He vivido en países extraños. Sobreviví al país de Loan, angelito traficado y explotado mediáticamente al punto de ser una múltiple violación en bandada y aquí estoy.
He vivido en países extraños. Sobreviví al país de Loan, angelito traficado y explotado mediáticamente al punto de ser una múltiple violación en bandada y aquí estoy.
Confieso que un poco extrañado. Tal vez el siglo XXI acepta el cambio de roles y destruirse y reconstruirse sea eso: sobrevivir. Aceptar la peluca fuera de lugar. Aceptar que las cosas fluyen pero… lo de Wanda Nara…
Los puntos suspensivos son necesarios para respirar. Nació en diciembre de 1986. Su biografía en Wikipedia cita su primera participación en 2005. Le cabe el eslogan de Virginia Slim. Lo que el cualquiera sabe es mucho, pero siempre es poco. Yo soy el cualquiera.
Físicamente no me gusta, ni siquiera llega a la descripción de Luca Prodam pero esto que digo no tiene valor, porque el criterio estético lo define la clase dominante y un físico como el de Wanda Nara, de 1,62 de altura, parece ser aceptado.
Por lo demás es inútil que sostenga que no me agrada físicamente porque es una actualización de la zorra y las uvas.
Vivir en un país que en todos los programas de televisión que emite desde las casas centrales aparezca su vida, sus dramas, sus problemas y sus alegrías define el territorio. Es su país.
Su voz chillona tampoco me agrada y ese modo de no decir nada concreto en sus charlas no la aleja de un mínimo común ordinario. Debería revisar este concepto: ella responde a un mínimo común que la hace dueña de un relato que todos entienden y, acaso, comparten.
Muchas veces al terminar el día me pregunto si Wanda Nara no es una estratagema para ocultar algunas cosas tremendas, pero si es así el propósito está logrado: nada tremendo pasa en Argentina que supere el drama de Wanda Nara. Nada.
La historia que cualquiera, incluido el que suscribe, argentino mayor de edad que por propia voluntad opina, la historia que cualquiera puede recordar es la de una jovencita del espectáculo, una "botinera" más, que se casa con un futbolista, en este caso Maxi López.
La primera "botinera" que conocí fue Ruth Durante, una cantante de tangos que se decía que estaba enamorada de Federico Sacchi, uno de los grandes "seis" del viejo fútbol. Pero eran habladurías. Graciela Borges fue botinera un tiempo. Moria Casán y Carlos Sexton, el representante de futbolistas.
Botinera es un oficio tan apropiado como cualquier otro. Rentable, claro está.
La constante es el fútbol, sus jugadores y las mujeres cercanas al espectáculo que se casan con ellos y son felices. Las botineras siempre están sonrientes en la foto.
El caso de Wanda Nara aparece porque Maxi López, su esposo, que de River pasa al fútbol europeo, tiene durmiendo en su casa a otro futbolista, soltero, más joven y mejor goleador. Acaso más bello pero debería verlos desnudos a los dos y eso es imposible… por ahora.
Ese joven es Mauro Icardi. Wanda cierra el capítulo Maxi López y se va con Icardi. Hay una maldición eterna de Diego Maradona. Y hay un neologismo, un verbo nuevo: "icardiar". Yo "icardeo", vos "icardeas", ellos "icardean", el resto mete los cuernos y traiciona al amigo pero… ¿Eran amigos… era traición, el amor superó los prejuicios y rompió cadenas?
Icardi mete goles en Europa pero hay poco y nada de seleccionado nacional. Poco y nada. "Las mujeres de mis amigos tienen bigotes"… es una frase histórica. Wanda Nara se afeitó o Icardi no conocía la frase y el código. ¿Qué código?
Wanda Nara un día aparece negociando contratos del jovencito con quien tuvo una historia de amor, un casamiento, dos hijos y un contrato como su representante. No es común.
Si bien sucede, y acaso no conocemos todos los casos, es poco publicitado que un representado se acueste todas las noches con su representante después de meter tres goles. No parece que sea del agrado de los dueños de la pelota.
Bueno… ¿y qué? ¿En qué punto esto se convierte en la situación que tapona noticieros? Con lo obvio: la traición. No alcanza con sus participaciones en diversos programas de televisión en Italia y Argentina. Al amor traicionado el siglo XXI le agregó un componente indispensable: divulgación.
Así nos enteramos que la traición es múltiple. Que es de ida y vuelta. Nos imaginamos (nos hacen sugerencias para que imaginemos) triángulos vergonzantes pero envidiables.
Las fotos se acercan a lo máximo permitido. Camas calientes y piletas tentadoras. Entra un jugador "negro" y atrayente ("tá bueno el morocho"), una bella rubia, un habitante de las clases bajas que por la movilidad ascendente sube y sube. Entran abogados, amigos, confidentes y entra lo fundamental: el texto.
Wanda Nara pone, con su caso, el texto de "wat-sap" y la "captura de pantalla" como el nuevo y más eficaz modo de comunicarnos. Ya existía. Con ella alcanza la exasperación. La divulgación es tal que todos sabemos el ir por volver de casas, autos, hijos viendo cosas o padres imaginando que los hijos ven cosas…
Cuando en uno de sus últimos programas de televisión, con fenomenales contribuyentes políticos para que se realice, la señora Mirtha Legrand -en el año de su adiós como conductora, rodeada de los "planeros de lujo" que viven de su sangre, su fama y su salud (ninguno de ese grupo familiar ha inventado nada que no fuese el parentesco con la Santita de Villa Cañás… y explotarlo comercialmente)-, sentó frente a la mesa a Florencia Peña, deslenguada (en todo sentido) militante de un kirchnerismo ya muy poco ortodoxo (en todo sentido), a Gabriel "El Puma" Goity (buen actor infatuado, convencido de su seducción infinita que suple su capacidad actoral que no alcanza tal dimensión) y a L-Gante, el más joven novio de quien, detrás de cámara, digitaba todo (Wanda), comprendí que el mundo se derrumbaba ante esta mujer, ya con los 40 años encima.
No la ataca Milei. Tampoco a su pareja. Todos leemos de sus mensajes con tonos buenos, lindos, elevados, tóxicos y somos parte de un juego que nos atraviesa y que nos pertenece.
¿Cómo es que Milei no ataca a Wanda y sí ataca a otras "influencers"? Será que ella está sumergida en capas de conciencia pública donde no conviene alterar nada y sí, por el contrario, exacerbar… no lo sé, son preguntas. El periodismo hace preguntas.
¿Cómo es que los noticieros de las casas centrales se rinden tan fácilmente? ¿Es orden gerencial o es un irrefrenable imán de los seguidores?… Son otras preguntas. Observar en las pantallas día por día los "wat-saps" de unos con otros es una forma (del siglo XXI) de vivencia, supervivencia y mandato de la tribu.
Vengo una vuelta atrás. Estoy entendiendo que dentro de este juego hay un relato, que siguen estando el amor, el dinero, la salud y lo básico: la pasión como el elemento que nos seduce.
Con Wanda Nara, sus ropajes, sus afeites, sus amores lo que reapareció es el folletín por entregas. A veces entre el programa de las 11 de la mañana y el de las 14 hay novedades. Son rápidas las entregas de este folletín.
¿Tendrá Donald Trump un atajo "desviador" del pensamiento crítico y amansador de la conciencia social como Wanda? … En países con otros modos de la civilización amansada no hacen falta….
Son preguntas más absurdas. Con Wanda el periodismo se volvió absurdo. Un deseo: si se trata de mantener la atención en un sitio lejano del caldero donde se cuecen nuestras vidas sigamos con Wanda Nara, que no desvíen el inconsciente colectivo hacia casos como el de Loan. Mi documento dice: "País de Wanda Nara".
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