Alejandro Catterberg: "Hoy el principal desafío de Milei es sostener la esperanza"
En esta entrevista, el encuestador y analista desentraña el impacto de la presidencia de Javier Milei en la política argentina. “Hoy en todos los sectores vemos fragmentación, debilidad, fragilidad y confrontación”. Si el Gobierno logra estabilizar la macroeconomía y domar la inflación, explica, el desempleo se convertirá en la primera preocupación de la opinión pública.
El presidente argentino volvió a viajar, esta vez a España. Crédito: Reuters.
Desde hace más de 20 años que Alejandro Catterberg le toma el pulso a la opinión política de los argentinos. Es uno de los encuestadores y analistas más reconocidos del país, y desde Poliarquía Consultores ha trabajado con los principales partidos, gobiernos, empresarios y líderes sociales. Junto a su socio, Eduardo Fidanza, ha desarrollado pronósticos electorales en más de 20 elecciones nacionales y provinciales, pero ninguna lo sorprendió tanto como la presidencial de 2023: “fue un terremoto”, confiesa, mientras toma un té sobre la vereda de una moderna cafetería en una esquina del barrio de Belgrano. Su formación académica (tiene una Maestría en Investigación en Ciencias Sociales por la Universidad de Columbia) lo lleva a sostener sus interpretaciones en datos y encuestas, y su estilo docente (es profesor en la Universidad Di Tella) le aporta un tono pausado y didáctico.
—En mayo de 2023, hace exactamente un año, las encuestas ubicaban a Javier Milei en un tercer lugar con una intención de voto de menos del 20 %. ¿Qué pasó en la Argentina en los últimos 12 meses?
—Pasó un terremoto. Primero un terremoto electoral, y luego un terremoto político, que provocó movimientos tectónicos, de mucha profundidad. Y las réplicas se siguen sintiendo. Gran parte del poder de la Argentina sigue desorientado, tratando de entender qué pasó y qué va a pasar, y cómo acomodarse a la situación. En los factores de poder del país hoy sigue habiendo un profundo nivel de desorientación, incertidumbre y sorpresa.
—En el Gobierno dirían, “no la ven”.
—Pero ojo que a veces el propio Gobierno “no la ve”.
—Demos un paso hacia atrás. ¿Por qué se produjo el terremoto?
—Yo creo que hay varias razones. Primero, doce años de una economía sin crecimiento, que genera pobreza y falta de oportunidades, con caída de la inversión y de la productividad. Todo en gran parte como consecuencia de lo que para mí fue la marca principal del kirchnerismo: tomar un Estado que era el 28% del PBI y llevarlo a más del 40%.
Alejandro Catterberg, encuestador y analista.
—¿Segunda razón?
—Las sucesivas desilusiones. Desilusión con el segundo mandato de Cristina, una ilusión y rápida desilusión con el gobierno de Macri, una menor ilusión y nueva y mayor desilusión con el de Alberto Fernández. Así la sociedad se fue alejando del sistema. Se desplomó la confianza en las instituciones: Congreso, 15%, sindicados, 5%, partidos políticos, 10%. Política, empresas, medios de comunicación, todos bajo la nube de palabras que incluye decepción, preocupación, enojo, bronca, frustración.
—¿Qué más?
Una política que, en vez de reaccionar y entender ese contexto, siguió encerrada en una grieta polarizada de kirchnerismo vs. antikirchnerismo. Y la decisión de los dos principales líderes de los últimos 20 años, Cristina Kirchner y Mauricio Macri, de no dar un paso al costado una vez que abandonaron el poder, impidiendo el surgimiento de liderazgos nuevos que tomen la posta. Eso hizo que sus coaliciones perdieran competitividad.
—Sin embargo, un año antes de las elecciones, Juntos por el Cambio parecía encaminarse a una victoria segura.
—Tenía un penal sin arquero, electoralmente hablando, pero tiró la pelota a la tribuna.
—¿En qué sentido?
—Se confiaron, pensaron que tenían la elección ganada, no entendieron el contexto social y se embarcaron en una pelea política fenomenal. Perdieron la elección y una increíble oportunidad de gobierno, con la mitad del Congreso, la mitad de las provincias, y con la experiencia previa de haber pasado por la gestión. Pero creo que hay una última razón, también importante.
—Que es…
—Un Milei candidato muy astuto. Las condiciones estaban dadas para que un outsider haga un buen desempeño, pero Miley llega a la presidencia además porque leyó bien a la sociedad y acertó con su mensaje y su relato.
—¿La narrativa anticasta?
—Sí, pero no sólo. Su mensaje tuvo tres componentes. La efectiva etiqueta del anticasta, pero también la idea de la dolarización como mecanismo para terminar con la inflación, y por último la idea de la libertad, que me parece que articuló muy bien con lo que la pandemia produjo como experiencia en los votantes jóvenes.
—¿Cuáles son las principales consecuencias del terremoto?
—Hoy tenemos al presidente con menos experiencia en el poder de la historia argentina. Milei no sólo es un outsider de la política, es un outsider del poder. Llega con una debilidad institucional que lo convierte posiblemente en el presidente más débil de la historia argentina.
—Lo vimos esta semana con los intentos por aprobar la Ley Bases, con sus 7 senadores sobre 72.
—No tiene representatividad en el Senado, no tiene apoyo de factores de poder significativos como los sindicatos o los movimientos sociales. Llega sin partido, sin equipo, sin experiencia. Por eso en el arranque de su gobierno el nivel de incertidumbre fue extremo.
—Pero pasaron 5 meses, ¿qué cosas sabemos hoy respecto de Milei que no sabíamos el 10 de diciembre de 2023?
—Lo primero que sabemos hoy es que no tuvo la crisis de gobernabilidad que muchos esperaban. Es cierto que nunca antes tuvo o ejerció el poder, pero tiene uñas de guitarrero. Entiende, le gusta y lo maneja. También sabemos que ante algunas situaciones muestra profundas dosis de pragmatismo, o una hipocresía necesaria, bastante propia de la política.
—¿Por las contradicciones entre sus promesas de campaña y la realidad?
—Exacto. Que el ajuste lo iba a pagar la casta, pero en realidad lo paga toda la sociedad, principalmente los jubilados y la clase media. Que viene contra la política, pero después negocia con el peronismo y el massismo. Propone libertad de mercado pero tiene que regular el precio de la medicina prepaga. Pero en las últimas semanas el gobierno se va normalizando.
—¿En qué sentido?
—Despejó el riesgo de una hiperinflación o de un rodrigazo. De todas las reformas que quiso imponer en enero, algunas negocia, otras se caen. También se equivoca y pierde el control de la agenda pública y le entra la crisis de la educación universitaria. Y empieza a postergar medidas, como la suba de la tarifa de energía.
—¿Cómo se explica el nivel de popularidad de Milei mientras aplica un ajuste sin precedentes, con caída del salario real, las jubilaciones y este nivel de recesión?
—A ver. El nivel de popularidad de Milei hoy no es superior al que podían tener en su quinto mes de gobierno Mauricio Macri o Néstor Kirchner. Cristina Kirchner en su primer gobierno y Alberto Fernández (a raíz de la pandemia) tuvieron un nivel de aprobación más alto aún. Pero es cierto que llama la atención que después de 4 o 5 meses de ajuste Milei esté con un apoyo de entre el 55 y 60% de la sociedad.
—¿Tu hipótesis?
—Son dos, parcialmente comprobadas por las investigaciones. La primera: en diciembre el 80% de los argentinos creía muy posible una hiperinflación. Hoy esa cifra es menor al 40%. Esa expectativa le está jugando a favor. Muchos economistas te dicen que no íbamos a una híper, ahí Milei tuvo la astucia de convencer a la gente que íbamos a la hiper o a algo parecido.
—¿La segunda hipótesis?
—Hay un diagnóstico muy consistente y compartido que surge de unos focus groups que hicimos hace unas semanas, con votantes que no lo votaron en la primera vuelta, pero sí lo votaron en la segunda.
—Que dice…
—Primero, que el país está hecho pelota. Dependiendo la edad, refieren al 2001, o a la híper del 89. Segundo, la culpa es… de todos: Cristina, Cambiemos, todos son responsables con sus grietas y sus peleas infinitas. Tercero, este tipo es distinto. No se parece a nadie que hayamos conocido. Cuarto, la casta lo quiere bloquear. Y quinto, hay que darle tiempo, porque esto es muy difícil y no se va a solucionar de un día para el otro.
El presidente Javier Milei durante su mensaje por cadena nacional.
—Esto último explica su popularidad.
—Y hace que la opinión pública sea su ancla política. Esa opinión pública está sostenida en la esperanza, que sigue siendo una palabra clave, que sale todo el tiempo. La pregunta es en qué se sostiene la esperanza.
—¿Y en qué se sostiene la esperanza?
—Ese es hoy el principal desafío de Milei… La baja de inflación es un elemento. Sin embargo, estamos en medio de una anomalía: un alto nivel de apoyo, y una situación económica a nivel personal, muy baja. En algún momento estas dos variables van a converger. O mejora la situación económica, o caerá el nivel de apoyo.
—Imaginemos que la inflación se instala en una meseta de alrededor del 5%, ¿el desempleo pasaría a ser la principal preocupación de la opinión pública?
—Sí, y ya lo estamos viendo. En enero cuando preguntábamos cuál es el problema más importante, la inflación estaba en 29 %, y el desempleo era del 7 %. Tenías 22 puntos de diferencia entre ambos.
—¿Y ahora?
—En la última medición, la inflación bajó de 29 a 22 %, y el desempleo subió de 7 a 15 %. El gap pasó de 22 puntos a 7 puntos. Yo no descarto que en un par de meses, el desempleo o la falta de actividad económica supere a la inflación como primera preocupación. Y ahí estará la capacidad de Milei de seguir ganando tiempo.
—¿De qué manera?
—Diciendo: “miren, yo les prometí que iba a derrotar la inflación, y en 6-7 meses lo estoy logrando. Ahora, denme otros 6-7 meses para mostrarles que empiezan a reactivar la economía”.
—¿Qué otras consecuencias tiene el terremoto Milei en el resto de la política argentina?
—Todo el sistema político se fragmentó y se debilitó aún más. Pensá que no existe más Juntos por el Cambio, la coalición antiperonista más exitosa de la historia argentina.
—¿Y el peronismo?
—Perdió la mitad de las provincias, y hoy sólo gobierna en siete. Tiene una identidad que comparte el 25 o 30 % de los argentinos, maneja la provincia de Buenos Aires, tiene las dos primeras minorías del Congreso e influencia sobre sindicatos y movimientos sociales. Pero está golpeado y dividido. Hoy en todos los sectores vemos fragmentación, debilidad, fragilidad y confrontación.
—Un escenario institucional de mucho deterioro.
—Definitivamente. A ese escenario sumale la ausencia de liderazgos, y un presidente que no ve en la cuestión institucional republicana algún tipo de valor: ataca el periodismo, no reconoce la legitimidad de los opositores, tiene un estilo beligerante y por momentos, autoritario.
—¿Milei es un emergente de la crisis institucional y la profundiza?
—Sí. Las dos cosas. Es posible que estabilice la macroeconomía, pero en términos institucionales, también representa enormes riesgos, como su intento por intervenir políticamente la Corte Suprema.
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