Gestionar seguridad en Santa Fe, un ojo de tormenta en permanente expansión
En un país en crisis y en una provincia marcada por el narcotráfico, existen pocos parámetros que permitan hablar de “logros” en la materia y que resistan la crítica ciudadana.
Gestionar seguridad en Santa Fe, un ojo de tormenta en permanente expansión
Cómo evaluar la gestión en Seguridad del gobierno de Omar Perotti sin mirar la cifra creciente de homicidios, que en tres años y medio sumó 1.379 muertos, es decir, más de un fallecido por día por el uso de “violencias altamente lesivas”, según indicadores oficiales del Observatorio de Seguridad Pública (OSP).
Pueden buscarse aquellas promesas de campaña en las que se pregonaba: “Ahora la paz y el orden”, como la llegada de un mesías que le devolvería la tranquilidad a la gente. Ni una cosa, ni la otra. Muy por el contrario, Santa Fe atraviesa un verdadero descalabro en los principales núcleos urbanos de la bota.
Omar Perotti, gobernador de la provincia de Santa Fe.
Ya entrados en acción, la seguidilla de cuatro ministros al frente de la cartera de Seguridad (tres de los cuales tuvieron salidas tumultuosas y complejas), lejos de significar la persecución de un plan a largo plazo, es la muestra palmaria de la inestabilidad del cargo, que lleva a sus operadores a lidiar con crisis de coyuntura sin poder elevar la mirada hacia el horizonte.
El elegido
El primero, Marcelo Fabián Sain, que más allá de sus exabruptos y bravuconadas filtradas a la prensa a través de audios de Whatsapp, sigue siendo cuestionado por haber tejido una red de espionaje manipulando el Organismo de Investigaciones (OI) del MPA, del cual era director.
Como recuerdo palpable quedó una causa judicial englobada como “espionaje ilegal”, en la que él y media docena de funcionarios y colaboradores de segundas y terceras líneas se encuentran imputados. Existe otra causa penal en la que se lo nombra a Sain y es por un caso de presunta corrupción institucional: la millonaria compra, en dólares, de un cargamentos de armas a Israel. Allí está imputado por “negociación incompatible con la función pública y tentativa de defraudación”, junto con otros tres exfuncionarios de la cartera que dirigía, así como el responsable de la empresa proveedora.
La pandemia trajo cierto alivio en materia de inseguridad, aunque no impidió mostrar el potencial de la verba del ministro, cuyos dichos y tuits, generaron el enojo de intendentes (tuvo un cruce con la representante de Ceres), también de una parte de la comunidad (cuando mandó a “enjaular” a una vecina que paseaba sus perros), y hasta dentro de la propia fuerza policial (cuando en un audio, le dijo a un jefe: “son unos negros pueblerinos...”).
Lo cierto es que la paciencia del gobernador se agotó pasado un año y Perotti reemplazó a Sain al cabo del primer trimestre del 2021.
La sucesión
Lo sucedió Jorge Lagna, un hombre que venía de la política y que podía darle al gobernador la calma perdida, y que tanto necesitaba la Casa Gris. Pero la calle no entiende de licitaciones, reuniones y actos públicos; y los crímenes en Rosario comenzaron a horadar la imagen del reemplazante de “Capitán América”.
De marzo de 2021 a agosto de 2022 el ex diputado justicialista de Venado Tuerto trató de surfear la ola de violencia narco pospandemia. Jorge Lagna dijo al retirarse: “Soy un soldado de la causa de Perotti”.
El 10 de agosto de 2022 el gobernador puso el fierro caliente de Seguridad en manos de Rubén Rimoldi, un excomisario del Sur con 30 años de experiencia en su foja de servicios (1978-2008) dentro de la fuerza. Duró medio año y con su salida se inauguró una nueva modalidad delictiva que tuvo a centros de salud y educativos como destinatarios de las balaceras.
En el recuerdo de los legisladores santafesinos quedará la presentación del ministro junto a la secretaria de Coordinación Técnica y Administración Financiera de la cartera, Ana Morel. Convocados para dar cuenta de la ejecución presupuestaria y justificar así una extensión de la “emergencia en Seguridad”, ambos protagonizaron un papelón al no poder justificar por qué diez meses después sólo se había ejecutado el 1,5% de un presupuesto de 3.389 millones de pesos.
La última carta
El 8 de febrero de 2023 asumió en lugar de Rimoldi el comandante retirado de Gendarmería, Claudio Brilloni, quien desde su llegada a la gestión intenta con su impronta encaminar lo que queda de aquí a diciembre, cuando deba “entregar las armas” a su sucesor político.
En su última aparición pública para el acto por el 159° aniversario de la Policía, en la ciudad de Vera, Brilloni, que parece gozar de ganado prestigio en las bases, habló para sus camaradas que “le ponen el pecho y se juegan la vida todos los días”. “Junto con el servicio penitenciario provincial somos la parte más importante en el diseño y la ejecución de la política pública de seguridad y que permiten desarrollar otras políticas públicas”, les dijo.
También rindió homenaje “a los caídos en cumplimiento del deber” y expresó su agradecimiento y felicitaciones para “estos hombres y mujeres (que) se sienten orgullosos de haber elegido una de las profesiones más sublimes, que es ser servidor público, ser policía de la provincia de Santa Fe”.
Inversión
Más allá de los gestos, las palabras y los mensajes que a lo largo de estos años encarnaron los sucesivos ministros, están los datos duros que refieren a la inversión que la gestión Perotti viene haciendo en seguridad.
En uno de los últimos balances oficiales, se hablaba de una inversión de más de $ 12.000 millones de pesos “en logística, equipamiento y tecnología”, cifra que -previo a la devaluación de agosto-, pretendía alcanzar los $ 15.000 millones para diciembre.
Dicha suma incluye la entrega de 1.873 nuevos vehículos (414 motos, 528 patrulleros, 844 camionetas, 50 patrulleros tipo furgón, 35 minibuses y 2 autobombas); 9.134 armas (8.400 pistolas, 634 escopetas y 100 fusiles); y 20.500 chalecos de protección balística y multiamenazas, cubriendo la necesidad de protección para la totalidad del personal. Además, se incorporaron 3.269 policías, convirtiendo a la fuerza provincial en una de las más grandes de la provincia (23.000) junto con los docentes y empleados públicos.
Modernizar la fuerza
Unos de los ejes de gestión en seguridad fue la “modernización”. Una muestra de ello es el paulatino reemplazo del tradicional servicio 911 por el nuevo Sistema de Control, Atención y Despacho (SiCAD): un sistema de emergencia moderno que comprende tecnologías avanzadas de comunicación y videovigilancia, logrando que todas las fuerzas de la provincia estén coordinadas y conectadas para realizar tareas de prevención, operación y control en todo el territorio.
Para la implementación del SiCAD se invirtió en la compra de 2.164 teléfonos inteligentes robustos, 343 cámaras corporales con accesorios para motos, 47 estaciones de cargas para las cámaras, 10 estaciones de transmisión de datos para las cámaras; y geoposicionamiento en tiempo real para el seguimiento, despacho y control del accionar policial en el territorio.
Imagen ilustrativa. Crédito: Mauricio Garín
También se previó nueva infraestructura edilicia y equipamiento para el funcionamiento de los 6 COPs (Centros de Análisis y Operaciones Policiales) en Santa Fe, Rosario, Rafaela, Reconquista, Venado Tuerto y San Lorenzo; 2 CaDEVs (Centros de Atención, Despacho y Videovigilancia) para Rosario y Santa Fe; y de los Centros de Despacho Remotos distribuidos en el territorio provincial.
Videovigilancia
Una demanda permanente, especialmente de municipios y comunas, derivó en la creación el año pasado, de un fondo de $ 300 millones para el fortalecimiento de sistemas de videovigilancia que ya lleva firmados 141 convenios en toda la provincia.
Por último, en el ítem infraestructura se invirtieron $ 4.628 millones en nuevos edificios y $ 1.137 millones en refacciones de comisarías, subcomisarías y destacamentos en 166 municipios y comunas, según el presupuesto del Ministerio de Seguridad.
Pregunta final: ¿Son 15.000 millones de pesos en cuatro años, mucho o poco para la crisis actual? ¿Es sólo una cuestión de inversión o también de administración de recursos? Para las víctimas, no habrá cifra que alcance a calmar el dolor -en casos de muertes cercanas-, ni la bronca -cuando se trata de bienes-. Los especialistas podrán comparar con gestiones anteriores, cuando la cifra de crímenes no tenían nada que envidiarle a la actual.
En el medio la gente, que vive cada día más enrejada y temerosa de lo que pueda ocurrir a la vuelta de la esquina, camino a la escuela o al trabajo, mientras el delito avanza sin tapujos, como dueño del espacio público donde el Estado no llega o llega tarde.