El diputado nacional Daniel Arroyo es la voz cantante del plan “Argentina contra el hambre”, que presentó días atrás el candidato a presidente del Frente de Todos, Alberto Fernández. “Hice los lineamientos con varias personas”, dice el ex viceministro de Desarrollo Social de la Nación (2003-2007), cuando se le pregunta si fue el ideólogo de un programa que se presenta como “una política de Estado” porque busca trascender la próxima gestión. Y que recoge un diagnóstico sobre el que viene advirtiendo desde hace tiempo el legislador.
—¿Por qué le parece que es posible llevar adelante este plan?
—Primero, porque acá el tema central a resolver es el hambre. En la Argentina hubo otras crisis, incluso peores que ésta, con 55 % de pobreza y 28 % de desocupación. Pero esta crisis tiene dos elementos que no estuvieron en otro momento: el primero es que todo el tiempo, durante los cuatro años (del actual gobierno nacional) subieron los precios de los alimentos y ésa es la razón principal del problema del hambre en la Argentina. Y la otra razón es el endeudamiento de las familias: como no alcanza la plata y subieron tanto los costos fijos, la gente termina tomando créditos a tasas altísimas. Creo que hay buenas condiciones en la Argentina para poner en marcha este plan, hay mucha gente realizando actividades en comedores, merenderos, dirigentes sociales y sindicales, y empresas.
—¿Cómo se resolverían los dos temas que usted marca para que esos indicadores se reviertan?
—Respecto del tema del hambre planteamos una política de Estado, “Argentina contra el hambre”, que tiene dos dimensiones: la primera es la creación de un Consejo Federal con participación del sector privado, organizaciones sociales, universidades y sindicatos, que va a tener un Observatorio para un seguimiento del plan y va a presentar dos informes por año al presidente sobre la evolución del problema del hambre en la Argentina. En el máximo nivel de la presidencia va a haber una participación de todos los sectores, además del Estado, para poder hacer este seguimiento. Después hay un plan que tiene tres partes: el acceso a la canasta básica de alimentos y ahí hablamos de la Ley de Góndolas, que significa que nadie tiene que tener más del 30 % de la góndola, porque si una empresa de harina tiene tres marcas, ocupa toda la góndola y fija los precios como le parece. El esquema que proponemos permite que en la góndola haya presencia de otros productores e incluye fortalecer la cadena de comercialización y armar un proceso de apoyo de compre local a los que producen alimentos a pequeña escala, con la idea de que todos estos organismos permitan una canasta básica accesible, que en la Argentina es la diferencia entre comer y no comer.
La segunda parte es una política nutricional con una tarjeta que no permite sacar dinero sino comprar alimentos, y está orientada en una primera etapa a las madres que tienen hijos menores de 6 años. Además se plantea la devolución del IVA (para los sectores más vulnerables) y deducciones a productos de la canasta básica. Habrá profesionales nutricionistas y de la salud que van a acompañar esta política, sobre todo en el tema de los lácteos, que sabemos que son muy importantes para la población menor de 6 años. Y hay otra dimensión que es la federal: la canasta básica no es la misma en todas las regiones: vamos a trabajar con las provincias y los municipios para establecer criterios diferentes en cada región.
El acceso a la canasta básica de alimentos, el acompañamiento a las familias, una canasta saludable y el respeto a las realidades regionales van a marcar los ejes del plan.
—¿Su materialización va a requerir de un presupuesto especial, de más partidas?
—Este año la política alimentaria es de 27 mil millones de pesos. El presupuesto para el año próximo viene con un aumento propio por la inflación y, además, la Ley de Emergencia Alimentaria establece que en forma trimestral se ajustan esas partidas en función de la evolución de los costos de los alimentos. El plan no tiene impacto fiscal adicional, son los mismos recursos que existen hoy y que van a existir en el próximo presupuesto. Nosotros lo llamamos política de Estado, porque queremos que trascienda el gobierno de Alberto Fernández y tenga alcance a varios gobiernos más, porque no puede haber hambre en un país que produce alimentos.
—¿Por qué cree que fracasó el objetivo de Pobreza Cero en el gobierno de Mauricio Macri? ¿Fue por un tema coyuntural, porque no hubo suficiente compromiso
con el tema del hambre?
—Lo digo al revés: si alguien quiere crear pobreza en la Argentina tiene que hacer tres cosas: aumentar los alimentos, subir el transporte y hacer caer la industria textil y la construcción. Y eso fue lo que hizo este gobierno. Más allá de las promesas, las políticas que ha generado aumentaron la pobreza. El gobierno de Macri termina con más pobreza, con más desocupación y más brecha entre los más pobres y los más ricos.
—Vuelvo al principio, ¿por qué este plan sí funcionaría y otros planes no?
—Primero, lo planteamos como una política de Estado, lo ponemos al máximo nivel articulando áreas sociales, de salud y educación. Hay una decisión clara de poner la prioridad en este tema, que va a ser uno de los pilares de la gestión de Alberto Fernández. Este no es un plan alimentario, es una política de Estado. El Observatorio del que hablaba al principio va a hacer controles de peso y talla, se va a hacer una convocatoria a todos los sectores, incluido el privado, las universidades, dirigentes sociales y sindicales, y la verdad es que la tecnología juega a favor (para poner en marcha) la tarjeta de alimentos que es una política nutricional seria. Hay mejores condiciones de la sociedad civil para encarar esta política y hay mucha gente produciendo alimentos, más capacidad de gestión, y un compromiso muy claro de Alberto Fernández de llevarlo adelante y que trascienda.
—En el lanzamiento de este plan, Fernández aseguró que se puede poner en marcha ya mismo, ¿es así?
—Tuvimos el debate sobre si lo planteábamos en la campaña. Lo hicimos ahora porque estamos convocando a todo el mundo y armando un esquema para ponerlo en marcha el 10 de diciembre. Si lo hubiésemos dejado para esa fecha, lo tendríamos en marcha en marzo.
La Argentina ha cruzado una línea y de verdad que hay un problema de hambre. Lo que era un centro comunitario pasó a ser un merendero, lo que era un merendero pasó a ser un comedor, lo que era un comedor ahora también entrega viandas para quienes no pueden ir, baja el consumo de leche. Todo ese esquema marca una crisis profunda; ahora están las condiciones para resolver el problema básico de la Argentina que es el hambre.
—¿Usted va a ser el ministro de Desarrollo Social si Alberto Fernández gana las elecciones a presidente?
—No lo sé. Alberto siempre tuvo palabras elogiosas para mi persona y yo estoy muy agradecido. Estoy aquí para sumar. Hay una crisis social muy profunda, una catástrofe social: primero hay que parar la caída y después reconstruir. Quiero colaborar desde donde sea para hacerlo.
Junto con el aumento de los precios, el endeudamiento de las familias es el otro componente de esta crisis inédita. Al respecto, Daniel Arroyo anticipó que “vamos a trabajar en un sistema de créditos no bancarios a tasas bajas para gente que produce, para máquinas, herramientas e insumos. Hoy el problema del endeudamiento en las familias que pagan una alta tasa anual si es con tarjeta de crédito, o a través de financieras, o financistas del barrio”, apuntó el diputado nacional. Y anticipó que la salida que se propone no tendrá un impacto adicional: “Es la misma estructura de costos, pero con reasignación de partidas y va a ayudar a dar escala a los pequeños productores de alimentos”.