El 15 de noviembre de 1573 fue el punto de partida, el momento cero donde nos reconocimos como parte de una historia común. Abrimos puertas a la tierra, nos brindamos a la iniciativa hispánica de hacer de este territorio un espacio de convivencia.
El 15 de noviembre de 1573 fue el punto de partida, el momento cero donde nos reconocimos como parte de una historia común. Abrimos puertas a la tierra, nos brindamos a la iniciativa hispánica de hacer de este territorio un espacio de convivencia.
No exento de complejidades, encaramos procesos de urbanización y poblamiento a orillas del río San Javier. Compartimos espacios con calchines y mocoretaes, modificando el entorno y la vida de los moradores pre-existentes. Nos costó siglos reconocer su existencia, respetar su historia y su cultura. Pero aprendimos de los errores, y hoy nos reconocemos en ellos y en su legado.
Cuando iniciamos el proceso de traslado a estas tierras, lo hicimos cuidadosamente, de manera planificada y ordenada, previendo y organizando la ciudad que imaginábamos pero circunscrita a los ideales y pensamientos del siglo XV desconociendo las profundas transformaciones sociales, políticas y culturales que nos traería el futuro y sobre las que deberíamos dar respuestas.
El tiempo y la historia posicionó a la ciudad en un lugar de privilegio. Tenemos, en este camino de los 450 años, un acervo que nos hace ricos en términos de procesos iniciados, de pensamiento de vanguardia, de ideas revolucionarias.
Somos cuna de la Constitución Nacional, germen de nuestra configuración como estado nación. Siempre abrimos puertas a la tierra, como el mandato de nuestra fundación nos impuso. En el siglo XIX, lo cumplimos abriendo puertas al diálogo, a los acuerdos y a los pactos que nos permitieron avanzar en el desafío que la nueva necesidad de pacificación política nos imponía.
Hoy llegamos a los 450 años de nuestra ciudad con la necesidad de indagar sobre nuestra identidad, de celebrar nuestra idiosincrasia y de poner en alto el orgullo de ser santafesinos. En clave de pasado, para reconocernos, pero mirando el presente, nuestras faltas y nuestras oportunidades, con miras a construir una Santa Fe de futuro potente, integrada urbana y socialmente y con una cultura vibrante.
El pasado es el lugar de las experiencias, de los aprendizajes, lo que nos permite proyectarnos. El futuro es el depositario de nuestras ilusiones. Ese futuro no es abstracto, no es una utopía. Está lleno de proyectos y valores.
Tenemos una realidad que no podemos soslayar, fruto de una dinámica histórica que no hemos podido superar. Sin embargo, contamos con valiosos recursos que son sostén de nuestra sociedad. La existencia de organizaciones, redes comunitarias e instituciones que construyen lazos de proximidad y solidaridad. Un gran capital social, un gran capital científico tecnológico y una gran plataforma empresarial dispuesta a invertir en la ciudad y emprendedores creativos e innovadores que desafían los estándares y apuestan a crecer en el marco de propósitos colectivos.
Durante los cuatro años de esta gestión al frente de la ciudad, asumí los desafíos con la certeza de aportar a transformar la ciudad y a potenciar los recursos que tenemos acá.
La prioridad estuvo puesta en un ambicioso plan de obras y políticas que derriben las fronteras urbanas e integren socialmente a los vecinos y vecinas de las zonas más postergadas en un único proyecto de ciudad que nos incluya, en pie de igualdad, a todos los santafesinos y santafesinas en el goce y disfrute de los bienes comunitarios y los servicios básicos que hacen a la dignidad de la vida.
Transformamos Camino viejo a Esperanza en una hermosa avenida con desagües pluviales, pavimento, veredas, bicisendas, iluminación led, bancos y arbolado. Con la misma convicción de trabajar para los sectores más olvidados gestionamos financiamiento nacional e internacional para la ejecución de obras integrales en 15 barrios, promoviendo el acceso a un hábitat digno y mejorando la calidad de vida a más de 90.000 santafesinos y santafesinas.
Garantizamos la provisión de servicios urbanos como agua, cloacas y transporte en lugares dónde antes no había nada. Encaramos obras para remediar el ambiente degradado instalando una nueva agenda social y urbana. Construimos e inauguramos la planta potabilizadora de agua en Colastiné Sur, reparando una deuda histórica y garantizando un derecho básico en el primer barrio de la ciudad. Terminamos el desagüe Espora, realizamos obras complementarias y sumamos tecnología para la gestión hídrica de la ciudad.
Recuperamos la Estación Mitre, modernizamos la Terminal de Ómnibus, refaccionamos las plazas de las banderas y del soldado en el centro, y creamos plazas nuevas en Los Troncos, Nueva Pompeya y Scarafía, para que el acceso a los espacios públicos esté garantizado en todos los puntos de la ciudad con infraestructura de calidad. Le dimos nueva vida al Anfiteatro Juan de Garay, y hoy forma parte indiscutida de la agenda cultural santafesina destinada a toda la familia.
Nos comprometimos con la construcción de una ciudad más sustentable. Pusimos 185 bicicletas públicas a disposición de toda la ciudadanía para promover una nueva forma de moverse; e instalamos 26 eco puntos para separar mejor los residuos. También nos ocupamos de los animales favoreciendo su salud y su cuidado.
Impulsamos a los emprendedores a través del Fab Lab y de Capital Activa. Capacitamos a quienes buscan trabajo y acompañamos ese proceso. Ayudamos a las pymes en su transformación tecnológica y creamos un laboratorio de innovación pública local, Urban Lab.
Nos ocupamos de quienes más necesitan del Estado con políticas sociales orientadas a acompañar a las personas en sus diferentes trayectos de vida. Abrimos 19 Estaciones municipales para niños, niñas, adolescentes y personas mayores. Sostuvimos la política de jardines municipales y ampliamos su oferta.
Impulsamos una oferta cultural descentralizada en cada barrio de Santa Fe con propuestas de calidad. También revivimos los carnavales en los barrios, y llevamos las propuestas de Barrio Abierto a diferentes plazas junto a vecinos e instituciones barriales.
Atravesamos una pandemia y pusimos al servicio de la ciudadanía dispositivos de alojamiento para aquellas personas que no contaban con un lugar seguro para transitar la enfermedad. Hicimos del diálogo la herramienta más poderosa para salir de la situación de aislamiento y distanciamiento social obligatorio que impuso el contexto.
En cada uno de esos pasos estuvimos junto a las y los santafesinos, escuchándonos, debatiendo y construyendo las decisiones. Porque creemos en la participación, en la pluralidad y en lo colectivo.
Estoy convencido de que plantamos la semilla de muchas transformaciones valiosas para la ciudad que van a hacer que nuestro futuro común sea con más bienestar, más integración y mejor calidad de vida.
¡Felices 450 años querida ciudad de Santa Fe!