se encuentran las soluciones, sino que se trasladan. Es que no se pueden solucionar dividiendo el problema en partes, de acuerdo a la jurisdicción o la tarea que cada uno de nosotros tenemos o, peor aún, dividiéndolo según el lugar que cada uno ocupa en la polarización que se vive. La solución va por otro camino, que es el diseño de instituciones, como las agencias que integran la perspectiva local, la perspectiva provincial, la perspectiva nacional, la derecha y la izquierda de cada lado, apartados de los incentivos electorales, y enfocados en el mediano y largo plazo.
La reforma institucional es la única manera en que podemos superar las peleas cotidianas y avanzar en políticas de estado para solucionar graves problemas. ¿Cuál es el tema que nos ocupa ahora? En primer lugar, cuando nosotros analizamos a nivel macro, es decir, a nivel global o histórico, lo que ha pasado desde la Revolución Industrial hasta ahora, que es el modo en el cual vivimos todos nosotros, encontramos que hay tendencias que son dramáticas
Hablamos de un fin de ciclo, de algo que se termina. ¿Qué es lo que se termina y por qué decimos que se termina este modo en el cual la humanidad ha evolucionado en los últimos años? En primer lugar, vemos que esta tendencia ha pasado desde una época en el cual había una cierta "pureza", a una "contaminación creciente". Esta contaminación creciente la vemos todos en todos los ámbitos y vemos que los ríos están contaminados, el aire está contaminado, el paisaje está contaminado, la cultura está contaminada.
Estamos evolucionando desde la pureza a la contaminación. Hemos evolucionado desde el "equilibrio" al "desequilibrio". Hace 50, 60 o 100 años atrás notábamos un equilibrio en todos los sistemas, en la naturaleza, pero también en el sistema económico y en el sistema social y político. Hoy advertimos cada vez más desequilibrios. Los veranos son demasiado calientes, los inviernos demasiado fríos. Dónde había agua, hay sequía o desertificación. Es decir, la naturaleza es un sistema muy delicado y que debido a la acción humana constante, ha perdido su equilibrio. Y estamos llegando a otro nivel de equilibrio muy dramático, porque cuando la naturaleza corrige genera grandes daños y por eso se dice que "la pandemia es una corrección sistémica", es decir, es una crisis dentro del sistema que nos produce enfermedad, pero también produce tormentas cada vez más dramáticas. Y esto tiene un impacto muy directo en todo.
Por ejemplo, cuando vemos que en el verano europeo hay sequías y se quedan con poca agua los grandes ríos, entonces quiebran las empresas de navegación que hacen cruceros. En Europa vemos que hay regulaciones sobre el uso del agua y se les dice a los ciudadanos que sólo se pueden bañar usando tanta cantidad de agua. No es algo abstracto. Estos desequilibrios provocan consecuencias muy concretas en el mundo económico y social. Otra tendencia es que pasamos de la "diversidad" a la "homogeneidad". Por ejemplo, en el mundo natural había muchas más especies animales y vegetales que ahora, porque ha disminuido la biodiversidad. También nuestro comportamiento es cada vez más homogéneo, porque lo que nosotros pensamos y hacemos en la Argentina es más o menos lo mismo que pasa en cualquier otro país.
Fíjense: empieza una publicidad sobre determinado producto globalmente y todos vamos a consumirlo y todos hacemos lo mismo cuando antes hacemos cosas muy diferentes. Esta homogeneidad cultural es cada vez más peligrosa y se traslada de los niños a los niños porque los niños de la Argentina juegan los mismos juegos que otros países y se comportan de la misma manera. También el urbanismo: los centros históricos de las ciudades son diferentes, pero los centros modernos son iguales en todo el mundo. Ni vale la pena viajar por el planeta porque se encuentran más o menos con las mismas marcas. Entonces, esta homogeneidad tiene que ver también con la influencia de la tecnología.
Nosotros hoy estamos en un mundo en el cual visitamos una página web y nos presentan otras páginas de web iguales; usamos la tarjeta de crédito para comprar un producto y nos vienen propuestas similares; participamos de un grupo de Facebook y vienen grupos iguales. Entonces nuestro modo de pensar se cristaliza y se polariza. La polarización tiene mucho que ver con la tecnología, porque siempre terminamos buscando confirmación de lo que pensamos. El sistema tecnológico nos lleva a confirmar lo que ya pensamos y no a un espíritu crítico. Antes la gente se encontraba, discutía, e intercambiaba opiniones mediante un roce que producía espíritu crítico.
Hoy no sucede eso. La homogeneidad lleva a la polarización. Un sistema tecnológico con inteligencia artificial puede producir exactamente lo que nosotros queremos. Y entonces la información que recibimos solo confirma lo que ya pensamos. Una prueba clara de este fenómeno es que hace unos años había pasión por cambiar el mundo, hacia la derecha o hacia la izquierda; hoy eso no entusiasma a nadie; la preocupación es más bien si vamos hacia arriba o hacia abajo.
No hay jóvenes que se entusiasmen demasiado concurriendo a un partido político a discutir cargos para ocupar el poder, porque nadie está muy convencido de que nos encaminemos hacia un futuro promisorio, sea el capitalismo desarrollado o el socialismo. Hace cincuenta años las personas creían en eso sinceramente, y que iba a haber una evolución de una familia donde los hijos iban a estar mejor que los padres. Hoy está en cuestión esto. La mayoría piensa que los hijos difícilmente estén mejor que los padres. Está cada vez más complicado el mundo y la idea de progreso. Y estamos en una situación en la cual hay frustración y miedo. Eso es lo que más inspira.
Piensen ustedes en ejemplos que todo el mundo de conocer, que son para mí muy representativos, como los de Corea del Sur, que es un pequeño país que tuvo un enorme desarrollo tecnológico con grandes empresas globales. Cuando ustedes ven que producen en Corea películas como "Parasite" o "El juego del calamar", lo que muestran es frustración, miedo, personas que no tienen ningún futuro en Corea. Esto es lo que estamos viviendo. Es un sistema en el cual la gobernabilidad no puede prometer un futuro mejor y que alguien lo crea. Por eso la política deja de ser un proceso de cambio para ser un sistema de ocupación de espacios de poder que se agota brevemente.
La política del siglo XXI está paralizada en casi todos los países y es muy difícil gobernar hoy porque todo se paraliza. Hoy todo el mundo sabe lo que hay que hacer, pero no pueden hacerlo porque el Estado es como un enorme gigante, similar a "Gulliver", atrapado por una multiplicidad de sectores pequeños que paralizan la actividad. Estas tendencias que van hacia la contaminación, el desequilibrio, la homogeneidad, la aceleración y la vetocracia, tienen un impacto directo en la crisis económica, social y política, y por eso se habla de un fin de ciclo. Cuando lo vemos desde el punto de vista individual, también sentimos este fin de ciclo. Hace cincuenta o cien años llegaron inmigrantes con sueños; hoy hay quienes emigran con desesperanza.
También hay miedo porque sentimos que la civilización es frágil. Por ejemplo, si se corta la luz un mes en una ciudad, nos quedamos sin heladera, sin televisión, sin teléfono, los negocios cierran, a la noche hay violencia, y rápidamente caemos en la desesperación. Ese sentimiento que hay en todos los países hoy es algo a lo cual hay que prestarle atención, porque todos los problemas políticos hoy que vemos tienen base en estas grandes tendencias un alejamiento de las instituciones y los discursos de las necesidades reales. Y entonces hay sociedades que explotan crisis.
(*) Rafaelino. Juez egresado de la Universidad Nacional del Litoral. Ministro de la Corte Suprema de Justicia de la Nación Argentina desde 2004. Embajador Ambiental de la Organización de Estados Americanos desde 2016.
(**) Fragmento del discurso brindado por Ricardo Lorenzetti en la ciudad de Rosario el 12 de septiembre pasado, en el marco de un evento dedicado al Derecho Ambiental. A dicho evento asistieron empresarios, gremialistas, jueces federales, provinciales, la corte provincial, fiscales y público en general.