Ortigala, el apellido que complica al fiscal Edery no se investigó en la causa del juego ilegal de Peiti
El MPA revisa los vínculos de uno de sus fiscales con una testigo clave para llevar a juicio al clan Alvarado, enfrentado con Los Monos. La declaración de un empresario del juego ilegal "arrepentido" dijo que esa informante fue parte de la extorsión. Pero nadie indagó más.
Ortigala, el apellido que complica al fiscal Edery no se investigó en la causa del juego ilegal de Peiti
Aunque el abogado defensor le pedía que no nombre a nadie, que no deje constancias que pudieran complicar su seguridad, a Leonardo Peiti se le escapaba en su declaración ante los fiscales Luis Schiappa Pietra y Matías Edery un apodo: "el Guille". Y lo mencionaba por boca de otro. Lo citaba pese a las recomendaciones del Dr. Luis Rossini "para cuidarte", durante su declaración oficial. Desarrollaba un relato que describe las peripecias por las que pasaba el capitalista del juego ilegal, entre 2018, 2019 y la mitad de 2020, cuando una banda lo extorsionaba y le exigía pagos en dólares, que curiosamente todo el tiempo eran negociados, en un juego de cartas marcadas en las que él, justamente el hombre de las apuestas clandestinas, cedía cuando le hablaban del jefe de la banda de Los Monos... Ahí se iba al maso. Y eso que al temible personaje poco le faltaba para que sumara más condenas, hasta superar los 100 años de prisión no excarcelables.
Las "metidas de pata" de Peiti en su declaración, que la lógica indica que habrá estudiado antes con su defensor, fueron el 29 de julio de 2020 en la causa por juego clandestino, ante los mencionados fiscales del MPA. No tenía que decir "el Guille" y lo dijo, ni "Los Monos" y pasó lo mismo. Lo que dijo Peiti -y se prefería que no se dijera- fue previamente acordado porque iba a convertirse en un colaborador de la justicia. Lo conversaron los cuatro: los dos fiscales, el preso-arrepentido Peiti, y su abogado. Pero Peiti en su relato, además de nombrar varias veces a Ariel Máximo Cantero, incluyó a más gente que parecía no importar.
En 2020 nadie hablaba de ella. Y en ese entonces alquilaba y vivía con su hermano. Ahora es dueña de 14 propiedades. Acaso sea como las ideas que despiertan la sonoridad de su apellido, y esa doble condición de ser parte de un mundo obscuro y ocuparse de pasar información a los fiscales que lo investigaban. Al cronista de El Litoral que esta semana logró acceder a una copia textual de aquella famosa declaración de Peiti, el nombre de Mariana Ortigala le evocó la atracción que genera la ponzoña de las ortigas y el encanto de la destreza que requiere una martingala: "Orti-gala", repitió como cuando oyó hablar de ella por primera vez, cuando comenzaron a ventilarse las acusaciones contra Matias Edery por su vinculación con ella, una suerte de doble agente que supo capitalizar esa ventajosa situación.
En su declaración de tres años y pico atrás, al hablar con los fiscales Edery y Schiapa Pietra, que muy pronto serían tan conocidos en la provincia por acusar a un senador provincial que optó por escudarse en sus fueros, Peiti la nombró e incluso la acusó. Pero nada le ocurrió en tres años y pico a Mariana Ortigala, como las ortigas de los canteros que están en los límites de las propiedades y fingen ser una protección contra intrusos. ¿La salvó una martingala que justamente un experto en números y apuestas no supo ver?
Ella salió limpia de las acciones judiciales del MPA tras la declaración de Peiti. Y así estuvo (hasta ahora) porque se la excluyó de las líneas de investigación en la causa del juego ilegal a cargo de Edery y Schiappa Pietra, pese a rol activo que le atribuyó el hombre que manejaba el juego fuera del circuito oficial en el sur santafesino.
Muy temprano en el relato, en los primeros minutos de la charla, dice que Rodrigo y Mariana Ortigala vivían "en un edificio que yo tengo", en "el segundo piso", que "me habían alquilado". Y agrega: "después me doy cuenta que eran testigos protegidos porque habían denunciado a Alvarado y después me entero, porque conozco la calle, que ellos eran los que me habían hecho la investigación y se lo vendían a una segunda, tercera banda".
Esas eran las peripecias que habían hecho a Peiti vivir intranquilo y tener que negociar y pagar varias veces, en dólares, cuotas mensuales por su protección: en cada amenaza le daban detalles claros de su vida familiar, hábitos, posesiones. E información sobre posibles acciones judiciales. Y eran según su relato un trabajo de Ortigala, que luego usaban otros, en lo que parece ser una cadena de valor, pero de bandas.
La declaración judicial de Peiti tiene constantes amonestaciones de su abogado: "no nombres personas", "sin nombres, ¡por Dios!", le reclama. Solo había dicho apodos como "el Guille", pero lo que se buscaba era que no quedaran huellas de una acusación en contra del temible mono mayor, por seguridad y porque hasta allí nada estaba tan claro. ¿Lo amenazaban y extorsionaba esa banda o eran otras con ramificaciones al interior del MPA que se hacía pasar por aquella?. La duda recorre todo su testimonio. En cambio, a la mujer que ahora le trae graves dolores de cabeza al fiscal Edery, y que irrita en el MPA, Mariana Ortigala la señaló con nombre y apellido. Lo mismo que a Rodrigo Ortigala.
"Nosotros nos enteramos de todo"
Un poco más tarde, de tantas reuniones y contactos personales entre quienes ordeñaban el generoso bolsillo de Peiti, con exigencias que podían bajar de los 100 mil a los 10 mil dólares en minutos, el empresario del juego que se consideraba "en cierta forma una víctima", interpreta que Ortigala obtenía información de alguien del MPA "una tal Carla". Tal vez lo haya dicho para medir qué cartas tenían quienes le tomaban declaración. "No sé si es un presentimiento mío que tengo que puede ser todo un entramado, una cosa rara que ustedes mismos no lo sepan, y que Carla juegue para el otro bando", les dijo. Los fiscales se lo negaron de plano con un largo "nooo" y le dejaron en claro que no buscaban saber más al respecto.
En su narración, Peiti coloca a los Ortigala en el rol activo para que él, una y otra vez, cumpla con los pagos. Lo extorsionaban pero pensaba que era poca plata, unos 15.000 verdes de inicio y luego pagos mensuales de 5.000, o su equivalente en pesos. Los Ortigala le dijeron: "no vayas a querer hacer la denuncia porque nosotros nos enteramos enseguida de todo, sabemos todo". Y el fiscal Schiappa Pietra lo invita a seguir, a renglón seguido, con una expresión que se presta a más de un interpretación. Le dice: "Claro". (¿Estaba claro qué pasaba o que Ortigala, tenía cómo "saber todo"?).
Entonces, junto a Edery, ambos apuntan a que por fin Peiti diga que el primero en cobrarle coimas por su protección era el fiscal Gutavo Ponce Asahad, luego destituido y preso por apenas un año, porque de inmediato se convirtió (también) en colaborador. La historia siguió con la detención del fiscal regional de Rosario (el número dos del MPA de entonces) Patricio Serjal, con quien ocurrió exactamente lo mismo, primero preso y a continuación a su casa. El momento más impactante de la causa sucedió cuando se formuló la acusación contra el senador justicialista por San Lorenzo, Armando Traferri, que se refugió en sus fueros.
Lo que sigue es conocido: no prosperó en la Cámara alta el pedido elevado por Edery y Schiappa Pietra para poder imputarlo. Los apoyaron solo 4 de los 19 senadores. Ahora, es el propio Traferri quien quiere quedar sin fueros y enfrentar esas acusaciones. Mientras, en la Legislatura se espera que en cuestión de días arribe un informe del auditor general de la Acusación, que ha decidido elevar las dudas que pesan sobre el fiscal Edery a la Comisión de Acuerdos de la Asamblea Legislativa, donde (eventualmente) se recomienda a una Sesión Conjunta tomar medidas disciplinarias y hasta el apartamiento. El fiscal sostiene que él ha cumplido en informar a la fiscalía regional que contaba con esa informante, pero lo hizo en 2021. Los datos aquí expuestos son de julio de 2020.