Domingo 28.1.2024
/Última actualización 11:20
Los autos diseñados para resistir ataques a balazos son por dentro como cualquier otro vehículo, vulnerables. Y necesitan de un uso correcto y mantenimiento, cuando no de alguna reparación. Lo prueban los dos blindados con que cuenta la flota de coches de uso oficial del Estado santafesino, comprados años atrás durante las gestiones de Antonio Bonfatti (que sufrió disparos al frente de su propio domicilio) y de Miguel Lifschitz. Al comenzar su gestión Maximiliano Pullaro estaban también fuera de uso, pero en situaciones muy distintas. El de la fábrica de origen alemán estaba en el taller oficial y solo esperaba que se le haga un servicio de rutina. En cambio el de tecnología y diseño norteamericano pasó una inexplicablemente larga temporada de ocho meses en un taller de chapa y pintura de la capital provincial, que no se concretó.
Los funcionarios del actual gobierno recordaban su buen andar y en cuanto tomaron el tema del pésimo estado con que encontraron el parque automotor oficial (la semana fue profusa en imágenes de la decadencia y el abandono a que se sometieron esos bienes públicos) preguntaron por esa unidad especial. Fueron al lugar donde se debió reparar un abollón de un choque (se dice que en Buenos Aires, en el primer trimestre de 2023 y con un funcionario al volante) y retiraron el auto ante la evidencia de que aún estaba en lista de espera. ¿Problemas para conseguir el color adecuado de la pintura por la restricción de importaciones? Puede ser. Pero un bien tan especial sin uso oficial durante ocho meses es en definitiva un mal gasto, tal como sucedió con otros vehículos. "Se abandonaban ambulancias a la intemperie porque necesitaban una reparación menor, cambiarle frenos, por ejemplo", señaló un actual funcionario.