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GABIEL SONÚ
"Los vecinos volvemos a hacer el reclamo por una chapa que hay en calle Francia al 2220. Hay un edificio que está en construcción. Ya hicimos el reclamo el 8 de julio, a través del diario, y las chapas siguen estando, provocando un ruido molesto todo el tiempo, sobre todo a la noche y los que más lo sufren son los que tienen el dormitorio al frente. Es algo permanente. Los vecinos no le vemos la solución. Assa tampoco responde, así que lo único que nos queda es acudir a ese prestigioso diario, para que se den por enterados de este reclamo y se dignen a darnos una solución. Porque si no, cada vez que alguien construye un edificio la gente tiene que estar escuchando 8 meses de ruido... Es una locura. No hay ninguna clase de solidaridad ni respeto, ni nada. Si no que el que está construyendo el edificio o algún empleado de Aguas Santafesinas se venga a vivir acá, a ver si le gusta".
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MARIO PILO
"El desconsuelo nacional: desesperanza, insatisfacción y dolor es el resultado de casi un 75 % de encuestados últimamente. En un país donde esos guarismos son los únicos que crecen; pero el gasto político que no es inversión ni acompaña la miseria popular y el gasto social planero que ya no es más que subsidio a la vagancia ya generacional, no ya inversión de futuro, también sigue creciendo. Además, también, la inflación, que en julio llegó a casi el 8 %, en un país ni siquiera bananero, que ya llegó a otro primer puesto, siempre de signo negativo. El primer país del mundo de aceleración de aumento de precios a consumidores y usuarios y todavía hoy llegan los aumentos de tarifas e impuestos de agosto, incluyendo los alquileres y expensas y aún no llegan los pedidos de paritarias de los grupos sindicales, sobre todo de estatales. La percepción de la corrupción llegó al segundo lugar, luego de la inflación, como solo ocurre en Argentina, cada vez que el bolsillo colapsa. Si no es solo una preocupación de intelectuales. Y hace años que venimos reiterando que la corrupción es la madre y padre de todos los males de cualquier país. Económicos, sociales, aun educativos y por supuesto, institucionales. Hace demasiados años de un país al margen de la Constitución y de la ley, como para que venga con nuevos versos un superministro, que para muchísimos y me incluyo, es más de lo mismo. La esperanza murió, de nuevo, en Argentina, hace 12 años. Difícil será recuperarlos".
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LLEGAN CARTAS
MIGUEL ÁNGEL REGUERA
Hace 50 años que cuales Sísifos modernos, los argentinos estamos condenados a sufrir eternamente el castigo de subir cuesta arriba la roca de las incapacidades o corruptelas baratas y egoístas de nuestras clases dirigentes.
Esa inmerecida roca, al volver a caer desde la cima, llega a valles de estanflación, cada vez más profundos;es decir con mayor pobreza, más indigencia, más desocupación, más inflación, más deuda y a la vez con una infraestructura que ha quedado obsoleta en el tiempo, ya sea por la falta de Estado y de mercado, o de mercado y de Estado.
No importa el orden, pues ninguno de los dos ha atendido con eficiencia los problemas y necesidades de los argentinos.
Hoy, entre el "desarrollismo a la bartola" de unos y el "keynesianismo a la marchanta" de otros, vivimos una encerrona de la que es muy difícil salir sin acuerdos básicos, que apunten a pensar qué país queremos para las próximas décadas.
El Chocón, Zárate Brazo Largo, las centrales nucleares de Atucha, el Túnel Subfluvial, por ejemplo son obras tan importantes que demandaron muchísimos años.
Las obras que hoy necesitamos exceden claramente el mandato de 4 años de un presidente. Esto ya no se arregla con "platita" y bicisendas, carriles exclusivos para buses, cambio de nombres de calles o plazas, asfaltar un par de kilómetros o una cooperativa haciendo un cordón cuneta.
Ya es tiempo de abandonar la cosmética con fines electoralistas y dedicarnos como nos dijo Ortega "a las cosas".
Hoy gobernar es buscar los recursos para crear una infraestructura de gasoductos y oleoductos; nuevas rutas; extensión y modernización de la red ferroviaria; nuevos puertos y aeropuertos; ampliar la capacidad de generación de energía geotérmica, eólica, hidroeléctrica; solucionar el déficit habitacional; etc.
O la política recupera el sentido común y su capacidad transformadora de la realidad, o las próximas generaciones serán los herederos de esta roca que deberán seguir cargando por las mentiras, el desinterés, las avaricias, las inconductas, las indolencias y las iniquidades del pasado y del presente.
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ALEJANDRO DE MURO
Muchos de los educadores actuales reniegan de la enseñanza tradicional. Le restan valores. La minimizan. Consideran que, en décadas pasadas (seis o siete), los alumnos vivían sometidos a un rigor que inhibía el desarrollo creativo. Atados a una disciplina férrea que los sojuzgaba. La defensa a rajatabla de la autoridad del pedagogo implicaba atribuirle -poco menos- el carácter de intocable.
Sin embargo, los padres de entonces, en su mayoría, avalaban ese criterio. Tanta era la credibilidad del líder escolar que a menudo, frente a una controversia, el comentario frecuente destinado a un hijo era: "Si tu maestro lo dice, es verdad...".
Asentar aplazos en los boletines, con tinta roja, era estigmatizar a sus destinatarios. Humillarlos. Se llegó a la aberración de suprimir los números ofensivos y reemplazarlos por notas de concepto edulcoradas. ¿Nadie comprende que estábamos frente a una versión objetiva y que, a través de su elocuencia (numérica y de color), el propósito era acicatear al alumno y propiciar su revinculación con el estudio?
Los cuadros de honor, fieles reflejos de los niveles de aprendizaje alcanzados, se limitaban a mencionar a los dueños de los mejores promedios. Sin el ánimo de mortificar a nadie. Resulta notable cómo ejercicios consistentes en lecturas en voz alta han perdido vigencia; no favorecen, por ende, el vencimiento de la timidez y el logro de una mayor fluidez verbal.
En otro orden, la memorización de textos -práctica habitual y hoy cuasi-abandonada- tenía por objetivo activar importantes funciones del cerebro.
En la permisividad que se observa, cobra protagonismo un manifiesto sesgo ideológico. Prevalece un afán demagógico por otorgarle al estudiante un rol que no le compete. A congraciarse con él. Ciertamente, no está facultado para determinar cuál es el docente más capacitado para dictar una materia. No obstante, se lo convoca y escucha como si fuera un académico.
Todo lo anterior podría inducir a la instalación de un falso dogma. A sostener que todo tiempo pasado fue mejor. Nada de eso. Lo grave es caer en maniqueísmos. En subestimar el mérito o denostarlo.
En definitiva, inteligencia y memoria deberían primar para poder desembocar en la más equilibrada fórmula educativa y cultural.