Domingo 22.5.2022
/Última actualización 15:13
El fútbol no es cuestión de privilegios, sino de derechos. Según acreditó la Convención sobre los Derechos del Niño, el fútbol es un lenguaje universal de millones de personas en todo el mundo, incluidos niños, niñas y adolescentes, independientemente de su lugar de origen, idioma que hablen o religión a la que pertenezcan.
El fútbol es el deporte más popular del mundo, especialmente en Argentina donde nacieron y crecieron grandes deportistas. Hoy, Lionel Messi, es un ejemplo en todo el universo de la pelota. El fútbol es más que un partido, es un estilo de vida impuesto por la naturaleza misma. El fútbol, como deporte popular, se respira, se siente, se lleva en la sangre y muchas veces se tatúa en la piel. Cada vez son más los niños y niñas que comienzan en las escuelitas y basta con prestar atención a los encuentros que cada sábado congregan miles de niños y niñas de muy corta edad. Pasión Liga, cada fin de semana, se encarga de visualizar, de mostrar el porque de la felicidad plena de un niño/a corriendo detrás de la pelota sin importar el resultado.
Tomemos conciencia y digámosle no, a la violencia. Foto: Flavio RainaApuntar al objetivo del sueño cumplido y lograr la felicidad plena de cada pequeño deportista, esa es la cuestión. La afición, la dedicación es cada vez más grande ya que las niñas también están conquistando espacios en este deporte popular.
Pues bien, los padres, en su gran mayoría, apoyan esta propuesta. En tanto, una minoría, engendra violencia de tal magnitud que perjudica a sus propios hijos.
Como se dijo siempre, y hay profesores que lo sostienen, el fútbol socializa a los pequeños deportistas, les inculca el trabajo en equipo, el valor del compañerismo, la generosidad y la caballerosidad deportiva. Algunos sicólogos afirman que el fútbol es una buena herramienta para alejar a los más jóvenes de las tentaciones de las drogas, la violencia, el alcohol y otros tantos males que ofrece parte de una sociedad que atraviesa problemas significativos.
Los padres de hijos futbolistas en ocasiones caen en el error de presionar constantemente al niño y esto lo lleva a frustrarse e incluso a abandonar el deporte, pasar un mal momento en la escuela y hasta encerrarse en un mundo sin salida donde las consecuencias muchas veces son las no deseadas.
Los padres, cuando llevamos a nuestros hijos para que disputen un partido de fútbol, aprendemos algunas lecciones de educación que son muy valiosas para la vida misma. Ellos, con su inocencia, nos muestran en todo momento el comportamiento deportivo, respetando al equipo contrario y al árbitro de turno. El fútbol educa desde el mismo momento que ellos, los más pequeños, pisan una cancha. Pues, es hora de pensar en el bienestar de nuestros hijos y saber que esa felicidad que ellos consiguieron corriendo detrás de una pelota no tiene precio y no se negocia. Como papás que somos, dejemos que ellos disfruten de cada domingo y que esta imagen de canchas vacías no se vuelta a repetir.