Jueves 11.7.2024
/Última actualización 22:41
Uno de los periodistas que logró poner en agenda pública las cuestiones militares durante la gestión de Alberto Fernández fue el ex corresponsal de guerra de El Litoral Bryan J. Mayer. Con coberturas en todo el país y sus preguntas en Casa Rosada, semanalmente había novedades del rubro castrense tendientes a resolver desde problemas cotidianos de la tropa, como la falta de comida, hasta cuestiones troncales como la falta de inversión o la entrega de tierras en la Patagonia.
Foto: El Litoral.Con la llegada de Javier Milei a la presidencia y Luis Petri al ministerio de Defensa, la posición gubernamental dio un giro de 180° que se vio completamente materializado con el jefe de Estado subido a un tanque de guerra durante el desfile militar del 9 de julio. Entre los presentes en los palcos estaba Mayer, que hizo un repaso con este medio de todo lo que eso representa.
¿Qué pensás de lo que se vivió ayer?
Creo que marcó un antes y un después en el argumento que usan algunos sectores para menospreciar a las Fuerzas Armadas. Quedó claro que es mentira que hay un distanciamiento o un desprecio entre los militares y la sociedad civil. Si no alcanzó con ver últimamente el trabajo interagencial en las nevadas del sur, en la búsqueda de Loan o en las inundaciones como las del 2003, yendo más atrás en Santa Fe, lo que lograron ayer Javier Milei y Luis Petri no dejó lugar a dudas. También porque dejaron atrás la discriminación o el recelo desde el Ejecutivo hacia los efectivos militares, la imagen final del ministro invitando al presidente y la vice a recorrer unos metros en un Tanque Argentino Mediano fue espectacular. Por fin hay una conducción política que deja de tratar sus militares como escoria y les da el lugar que merecen.
¿Por qué decís que se buscó mostrar una división entre las partes?
Porque los que tenemos menos de 30 nos criamos consumiendo en los medios masivos de comunicación y escuchando en los gobiernos de turno distintas posturas que intentaron resumir la historia de las Fuerzas Armadas a los sucesos de la década del ’70 y demonizándolas por eso. Por suerte somos conscientes de que los antecedentes de nuestros militares nacen incluso antes de 1810 y llegan hasta hoy en día, con infinitos ejemplos de adiestramiento operacional; participación en misiones de paz; desarrollo científico y de apoyo a la comunidad. Sin embargo, desde el fin de la guerra de Malvinas, primero, y a partir del 2003, se redobló la apuesta y se profundizaron los discursos tendientes a la desmalvinización y a poner a los militares como los enemigos de los DDHH.
¿A qué se debe el ocultamiento de los veteranos de Malvinas?
Otra vez, fue algo sectorial y hay que analizarlo con esa relatividad. Desde 1982 se los trató de forma indebida. Se los vinculaba a la dictadura, por un lado y por el otro se intentaba exponer que los soldados veteranos odiaban a los militares de carrera. El primero es un discurso destructivo de cara a la sociedad y el segundo internamente en la familia militar. Ayer quedó demostrada que son dos falacias: miles de veteranos marcharon abriendo el desfile militar sin problemas y fueron aclamados por la sociedad, al mismo tiempo.
¿Se pasó del ocultamiento al extremo de sobreactuar todo lo relacionado a lo militar?
Se está normalizando la figura de los militares en la sociedad y en la forma de tratarlos desde la política. Si ahora parece raro que haya un presidente y un ministro de Defensa que los respete y valore; que se les permite visitar medios de comunicación; que no se los persigue porque estén más o menos en contra de la postura oficial; que se escucha y reconoce sus problemáticas o que se hacen desfiles militares como históricamente ocurría, no es que se está sobreactuando, se está recuperando o generando lo que fue o debería ser normal.
Fue mucha gente al desfile en Capital, ¿Considerás que esta “popularidad militar” también tiene su efecto en otros distritos?
Estuvo siempre intacta. Pero ya voy a ir a eso. El 9 de julio no se celebró únicamente con desfile en la Ciudad de Buenos Aires, si bien el acto central fue allí. El presidente y su gabinete comenzaron el día en Tucumán, pero además hubo desfiles en decenas de localidades de todo el país. En Rafaela, por ejemplo, fue el desfile principal de nuestra provincia. En todos ellos la concurrencia fue masiva, quizá logra menos impacto mediático porque la comunión es más fuerte entre los distintos cuarteles militares y las comunidades locales, por las historias generadas, por las incorporaciones locales, por la cooperación continua. En cambio, en Capital y el conurbano quizá se tiene una convivencia menos tangible, por la gran cantidad de población y actores sociales que existen. No es casualidad que ante cada evento de crisis los vecinos, los intendentes y hasta los gobernadores suelan pedir colaboración de las Fuerzas Armadas para salir al cruce. Hay mucha confianza en la seriedad, el profesionalismo y la honestidad de nuestros militares, nada más que antes parecía mala palabra decirlo. Y te decía que la “popularidad militar” se mantuvo intacta con un factor muy simple pero determinante: la Escuela de Suboficiales o el Colegio Militar del Ejército son institutos de formación que están compuestos por miles de jóvenes y la mayoría de ellos provienen de las 23 provincias del país.
Reclamaste mucho tiempo por el estado de abandono a las Fuerzas Armadas desde la política, ¿Alcanza con los gestos que da el gobierno para cambiar eso?
Este gobierno no solamente está dando un giro histórico en lo simbólico, también en hechos concretos y Santa Fe sirve de ejemplo para demostrar la transformación que se está haciendo. En nuestra provincia tenemos una fábrica militar; dos Liceos Militares; varios batallones y hasta una base aérea. Incluso se desplegó a las Fuerzas Armadas en apoyo logístico y de transporte de las Fuerzas de Seguridad en Rosario. En todos los casos hay medidas específicas que marcan un cambio en la forma de administrar el Instrumento Militar. De cada elemento mencionado te puedo mencionar al menos un ejemplo: mediante Decreto se le da patrocinio jurídico a aquel militar que, cumpliendo los reglamentos y normas, defienda la Zona Militar de Fray Luis Beltrán y luego afronte un proceso legal en consecuencia; firmó las reglas de empeñamiento, dando así espalda política para que los militares en Rosario puedan resolver como corresponde en caso de un ataque narco en su contra; firmó la compra de los F-16 que devuelve la capacidad supersónica a nuestro país; está logrando la mejora de la comida en los cuarteles y avanzando en compra de vehículos mecanizados a rueda; litiga en contra de todo intento de quita de tierras y podría seguir. Pero, como liceísta, no puedo dejar de destacar que el ministro Petri ya ordenó dejar sin efectos las resoluciones kirchneristas que van en contra de la esencia de los Liceos Militares y generar el apoyo necesario para que vuelvan a ser lo que fueron. No son gestos simbólicos, son cambios en algunos casos de fondo de cuestiones indispensables para mejorar el desarrollo militar desde los niveles más tácticos hasta los más estratégicos, que significa, en consecuencia, la mejora de la protección soberana de todos los argentinos.