Por el Dr. Pedro Cahn (*)
Cuatro décadas después de los primeros casos contamos con estrategias y herramientas que nos permitirían controlar la epidemia. Sin embargo, cada año se sigue infectando gente que podría no infectarse y sigue muriendo gente que podría no morirse.
Por el Dr. Pedro Cahn (*)
Télam
Este año se cumplen 40 años del primer caso notificado de VIH en el mundo. En ese momento, el virus no tenía nombre, forma de detectarlo ni tratamiento. Un año y medio más tarde, se conocieron los factores de riesgo de la infección y se propuso llamarlo Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA). En 1983 se identificó al agente causal: el Virus de la Inmunodeficiencia Humana (VIH). La enfermedad fue mortal hasta 1996, cuando se aprobó el tratamiento antirretroviral que permitió controlar la replicación viral, mantener la carga viral a niveles indetectables, y convertir al VIH en una enfermedad crónica.
Cuatro décadas después de los primeros casos contamos con estrategias y herramientas que nos permitirían controlar la epidemia. Sin embargo, cada año se sigue infectando gente que podría no infectarse y sigue muriendo gente que podría no morirse. ¿Vamos a seguir dejando pasar la oportunidad?
En nuestro país, alrededor del 98 % de las infecciones se producen por relaciones sexuales sin protección. Sin embargo, la implementación de la ley de Educación Sexual Integral (ESI) sigue siendo desigual. Es posible acceder a un diagnóstico de VIH de manera gratuita y en menos de 20 minutos a través de una gota de sangre obtenida de un pinchazo del dedo. Pero casi el 40 por ciento de las mujeres y casi el 60 por ciento de los varones sin estudios o con primaria incompleta acceden a su diagnóstico de forma tardía. Por su parte, este dato se reduce a poco más del 10 % de las mujeres y poco más del 20 % de los varones que tienen educación universitaria completa.
Los tratamientos actuales permiten alcanzar una buena calidad de vida y convertir a la infección en una condición crónica. A esto se suma que sabemos que "indetectable" es igual a "intransmisible". Es decir que una persona con VIH en tratamiento que mantiene su carga viral indetectable de manera sostenida no transmite el virus por vía sexual.
Sin embargo, mueren alrededor de 1300 personas por año en Argentina por causas relacionadas con el VIH.
El derecho a la salud se interrelaciona directamente con otras problemáticas como la reducción de la desigualdad, la equidad de género, la protección social y el crecimiento económico. Si algo aprendimos en estos 40 años es que la epidemia del VIH no hace más que reproducir las desigualdades preexistentes: económicas, sociales y culturales. No podremos controlar el VIH sin hacer frente a las inequidades. Sobre todo, de aquellas poblaciones más afectadas por el virus. Es necesario garantizar un respeto absoluto por los derechos humanos y eliminar el estigma, la discriminación, la coerción y la violencia hacia las personas con VIH y las poblaciones más afectadas.
Y si algo nos enseñaron los últimos dos años es que nadie está a salvo hasta que todos estemos a salvo. Es momento de que cada uno de nosotros tome conciencia de que el VIH nos afecta a todos. La respuesta es hoy.
(*) Director científico de la Fundación Huésped.
Cuatro décadas después de los primeros casos contamos con estrategias y herramientas que nos permitirían controlar la epidemia. Sin embargo, cada año se sigue infectando gente que podría no infectarse y sigue muriendo gente que podría no morirse.
En nuestro país, alrededor del 98 % de las infecciones se producen por relaciones sexuales sin protección. Los tratamientos permiten alcanzar una buena calidad de vida y convertir a la infección en una condición crónica. Sin embargo, mueren cerca de 1300 personas por año.