Oscar Mottier marcó una época en la Liga Santafesina Fútbol y dejó su huella a nivel nacional. Reconocido por su autoridad, su capacidad técnica y su ética intachable, fue uno de los árbitros más respetados de su tiempo. Su carrera, forjada en las décadas del 90 y principios del 2000, le permitió arbitrar partidos clave y ganarse el respeto de jugadores, entrenadores y colegas.
Oscar recuerda con orgullo su trayectoria, pero también destaca las transformaciones que ha vivido la profesión: "Eran otros tiempos. Hoy, los chicos que se inician en esta carrera y la toman con seriedad llegan muy lejos. El trabajo que se realiza desde el Colegio de Árbitros es bueno, y eso se ve reflejado en la cantidad de buenos jueces que comenzaron en nuestra Liga y ahora están en lo más alto del arbitraje nacional".
Sin embargo, su mayor orgullo no está en sus propios logros, sino en la continuidad que representa su hijo Nicolás: "Como padre de uno de ellos me siento muy orgulloso. Nicolás eligió una profesión hermosa, y aunque él tiene su propio camino, ver que sigue con tanto compromiso lo que yo inicié es algo muy especial".
Nicolás Mottier, un árbitro en ascenso
Nicolás, el hijo de Oscar, ha tomado la posta familiar en el arbitraje. Con una formación integral y una dedicación plena, ha comenzado a destacarse en el ámbito nacional. Su carrera refleja no solo el aprendizaje técnico y práctico, sino también los valores transmitidos por su padre.
Lejos de depender de su apellido, Nicolás ha trabajado para construir su propio legado: "Ser 'hijo de' no significa que todo esté servido en bandeja. Papá fue un gran árbitro, pero eso no me habilita automáticamente a ser como él. Cada uno tiene su propia impronta, y mi objetivo es aportar lo mejor desde mi lugar".
El joven árbitro destaca el reconocimiento que han logrado los jueces santafesinos en el panorama nacional: "En Santa Fe se están formando muy buenos árbitros. Los que llegaron antes siempre dejaron una gran imagen, y los que estamos en carrera damos lo mejor para mantener ese prestigio. Esta es una profesión que abrazo con el alma, y cada fin de semana intento demostrar que elegí un camino digno y apasionante".
La historia de Oscar y Nicolás Mottier trasciende el arbitraje. Representa un gran momento construido en base al trabajo, el esfuerzo y el amor por una profesión que exige dedicación y compromiso.
Ambos coinciden en la importancia del sentido de pertenencia, un valor que los une a la Liga Santafesina, donde comenzaron sus carreras. Desde allí, cada uno en su tiempo y con su estilo, supo ganarse el respeto de la comunidad futbolística.
"El arbitraje nos enseñó mucho más que las reglas del fútbol. Nos formó como personas, nos dio valores y nos permitió aportar algo a este deporte que amamos. Eso es lo que más rescato de este camino que compartimos como familia", reflexiona Oscar.
La historia de los Mottier también pone en evidencia el buen momento del arbitraje en Santa Fe. Con una estructura sólida y un sistema de formación integral, la Liga Santafesina de Fútbol se ha convertido en una cuna de árbitros que trascienden las fronteras regionales.
El trabajo del Colegio de Árbitros y el compromiso de los jueces jóvenes garantizan una continuidad que ya ha dado frutos en el ámbito nacional. Ejemplos como el de Nicolás demuestran que, con esfuerzo y dedicación, es posible construir una carrera sólida y respetada en el arbitraje.
Oscar y Nicolás Mottier son la prueba de que el arbitraje no solo es una profesión, sino también una pasión que puede unir generaciones. Padre e hijo comparten una misma vocación, cada uno con su impronta y en contextos diferentes, pero con un objetivo común: honrar al fútbol desde el rol de jueces.
Su historia inspira y refleja los valores que el arbitraje puede transmitir, convirtiéndose en un ejemplo para las futuras generaciones de árbitros que, como ellos, comienzan su carrera en las canchas de la Liga Santafesina.
La historia de Oscar y Nicolás Mottier trasciende el arbitraje. Representa un gran momento construido en base al trabajo, el esfuerzo y el amor por una profesión que exige dedicación y compromiso.
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