Luis Rodrigo | politica@ellitoral.com
No hubo gradualismo para eliminar aportes del Estado nacional en generación y transporte. El último aumento no cubrió la disminución de los subsidios, sólo parte de la suba del dólar.
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El precio de las tarifas de la energía eléctrica en el nivel mayorista destinadas a los hogares subieron, desde enero de 2016, un 3.835 %. Ese es el valor que, en su mayoría, afectó -en parte- a los llamados clientes residenciales que consumen menos de mil kw/h por bimestre.
Cada aumento en generación y transporte repercute parcialmente en las tarifas de finales que pagan los clientes de la EPE. Así, por ejemplo, la última suba del 36,1% dispuesta por la Nación repercutió en un 15 % en promedio en la empresa provincial.
En enero de 2016 el precio del megavatio en el nivel mayorista para un usuario residencial con ese consumo mayoritario era de tan sólo $ 38,3. Pero para marzo, ese valor había trepado a $ 329, lo que implicó un primer sacudón del 760 %.
Como las tarifas mayoristas de la energía habían sido prácticamente congeladas durante casi una década, esa suba no fue una sorpresa. Y aunque desató protestas se trató, en definitiva, de una actualización. Obviamente, no hubo gradualismo. Y tampoco en lo que le siguió: en febrero de 2017 ya estaba a $ 416.
Para marzo de 2017 pasó a $ 674. El año pasado terminó con $ 906 en diciembre. Ya en febrero de este año saltó a $ 1.097 y con el último aumento del corriente mes a $ 1.506.
Diferencia
La Casa Rosada subió en 7 oportunidades el insumo en algo más de dos años y medio. Pero el último salto, del 37 %, a partir del 1º de agosto de 2018 tiene una diferencia muy importante: su único objetivo fue poder acercarse al aumento del dólar en los costos de la generación eléctrica.
A fines de 2017 el Ministerio de Energía y Minería celebraba porque estaba muy cerca de lograr que todos los usuarios paguen por lo que consumen, sin subsidios del Estado. Para entonces los clientes residenciales cubrían con sus tarifas un 82 % del costo de sus consumos. El restante 18 % lo ponía el Estado y el objetivo estaba cerca... hasta que subió el dólar.
La estampida del billete verde obligó a la administración del presidente Mauricio Macri a subsidiar casi kirchnerísticamente la energía y debió cubrir hasta el 50% de sus costos dolarizados.
El gobierno nacional optó por aceptar lo que la industria que produce energía reclamaba hace años: la dolarización de las tarifas en el nivel mayorista que está bajo su control (generación y transporte). Y traslada esos valores a las empresas distribuidoras (casi todas en manos de las provincias, salvo Edenor y Edesur, en Capital Federal y el Gran Buenos Aires).
En pocas palabras, el último aumento no sirve más que para cubrir lo que el dólar se llevó de la política de reducción de subsidios. Es más, el ministro del área a nivel nacional, Javier Iguacel, detalló que el gobierno nacional, tras el aumento sigue subsidiando un 33 % del costo de la energía y sostuvo que su reducción “será gradual” a lo largo de los próximos dos años.
Otros casos
Hoy en el nivel mayorista el valor del kw/h es idéntico para los clientes residenciales, más allá de su demanda. A diferencia de lo que ocurría con el kirchnerismo que había fijado valores mayores según consumo.
Así, durante el gobierno nacional anterior, quienes necesitaban menos de mil Kw/h por bimestre tenían una tarifa mayorista 38,3 y con consumos superiores a los 2.800 kw/h bimestrales, $ 160,2.
Por esa razón, para quienes ya tenían tarifas algo más altas, ahora el impacto es un poco menor. Los residenciales que consumen 1.000 y 1.400 kw/h por bimestre subieron 2.080 %; entre 1.400 y 2.800 kw/h por bimestre, 1.425 %; y con más de 2.800 kw/h por bimestre, 840 %.