Héctor Porpato y su labor silenciosa en las inferiores de Colón de Santa Fe.
El futuro. Bajo los tres palos de los arcos de Colón: Josué Retamoso, Nicolás Albizatti, Lucas Cuffia, Gian Valdiviezo y Gabriel Villalba, todos junto a su entrenador, Héctor Porpato.
El trabajo formativo en el fútbol juvenil suele ser silencioso, paciente, muchas veces invisible para el gran público. Pero en cada club, hay figuras clave que sostienen con compromiso y pasión la ilusión de los chicos. Una de esas personas en Colón es Héctor Manuel Porpato, entrenador de arqueros de las divisiones inferiores menores y mayores del club, quien no solo entrena, sino que vive su tarea como una extensión de su identidad sabalera.
"Estar en Colón es como estar en mi casa. Estoy cómodo y me siento muy bien haciendo lo que hago", cuenta Porpato con la naturalidad de quien habla desde el corazón. "Ser entrenador de arqueros de Colón forma parte de mi día a día. La verdad que tengo un potencial muy importante en el semillero de Colón. Los arcos están bien custodiados en todas las categorías de inferiores menores y mayores".
Porpato no es un nombre nuevo en el mundo sabalero. Es un viejo conocido, un hombre que lleva años trabajando en el club y que conoce cada rincón del estadio, cada pasillo, cada voz. Su historia está íntimamente ligada a los colores rojinegros, no solo como profesional, sino como hincha declarado. "Colón es mi orgullo y no lo puedo negar. En Colón he pasado los mejores momentos de mi vida. Después de mi familia, lo más grande que me pasó es ser hincha de Colón".
Héctor Porpato. El entrenador de arqueros de Colón que está más vigente que nunca. Crédito: Manuel Fabatía.
Esa mezcla de afecto y compromiso se traduce en su forma de trabajar con los arqueros juveniles, los mismos que, con esfuerzo y dedicación, sueñan con llegar algún día a Primera. "Hoy me toca estar con los juveniles que serán el futuro del club para custodiar los tres palos. Siempre se trabaja en la formación integral. Estos chicos son muy buenos pibes y no tengo dudas de que van a ser grandes arqueros", asegura Porpato, con la convicción de quien conoce el paño.
Pero su tarea no se limita a lo técnico o lo físico. Hay también un vínculo humano, una relación cotidiana que va más allá del entrenamiento. "Con ellos me une una amistad muy especial. Cuando se trabaja somos todos muy serios, y cuando se termina, hay muy buena onda", comenta.
Y agrega una anécdota reciente que pinta de cuerpo entero el clima que se vive en el grupo: "En Mendoza, la semana pasada, pasamos muy lindos días. Y después nos fue muy bien en los partidos que a cada uno le tocó jugar defendiendo la camiseta del sabalero".
Porpato, como tantos formadores silenciosos, es uno de esos pilares que sostienen el futuro de los clubes. Su tarea puede no aparecer en los titulares, pero es esencial. En cada arquero que emerge del semillero de Colón, hay algo de su mirada, de su paciencia, de su enseñanza. En cada atajada juvenil, hay una porción del amor sabalero que Porpato pone todos los días, desde su lugar, para que el escudo siga latiendo con fuerza.
"En Mendoza, la semana pasada, pasamos muy lindos días. Y después nos fue muy bien en los partidos que a cada uno le tocó jugar defendiendo la camiseta del sabalero", Héctor Porpato, entrenador de arqueros de Colón.
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