La grieta instalada en el fuero interno de Cristina
La demanda se multiplica con Pérsico, el trotskismo, la CGT... En el Frente de Todos, la debilidad se maquilla con prudencias. Batakis dice que cumplirá con el FMI; a la vicepresidenta le salen enemigos íntimos en La Matanza.
La grieta instalada en el fuero interno de Cristina
La tregua entre Cristina Fernández y Alberto Fernández tiene por pretensión ofrecer una señal de calma a "los mercados" financieros. El presidente del Banco Central, Miguel Pesce, propone por estas horas un "seguro" para que los bancos privados sigan comprando títulos del Tesoro, a fin de evitar que la autoridad monetaria emita más pesos para sostener los fallidos pagarés de presidencia. Esos de los que los bancos desconfían.
Para calmar la economía y convertir la recuperación en crecimiento real, Silvina Batakis depende menos de su capacidad que del respaldo político; necesita primero desalentar la corrida financiera. Y a su vez ese respaldo tiene por piedra angular el horizonte judicial de Cristina y su perspectiva electoral en la tercera sección electoral de Buenos Aires, con epicentro en La Matanza.
Oscar Parrilli ensaya sin éxito sus embestidas judiciales contra Juan Carlos Maqueda por supuestos desmanejos en la obra social de los judiciales, y fracasa por ahora en la tentativa de llevar al Senado el proyecto para la Corte de 25 miembros. Mientras tanto, en la interna política del Frente de Todos, al Instituto Patria lo corren por izquierda.
El escenario inflacionario se acelera y la ministra tiene a buena parte del Frente de Todos priorizando objetivos electorales con la plata que el gobierno no tiene. Máximo Kirchner intenta recuperar desde la presidencial del PJ bonaerense y para los intendentes del conurbano, el manejo de los planes sociales. Busca devolver al Estado el rol que su padre supo desnaturalizar, dándole el manejo del asistencialismo a las organizaciones sociales por especulación partidaria
Emilio Pérsico confronta al hijo de la vicepresidenta desde el Movimiento Evita, proponiendo por un lado el Salario Básico Universal (SBU) y -por el otro- acelerando la construcción de "la expresión política de los movimientos populares". El ex montonero, fundador de Quebracho, amigo del Papa, es funcionario del ministerio de Desarrollo Social de Alberto y ahora plantea un partido político que se basa en la asistencia con financiación del Estado. Uno que proponga sus propios candidatos en el distrito que Cristina considera propio.
Marcelo Capello y Laura Caullo, evaluaron desde el Ieral/Fundación Mediterránea que el más modesto de los cálculos del costo fiscal del SBU supone erogar 1,7% del PBI. Para pagar el equivalente a una canasta básica a trabajadores formales e informales en situación vulnerable, el Estado tendría que ajustar por otro lado el equivalente a 2,3% el PBI hacia 2023, si quiere al mismo tiempo cumplir con el FMI.
¿Quién pagaría la cuenta? ¿Los gobernadores del Norte (pobre) que acompañan a Axel Kicillof en el frente de mandatarios provinciales del PJ? ¿Capitanich y su idea de emitir dinero electrónico cuando el Bitcoin se desploma? ¿Los patagónicos favorecidos con la ley de Hidrocarburos o el subsidio al ensamble de electrónicos? Hay que buscar en el extravío presupuestario las razones del espanto administrativo explícito de Juan Schiaretti y la silenciosa distancia de Omar Perotti.
"¿Le negarías a alguien el derecho a comer?", preguntan los promotores del Salario Básico Universal desde los afiches que en las últimas horas inundaron las calles de la capital federal. El proyecto de ley ya fue presentado en Diputados por Itaí Hagman, Natalia Zaracho y Federico Fagioli, del Frente Patria Grande de Juan Grabois. Al igual que el proyecto de Corte Federal, difícilmente esta iniciativa se convierta en ley. Pero no faltan quienes exigen el DNU de Alberto.
Cristina puede presentarse como candidata a senadora y -si es electa- continuar con fueros, como escudo que la acompañe junto a la inocencia histórica en la que se autopercibe, más allá de los eventuales fallos. Pero en cambio no puede evitar las tensiones en su base electoral, en el territorio estrecho que pretende legar a Máximo y en el que buscará una banca.
No es sólo la presión de los "cayetanos", los amigos del Papa que ya le sacaron plata al macrismo -Carolina Stanley mediante- y van por más a nombre de la valiosa solidaridad sin más financiamiento que el quebranto del resto de la sociedad. Están además los movimientos trotskistas con reclamos que también tensionan cajas nacionales vacías a nombre de necesidades ciertas.
El "amigo" (y diputado) Hugo Yasky organiza desde la CTA más marchas con demandas a la Casa Rosada. El líder camionero Pablo Moyano no pudo menos que levantar la voz a nombre de la CGT: "Batakis es la continuidad de Guzmán, cumplirá el acuerdo con el FMI". La central obrera impulsará una movilización contra los "formadores de precios" y para que el gobierno "escuche".
Silvina Batakis se declara fiscalista. Incluso si logra aumentar el impuestos a Bienes Personales con el revalúo de los inmuebles y otros bienes registrables, las cuentas no cerrarán en medio de alta inflación y desconfianza financiera por la "deuda en pesos" que el kirchnerismo menospreció. Entre Leliqs y deuda del Tesoro, la gestión de Alberto Fernández emitió deuda por unos US$90 mil millones equivalentes, según denunció el economista Luciano Laspina desde el PRO.
En el estrecho camino que le queda por recorrer a Alberto Fernández hasta el recambio presidencial, Cristina ensaya una calma interna que tiene por desafíos las revisiones trimestrales del FMI y las demandas de gasto a un gobierno al que ya no le quedan cajas ni créditos. Entre estabilidad a costa de menores chances y redistribución a cuenta del desvarío fiscal, hay una grieta instalada en el fuero interno de la vicepresidenta.