Este mineral disponible en los salares tiene una fuerte demanda global para la fabricación de baterías, en un mundo que busca redefinir su matriz energética.
De la redacción de El Litoral
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Mara Laudonia/Télam
Es el mineral del futuro. El litio es el elemento sólido más liviano existente; tiene cualidades únicas para la fabricación de baterías gracias a su bajo peso, a su capacidad para retener energía y a su velocidad para la recarga. Lo tenemos en los celulares y ya mueve autos en el primer mundo.
El privilegio del que goza la Argentina al respecto es que integra el denominado triángulo del litio, una zona geográfica que abarca el norte argentino, el norte de Chile y el sur de Bolivia, en donde existe el 65% de las reservas mundiales de este mineral, que en su estado más puro se trata de un metal blando de color blanco plata.
Sólo la Argentina cuenta con casi el 10% del total de reservas en el mundo.
Contra lo que podría suponerse, este metal no se extrae en el país de las rocas a través de las explotación de las minas convencionales -como sí lo fue en el pasado-, sino de los salares de la Puna en Jujuy, Salta y Catamarca.
A través de un proceso de evaporación de la salmuera rica en minerales, y gracias a la intensa radiación solar de la zona, se consigue aislar al litio bajo la forma de carbonato de litio, la materia prima que se utiliza para la fabricación de las baterías de los teléfonos celulares, tablets, relojes, pero también en otras industrias como vidrio y cerámica, grasas y farmacéutica.
El litio comenzó a tener una fuerte demanda desde hace tres décadas, de la mano del boom del walkman y las baterías portátiles. Se trata de un mercado que crece al 15% anual, y que si bien hoy es motorizado por las portátiles, su futuro inmediato depende de la evolución de la industria automotriz, donde el litio figura en el podio de los elementos de los nuevos autos eléctricos.
Pero no es la única alternativa. Hay tecnologías como la del hidrógeno que podrían imponerse y sacarle terreno al uso de baterías, por lo que del precio futuro del litio dependerá de la dinámica de la demanda mundial. Aunque en un futuro más lejano, la mirada del litio está puesta como insumo a la industria nuclear.
A modo de ejemplo, la estadounidense de autos Tesla anunció que su planta de Neda requerirá de una demanda anual de 35.000 toneladas de litio para producir en una capacidad de hasta 500.000 autos anuales en un plazo de cinco años. Eso es casi el 90 % de todo lo que produce la Argentina hoy.
Pero en China hay trenes que se producen con “combustible” de hidrógeno. Esta incertidumbre sobre la demanda provoca que los entendidos no puedan cuantificar las necesidades potenciales de litio en el mundo, pero hay proyecciones lineales conservadoras, unas 350.000 toneladas anuales hacia el 2020, que merecen atención del Estado argentino y de las provincias.
El dato Casa “a pila” Una casa que genere energía renovable (eólica, techos solares) puede guardar su producción en paquetes de baterías de iones de litio, para disponer de electricidad en la noche, o cuando el viento amaina. No es un ensayo de ficción, es una posibilidad ya disponible que, en la medida que se desarrolle y extienda a escala, impactaría en una baja dramática de combustibles fósiles y en un menor aporte antropomórfico al calentamiento global. Incluso Donald Trump, por mucho que culpe a los “chinos” de inventar el “calentamiento”, verá cómo los hielos derretidos de Groenlandia le bajan la cotización a los inmuebles en la costa de Nueva York. Tal vez, eso lo convenza.
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