Dos fechas explican que hoy haya diálogo, una convivencia ordenada y menos dolores de cabeza para la Casa Gris, entre los 12 senadores peronistas que tienen la mayoría en la Cámara alta de la Provincia.
Otra vez hay diálogo entre los 12 senadores del peronismo, en el cuerpo de 19 bancas. En 2022 -y también en parte de 2021- se impuso la lógica electoral de 2023. Las paradojas de lo que generó en Santa Fe Marcelo Sain y la decisión de la Casa Gris de bajarle el pulgar a una ley que hubiera controlado los gastos reservados.
Dos fechas explican que hoy haya diálogo, una convivencia ordenada y menos dolores de cabeza para la Casa Gris, entre los 12 senadores peronistas que tienen la mayoría en la Cámara alta de la Provincia.
El 19 de marzo de 2021 Marcelo Sain debió dejar, por sus magros resultados, su cargo de ministro de Seguridad de Santa Fe y el 4 de noviembre de ese año la Legislatura lo destituyó, del de jefe del Organismo de Investigaciones del Ministerio Público de la Acusación. Lisandro Enrico (hoy presidente del bloque de senadores de la UCR) lo acusó de hacer proselitismo en la justicia, y la decisión se tomó por muy amplia mayoría en la sesión conjunta de ambas Cámaras. Ambas fechas son determinantes para que en 2022 se pueda imponer la lógica partidaria con vistas a las elecciones de 2023.
Por otra parte, el que hoy Sain, un doble ex (del Poder Ejecutivo y del Judicial), esté imputado de haber cometido graves delitos no complica la relación entre los senadores provinciales del justicialismo, que tuvieron opiniones distintas sobre ese personaje central que condicionó y aún marca a la gestión de Omar Perotti. También fueron muy diferentes las lealtades al gobernador por un lado, y por otro las duras críticas que le hubieran servido en su momento al mandatario. Hoy, solo hay reproches y preguntas para quienes fueron responsables de sostenerlo, pese a tantas advertencias, en la Casa Gris.
Es cierto que los doce están divididos en tres bancadas, que no hay un interbloque del PJ en el Senado, y que ya no hay chances de que todos formen una sola opción dentro del partido como sucediera con el Nes, hasta la elección que ganó el justicialismo. Pero también, que la docena ha vuelto a imponer su criterio. Son los que tienen los votos para hacerlo y, libres por fin de las presiones del Ejecutivo, han vuelto a acordar. Se diría que el reacomodamiento fue natural a los senadores, que se conocen desde mucho antes de estos años tensos.
En pocas palabras, en 2022 quedó claro que el Senado es del oficialismo. Se mantuvo durante casi todo el período ordinario de sesiones la división de 6 y 6, entre los del Nes y los de "Lealtad", y a mediados de noviembre anunció que tendría un bloque unipersonal el senador por Rosario, Miguel Rabbia.
Así, hoy son 6 del Nes, 5 de Lealtad y uno de Construyendo Futuro. Rabbia es médico y se supone que intentará ser electo ahora senador titular por el departamento más poblado, antes lo fue como suplente y debió reemplazar a Marcelo Lewandowski que, a fines de 2021, asumió su banca en el Senado de la Nación. El ex periodista deportivo jugará sus propias cartas, el perottismo con Hacemos Santa Fe luce especialmente cerrado para los demás sectores del justicialismo. En cualquier caso tiene más chances de unidad el peronismo que la oposición del "no peronismo", que todavía no tiene claro si irá en uno o en más frentes.
En 2020 y casi todo 2021 las decisiones del Senado santafesino pasaban por los acuerdos entre dos sectores encabezados por el presidente del bloque del radicalismo de entonces, Felipe Michlig (San Cristóbal) y el titular del bloque Juan Domingo Perón, Armando Traferri (PJ-Nes-San Lorenzo).
La elección del "oficialismo responsable" del Nuevo Espacio Santafesino, y las tensiones internas del peronismo, generaban por entonces un mapa en la Legislatura que daba al gobernador Omar Perotti todas las normas que pidió, se el garantizó la gobernabilidad y contó con todos los presupuestos y la mayoría de las leyes que impulsó, pero eso no lo libró de duras críticas parlamentarias, ni de otras normas que no quería y que incluso vetó.
Es curioso, si Perotti no hubiera tenido éxito al voltear a una de las mal llamadas "leyes Anti Sain", hoy el Ejecutivo tendría un problema menos.
Quedó sin efecto en 2021 (porque en Diputados la mayoría opositora no tiene dos tercios) una norma que establecía mecanismos de control y auditoría inéditos para los gastos reservados en investigaciones de crímenes complejos. Era un avance de la transparencia interesante: se quitaba el velo de una de las llamadas cajas negras, pero se impuso el veto. En 2022, los fiscales de la causa por espionaje ilegal sostuvieron que el ex ministro a los gastos reservados sencillamente se los repartía, cada mes, con parte de sus colaboradores.