Entre los muchos puntos agudos de la política nacional de 2022, hay dos que se destacan. El 2 de julio -vía Twitter- renunció Martín Guzmán como ministro de Economía y dejó a Alberto Fernández con débil músculo de gestión y escasa chance de reelección. Y el 6 de diciembre, Cristina Fernández fue condenada en primera instancia -por fraude en perjuicio de la administración pública- a 6 años de prisión e inhabilitación para ejercer cargos públicos.
De los tres grandes actores que configuraron el Frente de Todos, Sergio Massa queda en pie, parado ante tres problemas decisivos: inflación apuntando al 100% anual, una deuda en pesos que amenaza hacer estallar los sistemas fiscal y monetario y arcas exiguas en el Banco Central, acechadas por la sequía.
El titular de Economía ya ha advertido que el "plan platita" no gana elecciones; ejecuta -con más inflación que nominalidad- el ajuste que el Congreso acordó con el FMI y que Máximo Kirchner resiente.
Es una situación límite para el peronismo en el poder. Sin un líder que encarne el orden mítico trascendente de la justicia social, sin cajas que asaltar y con un tardío modelo de ortodoxias, el relato queda expuesto como dispositivo de marketing de un simulacro. El fallido se siente en salarios, jubilaciones, pobreza, es decir en la vivencia cotidiana de argentinos de distintos estamentos.
Inflación, inseguridad, desempleo, presión fiscal, deterioro educativo, pérdida del poder adquisitivo. Sergio Berenzstein apunta la "insatisfacción y fatiga social"; Alejandro Caterberg señala "pesimismo extremo". Del campeonato mundial, el oficialismo no capitalizó ni una foto con el arquero suplente, el único que no entró al campo de juego.
Massa apuesta a bajar la inflación y postergar deuda, para acomodar el clima electoral. Cristalina Georgieva le advierte que el sendero fiscal no puede ser alterado desde el Instituto Patria. Cristina se retrae en Buenos Aires, exigiendo cuotas de gasto social que, en la escasez, son a despecho de otras provincias.
La vicepresidenta sigue en escena, pero su intensidad protagónica se diluye. La Corte Suprema le puso límites a su señorío estamentario en el Consejo de la Magistratura y le quitó fondos a Axel Kicillof. En Diputados las elecciones de medio término dejaron al kirchnerismo sin la capacidad de negociar mayorías con socios de ocasión, en especial para la reforma judicial a su medida.
Cristina supo ganar la presidencia con 51% de los votos; por entonces el país tenía 10% de crecimiento y 25% de inflación. Ahora no tiene un piso de 40% de votos en Buenos Aires, el PBI nacional tiende al estancamiento, (crece 5% este año como inercia del rebote tras la pandemia) y los precios suben al 100%.
Dijo que no será candidata; con más desafíos judiciales por delante para ella y sus hijos, no olvida derrotas que ya protagonizó en 2013, 2015, 2017 y 2021. El poder de la minoría intensa ya no es el mismo.
El rol de la CGT
Con los Moyano repartidos entre el reclamo duro y los negocios con el Estado, la central obrera (Hector Daer y Carlos Acuña) ensaya equilibrios en procura de lugares en las listas, algo que el kirchnerismo no les procura (prefiere a la CTA). Ensaya una negociación cercana con empresarios a los que el Instituto Patria cuestiona. El titular de la Uocra, Gerardo Martínez, planteó "terminar con las candidaturas a dedo", en clara referencia a Cristina.
La oposición de los egos
Con no menos de 17 distritos subnacionales adelantando comicios, los gobernadores -principalmente del del PJ- se despegan de lo que intuyen será una derrota nacional. En 2023 la soja -como el trigo- no jugará para el peronismo como en 2018, pero eso no garantiza el triunfo opositor.
Horacio Rodríguez Larreta espera como "paloma" la posibilidad de una coalición con radicales que, entre las aspiraciones de Martin Lousteau a la ciudad de Buenos Aires y las indefiniciones de Gerardo Morales y Facundo Manes para entrar en la fórmula presidencial, no logran definir perfiles y lugares para el armado.
De la misma manera, con el carro delante del caballo, Patricia Bullrich intensifica su diatriba contra el jefe de gobierno porteño. Además, entre los halcones del PRO, Mauricio Macri parece dar señales de quedarse al margen, pero una implosión cambiaria en la primera parte del próximo año, podría generar un escenario que lo tiente ante la posibilidad -menos por consenso que por trauma- de encarar reformas tributaria, fiscal, monetaria o previsional, como líder de un "segundo tiempo".
La pelea de los egos en Juntos por el Cambio logra incluso diluir una ventaja relativa de la oposición. Las fundaciones Alem (UCR), Pensar (PRO), Hannah Arendt (Coalición Cívica) y Encuentro Republicano Federal (Peronismo federal) tienen equipos con proyectos avanzados. Pero eso que la ciudadanía espera como oferta elevada de la política, no lo pueden poner en escena en la estridencia de las pretensiones de sus principales dirigentes.
Milei, izquierda y piqueteros
Sin estructura ni territorio, Javier Milei capitaliza atenciones entre ciudadanos sub-23 de escenarios urbanos. Sergio Berensztein ha advertido sobre las maldiciones de las terceras fuerzas en el país, (Manrique en el '83 terminó como funcionario de Alfonsín; Alsogaray y Cavallo en el '89 con el menemismo; López Murphy en 2003, Lavagna en 2007, Massa en 2015)
Si es así, las terceras fuerzas en la Argentina terminan subsumidas en las dos grandes coaliciones. Pero en todo caso el "libertario" le pone condiciones a las cuentas especulativas de JxC: Patricia Bullrich busca capitalizarlo; Rodríguez Larreta y los radicales no lo quieren dentro de la propuesta opositora, pero eso podría restarles adhesiones.
Por el lado de la izquierda, la dinámica del peronismo podría plantearle la oportunidad de escalar la representación que hoy cuenta con una banca del PO y tres del PTS - Frente de Izquierda y los trabajadores. No siempre, pero suelen votar junto al PJ, en especial a instancias kirchneristas.
En cuanto a los movimientos sociales, tienen el desafío de la dinámica presidencial. Emilio Pérsico -el funcionario de Desarrollo Social que maneja los planes en el conurbano- propuso este año la continuidad de Alberto Fernández, pero terminó reunido -ante las evidencias- con Cristina.
Y Juan Grabois reclama aumentos con menos vehemencia que Eduardo Belliboni; la unidad piquetera tiene diferencias partidarias entre el filoperonismo del "gobierno popular" y la izquierda del PO.
Coaliciones y gobernabilidad
La coalición de Juntos por el Cambio como la del loteado Frente de Todos, sirvieron para ganar comicios pero no para gobernar. El país parece afrontar un 2023 en el que las coaliciones volverán a disputarse el poder, esta vez ante una demanda de moderación por parte de la sociedad. Una que además de oferta electoral, reclama ideas y equipos con consistencia, que puedan llevar adelante planes en los que las reglas de funcionamiento interno y los mecanismos de distribución del poder, no impidan la gobernabilidad.