Lunes 10.5.2021
/Última actualización 18:32
El sorpresivo y prematuro fallecimiento de Miguel Lifschitz, más allá de la conmoción producida por tratarse de una figura de su rango y reconocimiento, generarará un impacto sobre la política santafesina que llevará a un inevitable y seguramente complicado reacomodamiento.
Por su cargo (presidente de la Cámara de Diputados), por su posición (jefe de la mayoría de la Cámara baja), por su jerarquía de ex gobernador y por el nivel de adhesión concitado en los últimos comicios, Lifschitz era sin dudas el principal referente de la oposición. Con suficientes argumentos para aglutinar al Frente Progresista Cívico y Social dentro del cuerpo legislativo, y también en una estrategia electoral que planeaba encabezar como candidato a senador nacional. Parada previa al retorno al poder en 2023, en la que se soñaba representando a un “frente de frentes” que concentre a las principales fuerzas no alineadas con el peronismo gobernante.
Así las cosas, la muerte del dirigente modifica sustancialmente el escenario. Lo cual involucra el esquema de autoridades de la Cámara de Diputados que, a falta de una figura como la de Lifschitz, se dirimirá en base a la relación de fuerzas y probablemente de establecer bases de acuerdo. Al nuevo presidente le tocará, a la vez, asumir su rol en el diálogo con el Poder Ejecutivo, que tras meses de virtual bloqueo había comenzado a desarrollarse.
Este necesario replanteo incluye también la dinámica entre las bancadas que componen el Frente Progresista, y se proyecta a la propia configuración de la oposición parlamentaria.
En otra instancia, requiere la emersión (o consolidación, o fortalecimiento) de referentes que establezcan el cauce de las alianzas opositoras en el marco de un año electoral. Por caso, la propia coalición con el radicalismo y otras fuerzas que gobernó la provincia hasta 2019 y que hoy lo hace en municipios claves, como Santa Fe y Rosario; pero también la eventualidad de una estrategia que pueda involucrar a otros partidos y alianzas, como la propia Juntos por el Cambio.
Y, finalmente (en orden expositivo, que no necesariamente de prioridades ni de tiempos), el lanzamiento de candidatos para las elecciones nacionales de este año, en la que jugarán nueve de las bancas de diputados por Santa Fe en el Congreso, pero también las tres de senadores.
Si el recuerdo de Miguel Lifschitz habilitó en los discursos un fuerte signo de admiración, el espacio que deja en la política santafesina abre claramente uno de pregunta.