Claudia Levin: "Hay que tomar conciencia de que con reglas se vive mejor"
La decana de Derecho de la UNL fue distinguida con el premio Raúl Alfonsín a los valores democráticos, por la Cámara de Diputados de la Provincia. Proyectos de inclusión, la formación de los profesionales y la mirada puesta en las necesidades de la comunidad.
"Darle contenido a la democracia es no solo respetar los preceptos republicanos, sino trabajar por la inclusión y para eliminar cualquier forma de discriminación". Crédito: Mauricio Garín
Recién distinguida por la Cámara de Diputados de la Provincia con el premio Raúl Alfonsín, que distingue la trayectoria y aportes de diversas personalidades a la convivencia democrática, la decana de la facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad Nacional del Litoral, Claudia Levin, puso de resalto la figura del ex presidente de la Nación como un referente de esos valores, y el impacto que tuvo para su desenvolvimiento en la esfera pública.
"Es muy emocionante, ya desde el mismo nombre del premio. Porque remite a los valores del retorno a la democracia, la república, la decencia, la decisión, la defensa de los derechos humanos. Es decir, todo lo que en algún momento me llevó a interesarme por participar en la vida pública. Así que agradezco la iniciativa del diputado Sergio Basile, acompañada por los demás legisladores y legisladoras, y las autoridades de la Cámara.
- El hecho de emprender el tránsito a los 40 años de la recuperación de la democracia lleva también a la necesidad de reflexionar sobre su estado actual, en el plano institucional, de la cultura política y el funcionamiento de la República como tal. ¿Cómo la ve?
- Con las contradicciones propias de los procesos. Claramente hay un avance en nuestras propias conciencias de la democracia en sí; lo que no significa que no haya transgresiones a los principios democráticos. Pero son transgresiones, no son las reglas. Hay más transgresiones de lo que uno quisiera, pero no se corresponden con los valores incorporados por la sociedad. Entonces, se trata de seguir afianzando ésto. No solamente la república, la división de poderes, las formas tradicionales en que se expresa la democracia, sino darle contenido. Lo que, al menos como yo lo siento, es trabajar fuertemente por la inclusión y cortar todas las formas de formas de discriminación. Desde el lugar que a uno le toque, que puede ser la Universidad, o la actividad profesional o comercial de cada uno.
- ¿Y en particular desde la Universidad?
- Poner la educación y la investigación al servicio de la sociedad. Hay que trabajar con esos valores para poner estos recursos humanos de excelencia que tenemos, esto que nosotros producimos, al servicio de la sociedad. Y para ello hay que estar en permanente contacto con ella, para ver cuáles son los profesionales que está necesitando, y coordinar eso con los profesionales que estamos formando. Y, aunque nadie lo pida, seguir trabajando por la no discriminación, la plena vigencia de los derechos de todas las personas.
- ¿Por ejemplo?
- Esta universidad fue la primera en todo el país, junto con Córdoba, en aprobar un proyecto (que tuve la suerte de dirigir) por la inclusión de personas con su identidad sexual autopercibida. Era muy difícil la retención de una persona a la que, en cada paso que daba en la universidad, la nominaban de una manera diferente a la que se autopercibía. Eso los expulsaba. Y al sistema laboral no tenían acceso. Así que la única salida era la marginalidad.
Nosotros tuvimos, junto con Córdoba, el primer proyecto de protocolo interno que respetaba esa identidad. Cada uno venía con su DNI, y durante todo el trayecto universitario era denominado con su identidad autopercibida (aunque después, por supuesto, el diploma llevaba el mismo nombre del DNI). Este proyecto fue citado por los legisladores de todos los bloques en el Congreso como un antecedente nacional de la ley de Identidad autodefinida.
Y así como en aquel momento trabajamos en ese universo, hay otro universo discriminado, pero a la vez invisibilizado, que es el de las personas mayores. Nadie lo siente como una discriminación. Pero es como que la edad hace dejar de lado los conocimientos, la expertise, y nos convierte solamente en abuelos; aunque quizás ni tengamos nietos. Hay una discriminación que socialmente está naturalizada, y que deviene en la pérdida de derechos. Más todas las barreras que hay, que no solo son físicas, sino también por ejemplo en lo tecnológico. Las app son muy útiles, pero no pueden ser la única opción para resolver cosas, porque eso deja afuera a muchas personas o las obliga a tener que pedir ayuda: es decir, las coloca en situación de vulnerabilidad, no pueden valerse por sí mismas. Y esto abarca cuestiones como hasta pedir comida, o tomarse un taxi. Entonces, igual que en lo arquitectónico, necesitamos que todo sea accesible para todos. Y a eso apunta el texto base para un proyecto de ley que elaboramos desde la Universidad, y que va a ser tomado por Diputados para su tratamiento.
Son batallas que hay que dar, pero que también hay que instalar. Como hace años cuando planteamos cuestiones con mirada de género, en un programa de radio y luego de televisión, en épocas en las que al feminismo había que explicarlo tanto. Ahora la discriminación sigue existiendo, pero ya no es una rareza hablar de ésto; al menos políticamente no está permitida la discriminación.
- Una cuestión central en la formación de un futuro profesional del Derecho...
- Claro. No podemos permitir que nuestros profesionales no tengan plena conciencia del derecho de todas las personas. Porque van a ser jueces y juezas, fiscales, abogados y abogadas; y también ciudadanos. Son quienes van a tener que batallar jurídicamente por el respeto a las leyes. Y por que se cumplan, porque no son solamente un consejo, se tienen que cumplir aunque nadie esté mirando. Esta es la batalla cultural que hay que dar. Las leyes se cumplen, porque eso es lo que ordena, trae tranquilidad. Saber que las cosas van a ser más o menos como deben ser; que hay reglas, y que las reglas se cumplen.
- Habría que cambiar también ahí la percepción social que hay en general de los abogados.
- Bueno, tanto los profesionales como los magistrados son emergentes de esta sociedad. Es lo mismo que pasa en todos los campos, es algo estructural. Hay que trabajar en la cultura de estos valores y principios, que son necesarios para una mejor convivencia social. No solo por una cuestión valorativa: se vive mejor con reglas. Pero no son diferentes la abogacía y la Justicia al resto de la comunidad. De todos modos, nosotros trabajamos en la porción que nos toca, con un fuerte compromiso de que nuestros profesionales. Con la conciencia de que hay que formarse, pero siempre. Que uno nunca, pero nunca, debe dejar de formarse. Hay que trabajar con miras a la excelencia. Y nunca llegamos al final de ese trayecto. Y con valores que no permitan ser testigos silenciosos de la discriminación, que nos terminen compartiendo en cómplices (o aún peor, en actores), de esa discriminación.