Sostiene que en todo el Cono Sur, no existe una ley paritaria que fije un piso a los municipales como en Santa Fe. Opina que hay que alentar el recambio generacional de los dirigentes sindicales pero lamenta que se haya perdido una visión colectiva para equiparar a los trabajadores en situaciones distintas. Cambio de paradigma, retiro y reflexiones.
Flavio Raina El dirigente gremial habló sobre 1989 pero para referirse a lo que implicó en el mundo sindical la caída del muro de Berlín.
Se piensa de inmediato en Claudio Leoni, el dirigente sindical surgido de entre los empleados municipales santotomecinos cuando se menciona la sonora sigla Festram. Más aún, fue el propio Leoni siendo secretario de prensa de esa organización de segundo grado quien encontró esa nueva manera de llamar a la Federación de Sindicatos de Trabajadores Municipales de la Provincia de Santa Fe. Antes era simplemente la FSTM, bastante más difícil de pronunciar.
Está claro que si los cambios que Leoni hizo a Festram hubieran sido solo de ese carácter cosmético e incluso limitados a las notables comodidades de la sede sindical en avenida Freyre, o a las prestaciones y beneficios a los municipales, su apellido no hubiera quedado asociado a la entidad que desde hace más de 30 años conduce. Sin dudas, es lo estrictamente gremial lo que ha sostenido durante tanto tiempo ese liderazgo. Desde el cómo se deben otorgar las licencias hasta las negociaciones paritarias, pasando por la ley del Estatuto del Empleado Municipal y la incorporación a la legislación sobre los Comité Mixtos de Salud y Seguridad en el Trabajo ("que tenemos que pelear para conformarlos todavía").
Ahora Leoni ha decidido dejar el cargo de secretario general y ocupa otro escritorio en la secretaria de Finanzas de Festram. Del despacho que ha dejado confirma un rumor: alguna vez el entonces gobernador Antonio Bonfatti lo visitó en esa sede y de inmediato le propuso un canje por el suyo en la Casa Gris, lo que Leoni aceptó sin dudar "siempre que me dejés las facultades tuyas", agregó.
El dirigente sindical explica que siempre entendió que del ordenamiento del Estado, de la salud de sus cuentas y sobre todo de la equidad institucional en la distribución de los recursos por la legislación a las ciudades, también dependen las chances de pelear salarios en paritarias para sus empleados, además de los planes de lucha, de la proximidad política con quien toma decisiones o de una hábil negociación sindical a la hora de buscar interlocutores.
En tantos años, a Leoni le tocó conocer todas esas situaciones, pero cuando ahora se le pregunta por las dificultades que seguramente significa tener que enfrentar una discusión con realidad tan diversas (desde Gato Colorado a Rufino, pasando por Santa Fe y Rosario) explica que la palabra clave es coparticipación. Advierte que el centralismo acecha detrás de la idea de la autonomía.
¿Un ex?
Leoni admite que aún de un modo más pasivo, sin conducir, con sus aportes a quien quiera escucharlo, seguirá siendo siempre un dirigente gremial. "Es lo que soy, no tengo manera de dejar de serlo", responde.
Dice que por lo mismo siempre se propuso no dejar de pensar y sobre todo de sentir y vivir como un trabajador, aunque su realidad muchas veces fuese otra. De su paso por la función pública a nivel nacional, como subsecretario de Municipios y Comunas de la Nación durante el gobierno de Néstor Kirchner, rescata sobre todo el aprendizaje. Explica que la proximidad con el poder enseña. "Después fue bastante más fácil enfrentar por salarios a un intendente, aún de ciudades grandes", explica.
El propio Leoni ha pedido explicar por qué decidió dar un paso al costado. Habla de tres razones a las que les da el mismo peso y en solo una de ellas hay una cuestión personal: las otras dos son sindicales y políticas.
Flavio Raina Un conductor gremial, o de cualquier ámbito, tiene que poder convencer y no ordenar, ni imponer o gritar , observó Claudio Leoni.
"Un conductor gremial, o de cualquier ámbito, tiene que poder convencer y no ordenar, ni imponer o gritar", observó Claudio Leoni. Foto: Flavio Raina
- Es toda una novedad política y sindical de Santa Fe, no está más Leoni al frente de Festram desde diciembre de 2021.
- Hay tres factores que me fueron llevando a tomar esta decisión. El primero es la salud, pero no en términos egoístas. Tengo que cuidarme, superé dos infartos, tengo unos stent y es una recomendación médica. Eso me produjo niveles altos de estrés y problemas de insomnio que te complican, te ponen de mal humor: no me pareció justo seguir al frente de un gremio si no tenés la capacidad plena para dedicar todas las energías a esta responsabilidad. Mi carácter había cambiado y noté que ya no podía convencer: un dirigente tiene que poder convencer de lo que quiere y no ordenar, ni imponer o gritar.
Y lo otro, tengo que ser sincero en esto, yo creo que dejé de representar una generación de trabajadores. Eso es muy importante, me inicié muy joven en la actividad sindical a los 22 años, tengo 61, y siento que hay una generación de los trabajadores que hoy no piensa su relación laboral como yo la tenía entendida y armada desde hace tantos años. Se formó una nueva generación a partir de la crisis de 2001 que es más individualista. Que no tiene una conexión del sentido de las luchas colectivas. Es muy demandante sin aportar. Eso pone en riesgo la capacidad de representación.
Y sumado a eso, pienso que 30 años es una locura. Siempre lo critiqué y lo hice. Se perdura en un sindicato y eso no es bueno. Por eso el retiro.Uno se termina convirtiendo en una conducción imprescindible o que uno termina creyendo que lo es. Sinceramente, me quise ir en 2015 pensé que era el momento, no creí que fuera tan catastrófico lo que se venía y lo expresé a mis compañeros de conducción y me equivoqué.
- Son tres décadas intensas en Argentina y en el mundo.
- Es todo un signo que cuando se inició mi carrera sindical cayó el muro de Berlín en 1989. Me tocó todo el menemismo y fueron cambios muy fuertes en todos los modelos económicos y sociales. Yo siempre pensé que ese ciclo podía volver y volvió. Y sinceramente ya en 2015 sentía que no iba a tener las mismas fuerzas que en los '90.
- ¿Fue menemista en ese momento?
- En la interna nosotros estuvimos con Antonio Cafiero y perdimos. Lo voté a Menem pensando en que nos retraía a las ideas de los caudillos por su origen, convencido de la revolución productiva. Después fui parte de la oposición que en Santa Fe era enfrentar a Reutemann. Y se logró evitar que los trabajadores perdiéramos la Caja de Jubilaciones, fue realmente un logro y en cierta medida lo siento como un objetivo personal cumplido. Fue una pelea muy dura, ante la Legislatura. No pudimos con otros gremios conseguir que quede en manos del Estado el Banco Provincial, lamentablemente. Uno revisa esos años y muchas veces me arrepiento de los paros tan duros contra Alfonsín, tarde vimos que las reformas que intentó eran mucho menos duras que el sálvese quien pueda de Menem y los negocios, como el de las AFJP.
- Los años y los números le dan la razón. Hoy las diferencias entre los jubilados santafesinos y nacionales son abismales.
- Y sin embargo, la presión en contra en los '90 era enorme. Por entonces me citó el presidente de la Comisión de Presupuesto de la Cámara de Diputados de la Nación, no voy a dar nombres, un santafesino...
- Debe ser Oscar Lamberto.
- (silencio). Me dijo "O se suman a ésta o se quedan afuera… y acá la mitad del pueblo argentino se va a quedar afuera". Así de claro, esa era la idea, transferir a las provincias responsabilidades en salud y educación sin recursos. Y es lo que hoy está en boga: descentralización, autonomía, una paritaria local... que cada municipalidad y cada comuna se arregle y que cada gremio en su localidad logre lo que pueda sin mirar lo que pasa al compañero municipal de la ciudad vecina. Eso es malo, ya lo vivimos en el menemismo.
- ¿Ese individualismo joven es de bases o de dirigentes?
- Son dirigentes que surgen de esas bases que han pasado la crisis de 2001 que saben lo que es sobrevivir individualmente como se pueda, y que piensan más en obtener beneficios por su lado que de manera colectiva.
En Festram dejamos un nivel en la generación de derechos que no se conoce en la Argentina. Me tocó participar en las luchas sindicales más fuertes y bajo el entendimiento que recuperar la democracia era recuperar derechos para los trabajadores. Parece mentira pero hasta nuestras gestiones no estaba garantizada la estabilidad laboral del trabajador municipal reconocida por la Constitución.
- Impensado hoy.
- En esa época en el camión de los municipales íbamos dos empleados y el resto eran "changarines". Contratados, a los que se los tomaba en negro por temporadas. En Santo Tomé eramos 40 ó 50 empleados, los demás hacían changas en la Municipalidad. Ese nivel de injusticias me metió de lleno en el sindicato.
Sacamos el Estatuto y Escalafón del Empleado Municipal que le da a cada trabajador de cualquier municipio el mismo derecho. La Ley 9286 de Santa Fe fue el primer caso y fue una punta para que lo hagan otras provincias, solo que cuando lo comenzaron a hacer ya lo tenían encima a Menem.
La ley de Licencias, Certificaciones y Franquicias hoy es vista como algo más que es parte de las condiciones laborales, pero costó mucho y no había ningún tipo de ordenamiento: cada municipalidad hacía lo que quería… veníamos de una dictadura, no hay que perderlo de vista.
- Y finalmente una paritaria que es señalada como muy especial.
- Es una ley que nos da un piso para todos los empleados municipales y luego cada sindicato puede superar lo que hacemos en la negociación colectiva. Es un caso único en Latinoamérica y sigue una de las tradiciones del sindicalismo argentino que es la negociación por rama de actividad, no por empresa. Hoy se busca volver a los acuerdos por empresa que no tienen en cuenta al conjunto.
Cuando terminó mi paso por el gobierno nacional nos pusimos a trabajar de inmediato en recuperar la paritaria y encontramos en el gobierno de Hermes Binner la predisposición a continuar con lo que habíamos hecho a nivel nacional. Pudimos recuperar esa negociación luego de terminada la Convertibilidad que barrió con casi todas esa instancias para mejorar salarios. Pudimos mejorar salarios por sobre la inflación y por debajo de la coparticipación, medido por hora es un salario bien remunerado: trabajamos seis horas cinco días a la semana.
- De dónde provino la mayor oposición a la paritaria municipal. ¿Qué les costó más?
- Usandizaga, sin dudas. Siempre desconoció la ley y así fue que la Municipalidad de Rosario perdió un juicio millonario con los empleados que le tocó afrontar la gestión de Héctor Cavallero. La Corte nacional le declaró inconstitucional el pase a planta de los municipales y luego logramos revertir eso.
Por entonces hicimos algo por lo que nos odiaron todos los presidentes comunales: incorporamos junto con los intendentes el factor poblacional a la distribución de fondos, para hacerla más equitativa. Creo que eso ha mejorado mucho las condiciones de vida de la gente, además de favorecer la negociación salarial del municipal.
"Hay una generación de los trabajadores que hoy no piensa su relación laboral como yo la entendía hace años. Que se formó a partir de la crisis de 2001 y que es más individualista. Que no tiene una conexión del sentido de las luchas colectivas. Es muy demandante sin aportar".