Carlos Mario Peisojovich (El Peiso)
Carlos Mario Peisojovich (El Peiso)
Mi Peisadilla está devaluada de calor, sombras fantasmagóricas de vapor salen de mi boca, resguardado y re guardado en mi cama, solo quiero seguir soñando para escribir mis sueños en el aire, pero ni las musas aparecen... esas gráciles figuras míticas de apostura sinigual, ellas, tan volátiles y etéreas, rodeadas de velo y tul, están guardadas de frío.
Las dueñas que mis palabras sueñan, me la juego, que plácidamente hibernan. Vengan a mí, por favor ¿es mucho pedir en forma de sublime oración? ¿Pido menos si, aunque sea, me regalen una humildísima palabreja?
Aterido, mientras espero a las musas intrusas, me dejo llevar, como en una alfombra mágica, a las Peisadillas julianas, que no son cortadas a cuchillo, ni finas ni largas, son julianas del mes de julio.
Allá por el año 59, a finales de junio, quedó en la memoria de todos los argentinos una fatalista frase que se popularizó y que resucita cada vez que comienza el frío: “Hay que pasar el invierno”. Dueño de la frase fue el Ingeniero Álvaro Alsogaray, ex Ministro de Economía de Frondizi, el “Chancho”, le decían así porque la revista “Tía Vicenta” así lo retrataba, en la acertada pluma de las caricaturas de Landrú.
Lamentablemente asociamos esa desafortunada frase a las penurias de los viejitos y pobres que pasan frío y hambre, sabiendo que son los primeros que el sistema deja al margen de la comodidad, la protección y la contención estatal.
Saltando de sueño en sueño, de página en página como mi adorada Rayuela de Julio Cortázar, voy tratando de pegar la vuelta, buscar el giro, rotar y trasladarme por el texto que no se arma, que se desarma de oraciones sin soñar. O soñando oraciones que no se sueñan en párrafos, están “desparrafadas” en mi memoria.
De las musas nada, ellas siguen sin aparecer, siguen a veinte mil leguas de mí.
La ola de frío empezó mucho antes del gélido viernes pasado. En Mayo del 2018 el Señor MM anunciaba que había “decidido iniciar negociaciones con el F.M.I.” para tener más liquidez. Ya hace más de un año, pero el dinero en la calle no se ve, la gente camina ofuscada, sin saber a quiénes echar culpas, comiéndose los mocos invernales. Tendremos que pasar el invierno, sin siquiera, y ya van... la Copa América, el fútbol sudamericano tiene la pelota manchada. En julio y con Julio (Grondona) esto no hubiera pasado, aunque su anillo de sello -sello tan personal como sus actos-, decía en brillantes y doradas letras “Todo pasa”. Pusieron el V.A.R. (Video Assistant Referee), o asistente de video arbitral, justamente para eso, para que no todo pase, algo así como la antinomia del “siga, siga”, pero Brasil es alegría, y estando el Presi Bolsonaro y su comitiva de grandes aspiraciones, no le podíamos aguar la fiesta... todos sabemos que la alegría es solo brasilera. Detractores y aduladores se encolumnan ante una misma idea, el ecuatoriano se hizo el “dobolu”, algo así como un duranbarbismo ilustrado. Justo cuando Messi había cantado el himno, cuando lo vimos correr y jugar en equipo, cuando se tiraba al piso y protestaba como capitán... el partido en el que era más necesario contar con la tecnología del asistente de video, brillaron por su ausencia. Pero con la frente en alto muchachos, hay evidencias futbolísticas que nos demuestran que hay futuro. A buscar un/a garoto/a y a festejar en el BAR.
En este sueño desfallecido de frío las gotitas de condensación se asemejan al cristal. Los vidrios se empañan, empeñándose en romperse en millones de otras gotitas de cristal, tallando luces de colores como espontáneos caleidoscopios. El sueño se torna tornillo entornándose con furia de frío polar, polarizando a quienes adoran el invierno y a quienes lo aborrecen, sabemos que en esto no hay medias tintas, y todos poseen creíbles justificaciones, y cada uno de sus defensores o detractores posee razón, cada uno se pone de la vereda que le corresponde. La vereda del sol, o la calle de las sombras.
Abrigado al calor de mis pensamientos, con el explícito faltazo de mis musas oníricas, miro de soslayo la persiana, el sol asoma pero no calienta, no me caliento y sigo tratando de alargar la fiaca invernal. Como la película basada en el libro de la obra teatral de Ricardo Talesnik, donde el personaje, Néstor, decide que ese día no iba a trabajar y todo el día conspira contra esa idea de no hacer nada, así me siento hoy. Mis musas no están sindicalizadas, ellas pegaron el faltazo, y heme aquí, acostado, pensando en qué les voy a contar en este frío día, y no tengo nada, bueno, tengo fiaca.
Amigos/as y compañeros/as, que cada uno tenga un julio bárbaro.
He pasado el Rubicón, conquisté la hoja desplegada ante mí para hacerles llegar mi Peisadilla semanal, no fue magia, fue “la Maga”. Gracias Julios.