Todo balance involucra un enfoque y un encuadre, que establecen la valoración de los elementos que lo integran. Y, por lo mismo, ofrece resultados dispares anclados en la subjetividad que ello entraña. Pero a la vez, existen nociones que imponen por sí mismas su impacto y trascendencia, independientemente de las connotaciones que cada uno pueda darles.
Y de esas hubo muchas en 2024. Tantas, que no parece estar en discusión el hecho de que el período configuró un verdadero punto de inflexión, con la fuerte (y hasta brutal) impronta que le otorgó la gestión gubernamental nacional, y las manifestaciones que, por derivación o contraste, se registraron a nivel provincial y municipal.
Javier Milei, presidente de la Nación.
Pero también en las que responden a lógicas propias y autónomas, y que forman parte de procesos históricos o de absolutas novedades, e involucran distintos ámbitos de la vida cotidiana, social e institucional.
Día por día
La monumental ley de Bases del gobierno nacional, sancionada a fines de junio, fue inédita por su volumen y sus alcances, pero también por todo el proceso político que desató, y que estableció el modelo de relación del gobierno de Javier Milei con el Congreso, y también con la sociedad. Un modelo que abarcó además el uso de los decretos de necesidad y urgencia (desde el inicial mega DNU hasta el que asignó fondos reservados para la reestablecida SIDE y fue rechazado), los vetos presidenciales (con eje central en la actualización de haberes jubilatorios y el presupuesto de las universidades) y las distintas iniciativas que atravesaron una infrecuente composición del parlamento, con una minoría oficialista atada a acuerdos más o menos permanentes o de ocasión, y un clima de beligerancia nunca antes visto; hasta desembocar en la controvertida expulsión del senador entrerriano Kueider, en sí misma una manifestación, una consecuencia y también un caso emblemático de todas estas fuerzas en tensión. En ese sentido, el Pacto de Mayo firmado el 9 de Julio se debatió entre la consagración histórica de una nueva etapa institucional, y una puesta en escena más teatral que efectiva de ella, al punto de que a esta altura del año recordarlo implica un esfuerzo para la memoria.
El "Pacto de Mayo" fue celebrado oficialmente el 9 de julio de 2024
En ese marco, las políticas de ajuste, el descenso de la inflación y el riesgo país, la expectativa por las inversiones, el comportamiento del dólar (y la demora en el levantamiento del cepo), la desregulación, un esquema tributario todavía en gestación, el aumento del costo de vida y los niveles de pobreza, la eliminación de subsidios y actualizaciones tarifarias, el ansiado superávit financiero y las remanidas negociaciones con el FMI, marcaron el pulso de la macroeconomía y también de las condiciones en que se desenvuelven los argentinos.
En el plano institucional la agenda abarcó el debate sobre la integración de la Corte Suprema de Justicia, la agenda de viajes y de relaciones internacionales del Presidente, la tensión con la vice, el recambio casi frenético de ministros y el intenso trabajo de armado de una estructura electoral, todo con el fondo vocinglero y casi siempre agresivo de las huestes digitales de las fuerzas del cielo, y el acompañamiento de un sector mayoritario de la sociedad; al menos según las encuestas.
Fabiola Yañez junto a Alberto Fernández.
Con ese mismo trasfondo se llevaron a cabo fuertes manifestaciones en defensa de la educación pública, tímidas medidas de fuerza de la CGT y una marcada reducción de la conflictividad en las calles, a fuerza de protocolos y el accionar por distintas vías sobre las organizaciones sociales. El devenir judicial de Cristina Fernández de Kirchner y las denuncias por violencia doméstica contra el ex presidente Alberto Fernández conformaron el eje de mayor impacto político de la agenda tribunalicia.
La mirada situada
En la provincia, El Litoral dio cuenta en enero de las reformas al funcionamiento del Ministerio Público de la Acusación (profundizadas con nuevas reformas durante el año), las intervenciones barriales focalizadas, la ejecución de las políticas de emergencia en seguridad, el recrudecimiento de la violencia y las propias amenazas al gobernador Maximiliano Pullaro. Luego vendrían el Plan Bandera, la paulatina pero pronunciada caída en los índices delictivos, la implementación del proceso acusatorio a nivel federal en Rosario (en mayo), una política de fortalecimiento de las fuerzas y la infraestructura de seguridad y penitenciaria, la puesta en marcha del juicio por jurados en Rafaela y, ya más cerca de fin de año, algo así como la inauguración de la cárcel federal en Coronda. También en estos días de diciembre se conocieron los postulantes la Corte Suprema de Justicia de la Provincia, luego de un año de tironeos por las vacantes y conflictos con el personal, de la ley que elevó el número de miembros a siete, en incluso de una suerte de "cumbre" en el inopinado horario de un domingo a las 8.30 de la mañana en Casa de Gobierno, a principios de septiembre.
Los conflictos por la reforma previsional, fundamentalmente con el sector docente, con el añadido del pago del premio por asistencia (que logró reducir de manera drástica el ausentismo), se canalizaron a través de amparos en la Justicia, medidas de fuerza (también progresivamente atenuadas) y manifestaciones callejeras. Pero el hecho de mayor impacto institucional y político, y un logro que fue esquivo a una sucesión de administraciones desde el retorno de la democracia, es la declaración de la necesidad de la reforma constitucional de la provincia, previendo la posibilidad de reelección del gobernador. Una cuestión que, más allá de también haber sido judicializada, ocupará el verano y buena parte de 2025, y proyectará sus efectos durante mucho más allá del tiempo que dure la actual gestión de gobierno.
Maximiliano Pullaro, gobernador de la provincia de Santa Fe.
El fortalecimiento de la Región Centro, con la recurrente presencia de los gobernadores de las provincias que la integran, y la ampliación del asociativismo a otros distritos, formó parte de una estrategia para fortalecer la explotación del potencial conjunto, y también plantarse en términos propios en un escenario nacional convulso. Sostener la obra pública frente al retaceo nacional adquirió también una relevancia mayor a la habitual, por su impacto en diversos campos de actividad.
En este marco, la atención de la cuestión social, con la reaparición del Plan Abre y la reciente renovación de la emergencia en la materia, atravesó de manera transversal a la gestión santafesina, mientras el combate del dengue, en la atención y la prevención con un plan de vacunación propio, se convirtió en un objetivo central, junto con las políticas para la contención del empleo y de acceso a la vivienda.
El corte por reparaciones del puente carretero entre Santa Fe y Santo Tomé tuvo como broche de oro, tras la apertura de la vía, el anuncio de la construcción de una nueva conexión. La ciudad, en tanto, encaró un ambicioso proyecto de iluminación para todo el éjido urbano. La disputa por los fondos para el transporte ocupó, inevitablemente, la atención de las autoridades y de la población.
Para bien y para mal, fue un año tan extraordinario que hasta contuvo la canonización de la primera santa argentina, Mamá Antula, mientras el papa Francisco también formaba parte del temario mediático, político y gubernamental, con sucesivos encuentros, pronunciamientos y una visita al país que sigue estando en el territorio de los deseos.
Un rol insustituible
Habida cuenta de todo lo repasado (y omitido) someramente hasta aquí, este nuevo esfuerzo periodístico de El Litoral aspira a colaborar con cada uno de los lectores en sus propios balances, en un momento del año que es también un punto de inflexión en el calendario, y que suele cargar con esa misión. Y lo hace dejando constancia de momentos cruciales, emblemáticos, curiosos o trascendentales, con una perspectiva más reposada que no siempre está disponible en el fragor de la cobertura diaria.
El flamante edificio de El Litoral ubicado en el puerto santafesino. Foto: Matías Pinto
Pero, sobre todo, con la mirada y el análisis de periodistas que durante todo el año fueron partícipes y artífices de esa cobertura, y que por lo mismo están en condiciones de realizar un valioso aporte a las miradas individuales y colectivas sobre esos episodios y procesos.
Un aporte que es propio del periodismo profesional en general y de El Litoral en particular, y que las características de estos mismos tiempos, de los que cotidianamente dan cuenta, hacen que estén en permanente proceso de críticas e incluso ataques, así como de valorización y reconocimiento. Todo ello de manera conjunta con los inevitables y siempre afrontados cambios y reformulaciones que se adapten a las demandas de la sociedad, anclados en valores inmutables. Algo que, en momentos como éstos, y como siempre, es más necesario que nunca.