Sin diálogo institucional profundo, sin interlocutores creíbles en Casa Gris, la Cámara de Diputados transcurrió 2020 con agenda propia, agenda construida por el Frente Progresista aunque con la impronta socialista especialmente reivindicativa de la gestión del presidente del cuerpo, el ex gobernador Miguel Lifschitz.
Esa agenda - Consejo Económico Social, Nueva Oportunidad- más la decisión radical de buscar herramientas de apoyo a la producción ante la pandemia ganaron gran parte del año legislativo. Además, la Cámara formó dos comisiones especiales que le permitieron marcar agenda en temas sensibles como Vicentin y el seguimiento de la causa que tiene como detenidos a los fiscales Patricio Serjal y Gustavo Ponce Asahad.
Los constituyentes de 1962 pensaron y plasmaron en el texto de la Carta Magna la gobernabilidad intentando garantizar una mayoría de 28 sobre 50 diputados al ocupante del Poder Ejecutivo. El sistema de boleta única y una reglamentación demasiado liberal volaron por los aires ese número. Ya le había pasado al gobernador Antonio Bonfatti en el período 2011-2015 tener una Cámara de Diputados con mayoría justicialista mientras el Frente Progresista era la primera minoría. Ahora Omar Perotti tiene el problema agravado. El Frente Progresista es mayoría y su antecesor - Lifschitz-armó una lista compacta políticamente donde sobresalen socialistas (14) y radicales (11) más otros socios de la coalición (Gen, PDP, Creo). Pero además, el justicialismo tiene apenas 7 bancas. El resto de la Cámara está dividida entre Juntos por el Cambio (5), 6 legisladores que llegaron de la mano de Amalia Granata divididos en tres bloques y dos bloques de izquierda (Igualdad y el Frente Social y Popular). En este panorama, el Frente tiene el manejo total de la agenda parlamentaria y se ha mostrado implacable ante ello. También es cierta que gran parte de la agenda planteada ha quedado estancada en el Senado donde la mayoría justicialista ha servido de defensa al Poder Ejecutivo más allá de las diferencias políticas que existen en el partido de gobierno.
El primer gran escollo lo tuvo la Casa Gris para dictar la ley de Necesidad Pública (o emergencia). Le demandó cuatro meses y atenuaciones. Después llegó la pandemia... La ley más reclamada por sectores empresariales -adhesión al sistema de ART- fue sancionada por el trabajo parlamentario del Frente Progresista ante el voto contrario de la mayoría de los oficialistas. En cambio, en la sanción de la ley de Paridad, Diputados debió aceptar limitaciones del Senado. Con la mayoría del Senado hubo acuerdos para avanzar en dos leyes que apuntaron a recortar el poder del ministro de Seguridad y que fueron vetadas por el Ejecutivo y donde la Legislatura tendrá que resolver en mayo el asunto.
La agenda de Extraordinarias trazada por la Casa Gris ameritará una larga negociación para poder llegar al recinto. En la última reunión entre Perotti y Lifschitz, el gobernador le pidió apoyo a las llamadas leyes de conectividad un título que entusiasma pero que en la letra chica tiene marcadas diferencias. El gobierno lleva adelante una fuerte campaña publicitaria sobre conectividad aunque la creación de la empresa y la habilitación de un crédito externo parecen muy lejos de tener acuerdo parlamentario. "Quieren la ley y pidieron tres veces postergar la reunión de funcionarios con la Comisión de Obras y Servicios Públicos porque necesitan ajustar el proyecto nos dicen" señaló un legislador socialista que sigue minuciosamente el tema sabiendo además que existe marcada preocupación de los propietarios de cables en el interior de la provincia por el tema.
En este primer año, la Cámara Joven debió adaptarse a la pandemia. Así hizo varias reuniones presenciales utilizando el Paraninfo de la UNL con mínimo personal y el debido distanciamiento. Después volvió al recinto aunque con jefes de bloque únicamente. Cuando se agravaron los contagios, sólo Lifschitz en el recinto y todos en forma virtual para retomar en los últimos meses con presencia de jefes de bloque. Las comisiones también mezclando reuniones presenciales y virtuales.
A la poca comunicación política, se sumó el distanciamiento en un primer año de funcionamiento de una cámara, cuerpo que necesita del diálogo para poder avanzar. Este fue otro de los impedimentos del año.
Hasta 2023, Perotti y Lifschitz deberán convivir con este cuadro. El buen diálogo que tuvieron cuando fueron intendentes se desvaneció en Santa Fe y será necesario retomarlo si quieren tener una agenda común para Santa Fe y no repetir lo ocurrido en este año que termina donde quedó claro que tienen agendas diferentes.