El escenario político diseñado por el resultado electoral, que sepultó cualquier expectativa de revertir (o cuanto menos atenuar) el cimbronazo de las Paso, colocó al gobierno de Omar Perotti en una nueva línea de largada de su gestión, y también de su posicionamiento a nivel nacional.
Shockeada por la pandemia, la gestión provincial demoró en reaccionar. La mejora en la administración del proceso vacunatorio y la atención de la crisis sanitaria, el esfuerzo (en buena parte exitoso) de sostener la actividad productiva durante ella, y la posibilidad de lanzar finalmente la obra pública, sumaron puntos positivos, aunque a efectos electorales quizá demasiado tardíos. En tanto, logró implementar otras medidas de más directa percepción por la ciudadanía, como el boleto educativo gratuito y la Billetera Santa Fe, que el oficialismo provincial no sólo buscó capitalizar en auxilio de sus candidatos a todos los cargos, sino también, en el último tramo de la campaña, usar como disuasivo contra el voto en contra, amenazando con supuestas (y supuestamente plausibles) intenciones de los candidatos opositores de dejarlos sin efecto.
Frente al avance de la inflación, contra el que poco pueden hacer las políticas provinciales, y con el principal caballito de batalla de la campaña de Perotti, como es la seguridad pública, completamente desbocado, los esfuerzos proselitistas y de gestión poco pudieron hacer. Y los votantes no hicieron la distinción con el plano nacional con el que las autoridades provinciales pudieron haberse ilusionado.
El gobernador se manifestó a través de Twitter tras conocerse los resultados.
Antes de que se conocieran las tendencias, planteadas con firmeza desde el inicio del conteo provincial, y corroboradas a partir de las 21, con la difusión de un piso importante de mesas escrutadas, funcionarios y referentes políticos provinciales plantearon la cuestión de la concertación y el diálogo como el signo de la nueva etapa que se abre en la provincia. Es preciso, frente al nivel de los flagelos que atraviesan Santa Fe, y la minoría legislativa que tiene Omar Perotti en la Cámara de Diputados, y un Senado también sacudido por internas e intereses cruzados. La necesidad de afrontar estos problemas y avanzar con iniciativas de impacto requieren acuerdo legislativo, por lo cual la apertura de canales de discusión y negociación aparece como el cauce requerido.
El otro plano será el de un recambio en el gabinete, que permita de alguna manera escenificar esta suerte de relanzamiento, y a la vez ajustar alineamientos y lealtades, puestos en jaque por el proceso de las internas.
El otro reposicionamiento también será fundamental, pero está fuertemente supeditado a lo que estas elecciones disparen a nivel nacional y a la manera en que la gestión de Alberto Fernández y el Frente de Todos asimile y procese el golpe electoral, y parlamentario.
Las hipótesis se centran en un acuerdo de redistribución de poder interno entre el propio Presidente y el kirchnerismo duro que responde a Cristina Kirchner, en un avance de la vicepresidente sobre todos los espacios de decisión, en un distanciamiento deliberado de su parte, e incluso en una reconstitución del gobierno con base en el peronismo no K, firmemente apoyado en los gobernadores. Asociado al kirchnerismo y a Cristina más por cuestiones tácticas que por convicciones íntimas e inclinaciones personales, no son pocos los que imaginan al gobernador santafesino asumiendo un rol en ese hipotético “rearmado”.
Pero hasta el momento se trata de un abanico de posibilidades demasiado amplio como para hacer suposiciones. Aunque los tiempos de la política, y de la situación del país, difícilmente permitirán que demore mucho en decantarse.