Guillermo Dozo (Enviado especial)
El primer mensaje del papa no tuvo ni una palabra que no se aproveche. Recorrió brevemente la historia paraguaya, agradeció el afecto recibido pero marcó al presidente Cartes cuál debe ser el rumbo de un gobierno que atiende a los más necesitados.
Guillermo Dozo (Enviado especial)
Puntual, tal como viene desarrollándose la visita apostólica de Francisco, el papa arribó al palacio de los López a la hora señalada donde una multitud lo aguardaba en los alrededores. Allí fue recibido por el presidente Cartes y una extensa comitiva política que incluyó a ex presidentes, gobernadores y ministros.
El presidente paraguayo saludó al Santo Padre y le dio las “gracias por honrar al Paraguay”, puso de relieve a la mujer paraguaya en las luchas de este pueblo y recordó sus consejos luego de los encuentros ocurridos en el Vaticano acerca de estar cerca de la gente, de los pobres y de la lucha contra la corrupción. Destacó los valores de la encíclica Laudato Sí y, por último, agradeció en nombre del pueblo de su país la presencia en el Paraguay.
A su turno Francisco demoró un segundo más para comenzar a hablar ya que tomó un sorbo de agua, tomó su libreta y se colocó los lentes. Posiblemente el trago era para asegurarse aquel tramo que le dedicó al presidente al hablar de la corrupción donde lo miró fijamente, casi como en un reto. Luego aseveró que hay progresos en la lucha por la corrupción pero esa mirada despertaron un debate en los medios y en las redes sociales sobre cuál fue el mensaje real, si de amonestación o de aprobación.
Otro momento que estuvo fuera de protocolo en su intervención fue aquella en la que recordó “a mis hermanos paraguayos de Buenos Aires de mi anterior diócesis” fieles devotos de la Virgen de Caa Cupé.
Francisco dedicó un” gracias especial para todas las personas e instituciones que han preparado este viaje. No es difícil sentirse en casa en esta tierra tan acogedora. Paraguay es conocida por el calor de su hospitalidad”.
Homenajeó a la mujer paraguaya pero también a “esos paraguayos sencillos que no llegarán a conocerse en los libros de historia”. Condenó a la Guerra de la Triple Alianza llamándola guerra “inicua” que” atentó contra los lazos entre nuestros pueblos”.
El Santo Padre reconoció que “mucho se ha avanzó en la democracia paraguaya y les pido que sigan trabajando con todas sus fuerzas” para que se garantice la voz y la participación de todos. Citó el documento de Aparecida para definir a la democracia formal y reclamó que las autoridades de gobierno fomenten” el bien común a través de la cultura del encuentro. No hay que detenerse en el conflicto”.
Poco después Francisco dedicó su principal concepto sobre la lucha contra la corrupción, la violencia y el narcotráfico y fue allí que dedicó un párrafo y una particular mirada al presidente Cartes y pidió “crecer cada día más en gestiones transparentes” y finalmente dijo que “sé que existe hoy la firme voluntad por desterrar la corrupción” en el país.
Por último resumió la deuda social paraguaya al reclamar “que no cese el esfuerzo de todos los actores sociales, hasta que no haya más niños sin acceso a la educación, familias sin hogar, obreros sin trabajo digno, campesinos sin tierras que cultivar y tantas personas obligadas a emigrar hacia un futuro incierto; que no haya más víctimas de la violencia, la corrupción o el narcotráfico. Un desarrollo económico que no tiene en cuenta a los más débiles y desafortunados no es verdadero desarrollo. La medida del modelo económico ha de ser la dignidad integral del ser humano, especialmente el más vulnerable e indefenso”, fue el encargo final al presidente en su mensaje inicial.