Falta control de la obra pública
Falta control de la obra pública
"Avellaneda y Bv. French: la nueva chanchería en la ciudad de Santa Fe. Terrenos recién dejados por un permisionario, que realizó obras, y que fueron recepcionados por la provincia y la Municipalidad, por supuesto, sin controlar nada. Y digo chanchería, porque el cruce del ferrocarril está destrozado, al igual que el pavimento y hasta levantadas las vías, tanto en French como en Avellaneda. Una senda peatonal, que otrora era hermosa, brillante. Y hoy está totalmente levantada y destrozada. Además, varias columnas de luz que antes funcionaban, ahora no lo hacen, porque los cables fueron cortados por los camiones de gran porte y la maquinaria idéntica. Señores: árboles que fueron arrancados de cuajo, recién plantados, por la empresa que realizaba las obras y jamás fueron repuestos. Eso es lo que tiene la ciudad. Han caído 4 gotas, el desnivel es irreproducible y junta cantidad de agua. Por supuesto, ningún técnico, ingeniero o arquitecto ha aparecido por el lugar. Así estamos. En las narices de los responsables, se le desbarranca el dique 2 del Puerto. Esa es la obra pública de Santa Fe, señoras y señores".
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La casa sobre el arroyo, misión y pasión
"¿Fue el sentido misional? ¿Fue el amor al paisaje y al desafío de integrar el resultado de los sueños del hombre a los sueños divinos? ¿Fue la pasión de un hombre, una mujer, su hijo, la arquitectura, el diseño, la música y el pensamiento del arte moderno? Seguramente no hay una sola respuesta, pero la obra está allí, para admiración de los marplatenses y de todos los que visitan la ciudad. Se llama "La casa sobre el arroyo", algunos amigos de la radio de los años 70 la llaman "la casa del puente". Parece navegar por encima del "arroyo Las Chacras", curso de agua fundacional de la ciudad de Mar del Plata. Sus arcos, líneas modernas y el hormigón vestido con el humilde gris del olvido están esperando que éste sea el año de su definitiva puesta en valor. Los árboles nativos del par de hectáreas que rodean la casa miran azorados la belleza de la obra de los esposos arquitectos Amancio Williams y Delfina Gálvez Bunge. Monumento al amor, anfiteatro natural de la música celestial fruto de la armonía del agua corriendo, de las hojas meciéndose adormiladas por la brisa, de la luz barnizando las partituras de su hijo Alberto Williams. Allí los amantes de la música, tanto como del encuentro entre el papel y el lápiz de grafito, supieron hacer su nido. Hoy, vecinos y amigos del museo, unidos a la dedicación inclaudicable desde hace años de Magalí Marazzo, que también es misión y pasión, se han propuesto que sea el año del renacimiento, de la restauración definitiva y puesta en valor. Mañana, gracias a todos los nombrados, se podrá cruzar sobre el arroyo, a través de una casa, admirando sus líneas, sus sonidos, sus imágenes. Podrán fotografiarse los árboles autóctonos, las aves y hasta uno mismo abrazado a sus amores reflejados en el arroyo. Este año Mar del Plata, patrimonio de la humanidad, tiene la oportunidad de sacarle brillo a una nueva perla de su collar atlántico, todo gracias a la misión y pasión de hombres y mujeres que aún siguen creyendo en la belleza, en la historia, en el legado cultural y en que las nuevas generaciones merecen irse de la "muy galana costa", como la definió Juan de Garay, con algo más que una caja de alfajores en su bolso y un puñado de arena en sus calzados. ¡Así sea!".
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Llegan cartas
La bicicleta de fin de año
Era mi intención renovar la bicicleta cuando terminase el año. Es un hecho que al culminar un ciclo es importante reemplazar las partes que ya sufren un desgaste. Una posición engañosa, en caso de adoptarla, ya que no sería posible aplicarla para todos los casos. (El matrimonio, solo a título de comentario).
Me concierne reparar mi velocípedo, en algunas piezas, pero no veo la necesidad de cambiarla. A esta altura ya le tomé cariño.
El ritual de empezar y terminar es el símbolo de la vida. Cuando nos comprometemos con ella, ajustamos en el día a día los reemplazos que consideramos necesarios para transitar sin mayores sobresaltos. Inventamos reglas propias que pueden sernos de utilidad para ver si tenemos lugares en común con otros personajes de nuestra especie.
Ahora no es este el punto en cuestión, sino la perspectiva de una representación festiva por la culminación de un ciclo. No resultan las reformas y mejoras circunstanciales en el corto plazo. Damos tiempo a la adaptación de los elementos nuevos. No entiendo la apariencia, siempre, mientras existo, asisto a un estado similar de consuelo cada vez que llega este día. Y la reiteración de los posteriores. Nada cambia si no propongo yo hacer algo distinto. Asumo que para quedar en paz con lo que debería haber resuelto, me consuelo en la esperanza de que lo que se aventura, mejorará la expectativa. No existen años buenos ni malos. Todo es acorde a nuestra responsabilidad y compromiso.
Nuestro ánimo es lo que tal vez predispone el resultado. Llega la culminación del período y parece que por el solo suceso todo termina para comenzar el día próximo mejor. Desde que practico esta celebración siempre ha seguido amaneciendo. El sol sale, si no hay nubes, pero ahí está. Dando la referencia de que de todas maneras la Tierra sigue girando.
Me predispongo a mejorar, aunque no evito seguir envejeciendo y este estado ya hace que sea una contienda en desventaja para mi propuesta. Me esfuerzo, pero nada puedo con el inexorable paso del tiempo. Mirar para atrás y descubrir que cada fin de año es distinto, soy testigo de que no es posible disfrazar la actitud humana, desde el momento mismo en que tomamos conciencia del vivir, descubrimos que ya estamos muriendo.
La celebración termina siendo una imposición a la propia impotencia, engañarnos intentando convencernos de que podemos retrasar por unos segundos la inevitable culminación. Pero así y todo, ante lo trágico del paso del tiempo, existe algo que nos pertenece y es la condición de experimentar la felicidad, ilusionándonos con que el próximo año, este 2022, será mejor.