Laura Pomilio
El ex fiscal adjunto del Juicio a las Juntas volvió a cobrar notoriedad por estos días con motivo del inminente estreno de la película "Argentina 1985"
Laura Pomilio
La figura del exfiscal adjunto del Juicio a las Juntas y jurista, Luis Moreno Ocampo, volvió a cobrar notoriedad por estos días con motivo del inminente estreno de la película "Argentina 1985", de Santiago Mitre, que repasa las alternativas del histórico proceso oral y público que se siguió a los jerarcas de la última dictadura militar, y con una mirada puesta en el presente, el letrado insistió en la necesidad de consensuar "un nuevo acuerdo político y colectivo en rechazo a la violencia", tras el intento de asesinato sufrido por la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner.
"Me parece importante hacer una condena colectiva del intento de asesinato a la vicepresidenta. Me gustaría mucho ver una marcha donde Máximo Kirchner y Patricia Bullrich estén juntos contra la violencia, porque esto no puede pasar más, no podemos volver a la violencia", señaló Moreno Ocampo.
Desde la ciudad de Los Ángeles, donde actualmente se encuentra ejerciendo la docencia, Moreno Ocampo no disimuló su entusiasmo por la repercusión que cree va a tener "Argentina 1985" y el rol central que la comunicación y el cine pueden ocupar a la hora de "contar de dónde venimos y lo importante que fue para los argentinos recuperar la democracia y la libertad".
Moreno Ocampo relató cómo con sólo 32 años "se metió de lleno" en la investigación que llevaría a la condena de los máximos responsables de los crímenes cometidos durante la última dictadura cívico-militar, y aseguró que se trató de la "culminación de un proceso social y político único" cuya trascendencia buscó rescatar con la reedición de su libro "Cuando el poder perdió el juicio".
Desde su vasta trayectoria como fiscal de la primera Corte Penal Internacional, Moreno Ocampo evaluó, además, la coyuntura político-judicial actual de Argentina y ponderó como urgente la tarea de "desmontar un núcleo importante dentro del sistema de la Justicia federal que busca proteger a ciertos políticos y atacar a otros".
- El Juicio a las Juntas fue un hito de la democracia que legitimó fuertemente el papel del Poder Judicial de cara a la sociedad. En la actualidad, existe cierto descontento social o deslegitimación del rol de la Justicia ¿Cómo cree que puede recuperarse esa confianza perdida?
-Me parece que es un tema no sólo de jueces y fiscales sino de la clase política argentina. Así como en 1983 se hizo un acuerdo político para que la muerte dejara de ser una herramienta política, ahora necesitamos un nuevo acuerdo político. Debemos dejar en claro que la corrupción no es parte de la política. Necesitamos un acuerdo político, sino ningún juez va a salvarnos.
- ¿Cómo es que llega Julio Strassera a usted para que participe del Juicio a las Juntas en 1985?
- Yo trabajaba en el departamento de investigaciones de la Facultad de Derecho de la UBA y tenía mi puesto además en la Procuraduría General de la Nación asesorando en casos de la Corte Suprema de Justicia. Mi jefe conocía y me recomienda con Julio (Strassera), quien le había contado que estaba armando el equipo y necesitaba ayuda. Me reúno con él y le explico que nunca había participado de un juicio, que no tenía experiencia real. Me contestó que mi falta de experiencia "era una ventaja" porque ese juicio no iba a seguir las reglas normales. Teníamos que hacer una investigación en muy poco tiempo, no podíamos contar con la policía ni con el sistema de inteligencia. Teníamos que inventar algo diferente.
- ¿Cómo es que se conforma ese joven equipo de investigación?
- Julio me contó que cuando quiso llevar a fiscales que estaban nombrados en el fuero federal encontró resistencia, algunos porque no les parecía bien juzgar a los militares, otros por miedo. Armamos un equipo de manera urgente. Éramos un grupo de jóvenes de entre 20 y 27 años.
- ¿De qué manera se produjo el proceso de producción de prueba?
- Desarrollamos sin saberlo una tecnología nueva de investigación. El informe de la Conadep (Comisión Nacional para la Desaparición de Personas) era un informe general con testimonios de miles de personas. Tomamos los casos más sólidos y los transformamos en distintos casos específicos. Éramos muy conservadores en la prueba, así logramos probar los cargos más fuertes de privación de la libertad, tormentos y homicidio. Buscamos casos de todo el país para probar que era un método general, en todos los años desde 1976 a 1982 y teníamos que probarlo en las tres fuerzas. También nos encontramos con muchos casos de robo a las víctimas y de violaciones. Siempre me voy a acordar de un caso en particular, una testigo que cuando terminó de declarar preguntó si podía declarar algo más y contó cómo la violaron. Ella quería contar ante los jueces, ante todo el mundo, cómo la habían violado. Me impresionó. En todos los casos las mujeres habían sido secuestradas y violadas, fue permanente y sistemático.
- ¿Sintió miedo durante la investigación?
- Julio me contó que cuando quiso llevar a fiscales que estaban nombrados en el fuero federal encontró resistencia, algunos porque no les parecía bien juzgar a los militares, otros por miedo. Armamos un equipo de manera urgente. Éramos un grupo de jóvenes de entre 20 y 27 años.
- A cada uno le funciona el miedo de una manera distinta. Todos sabíamos que había un peligro, yo personalmente pensaba que mientras no hubiera un golpe de estado no iba a pasar nada, pero cada vez que subía a mi auto y daba vuelta la llave pensaba que podía explotar. Me acuerdo de que ponía el auto en marcha con la puerta abierta porque eso genera que la onda expansiva sea menos fuerte. Hacía eso y me iba a trabajar. Además, vivía enfrente de la Escuela de Inteligencia del Ejército, por lo que me cruzaba todo el tiempo con oficiales que iban a la escuela cada mañana. La presión estaba, pero nuestra tarea hacía que sintiéramos que lo teníamos que hacer igual.
- ¿Eran conscientes en ese entonces de la envergadura de la tarea que llevaron a cabo y de lo que significaría en la historia del país?
- Hace dos semanas nos juntamos a comer los que formamos ese equipo, donde solíamos comer en aquel tiempo. Mis colegas decían que éramos unos inconscientes. Yo les dije que no, que aprendimos sobre la marcha, pero sabíamos lo que hacíamos. Ese fue un rol importante de Strassera, el hablar en los medios y decir 'voy a juntar las pruebas para condenar a los comandantes' y la gente le creyó. Nosotros llamábamos y la gente venía corriendo a ayudarnos. En la oficina teníamos ocho chicos trabajando y a cada hora venía una familia o una persona a contarnos su historia o a traernos pruebas.
- Este 29 de septiembre se estrena en nuestro país la película Argentina 1985 de Santiago Mitre que relata las alternativas del Juicio a las Juntas ¿Qué le pareció y qué expectativa tiene sobre su repercusión?
- La película es excelente y llega de forma muy emotiva a todos. Llega a mis hijos, a chicos de 20 años que hoy no sabían lo que había sucedido. Espero que la película sirva a los jóvenes para entender que la ley, si bien es invisible y parece aburrida, muchas veces es una cuestión de vida o muerte al aplicarla.
- ¿Qué opina sobre cómo se han llevado a cabo y siguen llevándose a cabo los juicios por delitos de lesa humanidad?
- La Argentina es estadísticamente el país que ha hecho más juicios por este tipo de crímenes y el que se sigan efectuando es muy importante. Pero, si bien el juicio penal es una forma de ayudar a las víctimas, no es una reparación absoluta. Sería muy importante para cerrar conseguir los archivos de los militares que están escondidos en algún país del mundo.
- Respecto al sistema judicial argentino y sus principales actores ¿Qué opinión tiene sobre su funcionamiento en la actualidad?
- Creo que tenemos un sistema, sobre todo en la Justicia Federal de investigación, donde hay un núcleo importante que se dedica a proteger a los políticos que están o que tienen poder y atacar a otros. Eso es un problema muy serio que tenemos que desmontar. Cuando fui fiscal en el Juicio a las Juntas, mi misión era noble, buena. Pero si te llama un juez para que protejas al poder de turno, esa misión es horrible. Lo que está pasando en Argentina es que le dimos una misión mala a los jueces federales de investigación, tenemos que cambiar eso.
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