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VECINOS DE EL POZO
"Nuevamente reclamamos por la laguna de agua cloacal (¡¡y van...!!) que se forma en la esquina de Marta Samatán y Jiménez Assua. Este es un problema recurrente: cada dos por tres, tenemos que hacer el reclamo y, por lo visto, son paños fríos lo que ponen en práctica, porque destapan y a los días estamos con la misma calamidad... Les rogamos a Assa, a la Municipalidad, al gobernador, a quien sea, que resuelvan este problema de raíz, con las obras que sean indispensables para terminar con esta situación. Pagamos nuestros impuestos y servicios, y tenemos el derecho de vivir dignamente, en un lugar con la mínima salubridad, lo que no sucede en un ambiente donde hay aguas servidas en plena calle. Además, por allí pasa muchísima gente, niños, etc., y a veces no tienen la precaución de no pisar ese líquido contaminado. Ni hablar de los perros... Asimismo, solicitamos que destapen la cloaca de una vivienda particular, ubicada sobre calle Jiménez Assua: en Manzana 14, Vivienda 19: también salen líquidos cloacales desde hace un mes, lo que contribuye al ambiente contaminado en que vivimos, ya descripto. Gracias al diario por este espacio".
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UN LECTOR
"En repetidas oportunidades he leído en este espacio, comentarios de santafesinos, que por diversas razones, están absolutamente descontentos con la gestión municipal, actual y pasada. Yo me sumo, haciendo alusión al Derecho de Uso de la Red Vial, ese canon que instauró en la gestión anterior, y que hace que cualquier automóvil transferido deba abonar ese canon, cuando ya hemos pagado todos los impuestos nacionales, provinciales y municipales correspondientes; incluida la patente automotor, que es coparticipable para la Municipalidad y que es la que teóricamente recauda para mantener la red vial. De manera que ese canon, llamado vulgarmente 'el impuesto al bache' es ilegal y anticonstitucional; está ejerciendo una doble o triple imposición sobre una misma cosa. En algún momento, nuestros ilustres concejales, conocidos por ser desconocidos, anónimos,... amagaron con derogar esta norma, pero no, evidentemente la recaudación interesa más que la legalidad. Yo vuelvo a peticionarles a nuestros concejales que hagan un acto honorable y les exigimos una pronta derogación de este tributo. Es una suma muy grande. Cada auto paga $ 10.000 ó $ 15.000: mucho dinero. Los santafesinos estamos hartos".
LLEGAN CARTAS
DR. MARIO PILO
El 12 de Octubre, más allá del redescubrimiento de América (ya lo habían hecho los vikingos siglos atrás y hay leyendas hasta en el hoy Paraguay) por Colón, me interesa otro enfoque: el de mis clases de historia.
El 12 de octubre de 1492, América descubrió el capitalismo. Cristóbal Colón, financiado por los reyes de España y los banqueros de Génova, trajo la novedad a las islas del mar Caribe.
En su "Diario del descubrimiento", el almirante escribió 139 veces la palabra: oro, y 51 veces la palabra: Dios, o Nuestro Señor. Y el 27 de noviembre de 1492 profetizó: "Tendrá toda la cristiandad negocios en ellas" y en eso no se equivocó. Colón creyó que Haití era Japón y que Cuba era China, y que los habitantes de China y Japón eran indios, de la India; pero en eso sí se equivocó.
Al cabo de 5 siglos de negocios, ha sido aniquilada una tercera parte de las selvas americanas. Esta yerma mucha tierra que fue fértil, y más de la mitad de la población come salteado.
Los indios, víctimas del más gigantesco despojo de la historia universal, siguen sufriendo la usurpación de los últimos restos de sus tierras y continúan condenados a la negación de su identidad diferente. Se les sigue prohibiendo vivir a su modo y manera, negándoles el derecho de "ser". Al principio, el saqueo y el "otrocidio" fueron ejecutados impostando "el nombre Dios de los cielos". Ahora se cumplen en nombre del "Dios del progreso".
Sin embargo, en esa identidad prohibida y despreciada fulguran todavía otras clases de la América posible: solidaria, integrada, inclusiva. América, ciega de racismo aún, no las ve.
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NYDIA GALASSI
Verónica se levanta de la cama. Se estira, los brazos sobre su cabeza, entrelazados los dedos de las manos; contiene la respiración y después larga todo el aire de una vez.
Rueda hasta quedar de costado en el borde de la cama. Cierra los ojos. Suspira. Asoma la cabeza ya con los ojos abiertos.
El suelo y las pantuflas están ahí nomás. Suspira otra vez y baja una pierna. Afirma los brazos y finalmente se sienta.
Su amante se acaba de ir. Ella no le permite que se quede hasta el amanecer, pero es lo acordado a pesar de él.
Vive en un piso completo para ella, equipado con las medidas de seguridad más sofisticadas. Trabaja online. Pocos amigos tienen el privilegio de compartir su mundo.
Se acerca al ventanal. Está casi desnuda. La brisa le mueve los cabellos lacios, ahora enmarañados y se lleva el calorcito del cuerpo. Se siente segura en su lujosa prisión.
Mira más allá de la ventana porque algo le llama la atención.
Un hombre de edad mediana zarandea a una chica jovencita que se resiste a patadas y golpes de puño.
La lucha es despareja. Sabe quién ganará.
Hay un auto en marcha esperando.
Desesperada llama al 911.
Verónica tiene su propia batalla que lidiar.
Comienza con los odiados síntomas: palpitaciones, sudor, boca seca, vacío en el estómago y temblores.
Siente que va a morir, pero algo tiene que hacer. No puede permitir que abusen de la chica.
Toma algo de whisky para darse ánimos. Su enfermedad la aísla e invalida gradualmente. Si no se trata se vuelve crónica y puede llevarla al suicidio.
Tiene que actuar rápido, se pone una bata.
Toma su revólver y se acerca a la puerta de salida agarrándose de las paredes.
Cuando llega a la vereda da un alarido estremecedor y dispara al aire.
El tipo se vuelve asombrado, al verla armada, deja a la joven tirada y corre al auto.
El cuerpo de Vero cae flácido, la bata mojada por el orín apenas la envuelve.
Ahora es la chica la que viene en su auxilio.
(*) Cuento.