Luis Rodrigo | politica@ellitoral.com
Las mayorías especiales que la reforma requiere están lejanas y el mensaje sigue en Comisiones de Diputados. En cualquier caso, siempre queda la riqueza de un debate de fondo.
Luis Rodrigo | politica@ellitoral.com
—El proyecto de ley que hoy discute Diputados declara la necesidad de la reforma de la Constitución. ¿Por qué sería necesaria?
—Lo planteamos desde hace años. No es algo de ahora. La Provincia de Santa Fe está en mora con la reforma constitucional de 1994, cuando las provincias tomaron el compromiso de adaptar sus textos constitucionales y ponerlos a tono con la Constitución Nacional.
En primer lugar, porque hay muchas instituciones que hoy no están o están sólo reguladas por ley. Hablamos de aspectos de nuestra vida institucional que son centrales, por ejemplo, el modo en que se eligen los jueces. Si bien durante todos estos años de gobiernos del Frente, el Ejecutivo ha tomado la decisión de acotar la discrecionalidad que le reserva la Constitución y de impulsar, a través del Consejo de la Magistratura, el modo de ser propuestos al Legislativo eso es apenas una decisión política. Puede cambiar con otra decisión política y debería estar consagrado por la Constitución.
—Es curioso cómo al discutirse en el Legislativo los pliegos o la calidad de los concursos para la selección de candidatos, queda fuera de foco este aspecto que es central. Nada asegura que en el futuro los pliegos los eleve el gobernador de turno sin más criterio que el suyo.
—La herramienta que debe consolidar eso es la Constitución. No puede haber más que el mérito de las personas, que sus capacidades, para definir quién es juez. Es una decisión que implica una gran carga subjetiva, ¿quién tiene más méritos o capacidades? De lo que se trata es de objetivar esos valores, de tener un método y un tribunal que evalúa. Esa es la razón principal por la que esta institución debe ser consagrada por la Constitución.
Obviamente hay, además, derechos de segunda generación que la Constitución vigente no contiene. Es cierto que hay quienes como constitucionalistas explican que aún sin figurar, los pactos internacionales incorporados en 1994 son parte de los derechos de todos los argentinos, pero es mejor que estén inequívocamente aceptados en la Constitución de Santa Fe.
—Una guía doctrinaria para los jueces.
—Sí, se refuerza la idea de que la Provincia está en el mismo sentido. En Santa Fe hay decisiones políticas en torno al derecho a la salud que deben sumarse a la letra de la Constitución. No es lo mismo decir que la salud constituye un derecho a decir que la Provincia debe prestar el servicio de salud.
Si la obligación es prestar un servicio, el Estado pone a disposición lo que cree que tiene posibilidades de dar. Un derecho en cambio garantiza a la persona que no tiene alguna obra social que va a acceder a todas las prestaciones disponibles y a la tecnología disponible para enfrentar su problema de salud. Y lo mismo ocurre con la educación.
Está el famoso tema de los mandatos. Pareciera que, en general, esa es la única controversia que tenemos. Respecto de los demás puntos, da la impresión de que hay bastante acuerdo. En cuanto a los tiempos que demanda la reforma, si las fuerzas políticas que actúan en la Provincia tienen una posición tomada, no debería haber problemas. Se puede reunir la Convención Constituyente y darse los tiempos que necesite para los debates.
Nos cuesta aceptar el criterio de algunas fuerzas de la oposición que aducen que aún no han debatido internamente... Es deber de las fuerzas políticas tener posición tomada sobre temas tan importantes.
En todo caso, el tiempo que necesitamos para la reforma es el que demanden los grandes acuerdos para las grandes líneas de la reforma, en el marco de una convención. No buscamos mayorías eventuales, pasajeras, sino criterios amplios de consenso, que contengan a la inmensa mayoría de los santafesinos.
—Hay una discusión en torno a la oportunidad para la reforma. La Constitución vigente se reformó en un contexto nacional muy complejo, muy duro, con el golpe militar a la vuelta de la esquina.
—Sí. Y se pudo. Y todo el mundo rescata a la Constitución Provincial vigente como muy buena, sin dudas, ha cumplido. Ha cumplido su ciclo. Ahora hay que hacerle algunas modificaciones, no se la va a cambiar totalmente.
La gran mayoría de los sectores políticos debería pensar que contamos en nuestro favor con una calidad institucional que nos asegura un marco mucho más favorable, mucho más estable, previsible y sólido, que el que tuvieron los convencionales de 1962. En Santa Fe hoy existe el diálogo entre las distintas fuerzas políticas, acuerdos entre los tres poderes, decisiones que se toman con consultas con la oposición.
Y si lo que se señala es la crisis económica, también es importante responder con iniciativas de transformación ante la crisis.
—De entre quienes se oponen, destaco la opinión de su par Rubén Pirola (PJ-Las Colonias) que sostuvo que la calidad institucional santafesina es justamente el producto de no haber reformado la Constitución. De no tener reelección, ni la puerta abierta a caudillismos.
—No es el caso de la provincia de Santa Fe. Con ese criterio, los intendentes serían una suerte de caudillos eternizados en el poder y obviamente no es así. Y mucho menos en las principales ciudades de la provincia, donde hubo unas pocas reelecciones, teniendo esa posibilidad sin ningún límite.
La Constitución vigente habilita la reelección para todos los cargos, menos el de gobernador que, si bien es el más relevante, no puede marcar a toda la provincia. Se propicia la posibilidad de una reelección. Y luego dejar como mínimo un período para aspirar a otro mandato.
No es más que copiar lo que hoy ocurre con el presidente. No se compromete la renovación de dirigentes. Hoy Santa Fe no sufre problemas institucionales graves, todo lo contrario. Y ambas Cámaras pueden mostrar una calidad institucional que es mérito de quienes las componen, no lo ha impedido el hecho de que los legisladores puedan ser reelectos.
Miguel Lifschitz como intendente de Rosario tuvo dos períodos y, aún con una muy alta imagen que se probó en las urnas al ser electo senador provincial, no buscó un tercer mandato. Fue a otro cargo. Las reelecciones no determinan la calidad de los dirigentes políticos.
—Dicho de un modo antipático: hay figuras que se eternizan en cargos, en escenarios con escasa población o desarrollo, en ciudades o en departamentos. Santa Fe y Rosario viven una renovación más acelerada de sus dirigentes, dentro y fuera de cada partido o cada frente.
—No lo veo de la misma forma. En realidad, en el caso del intendente, del presidente comunal, del senador o el diputado que repite mandatos, se advierte un trato personal, de amistad, de proximidad muy distinto con el vecino. Como ministro he tenido la suerte de conocer muchas localidades, y visitarlas varias veces. Los dirigentes son personas muy conocidas, no sólo en su faz política o de gestión, sino humanas. Se desarrollan afectos.
En grandes ciudades sabemos de los dirigentes cómo son como gestores, como dirigentes políticos, evaluamos sus acciones, sus declaraciones periodísticas... No los conocemos personalmente.
—¿No son suficientes 4 años para una gestión? ¿Por qué hasta 8?
—Es el criterio que el país ha tomado, hace ya más de dos décadas. Parecía muy largo el período de 6 años, sin reelección. Hay ocho años cuando la ciudadanía aprueba la marcha de una gestión, al cabo de los primeros 4. Permite evaluar y permite más continuidad. Si todo va bien, se sigue con un período más. Es razonable y si la gente considera que no, es no. En realidad es 4 más 4, no es simplemente 8.
—El proyecto está en Diputados, en la Comisión de Educación...
—Tendría que salir de comisiones en los próximos días. Tendrá un final abierto. Después hay que ver si quienes no están de acuerdo con la oportunidad, porque eso es lo que se esgrime para oponerse. En Diputados el proyecto tiene el consenso de la mayoría, pero es necesario una mayoría especial puede haber alguna dificultad. Sabemos que esta situación está pasando. De todas formas, no estamos lejos.
Podremos demorarnos un poco más, o un poco menos, pero la Constitución se va a reformar y nosotros estamos convencidos de que la oportunidad es ésta.
Por la estabilidad institucional de la Provincia, por su calidad institucional y pese a que no tengamos un acuerdo sobre todos y cada uno de los temas. No está dicha la última palabra sobre si llegamos o no a esta mayoría agravada pero si reina la idea de correrse de las mezquindades políticas, tiene que salir.
Hay quienes ven en la reforma sólo una amenaza, porque temen que el gobernador, que tiene un altísimo consenso en la sociedad pueda aspirar a una reelección.
Lo ha dicho Miguel Lifschitz: son los convencionales constituyentes los que pueden definir cuál es el momento para que se aplique la cláusula de la reelección, si lo habilitarán o no para un próximo período. Ese no puede ser el motivo para que no haya una reforma.
Todo quedará en manos de la gente, del ciudadano. Cada partido cómo votará este tema. No puede ser un impedimento para postergar la reforma.
—Es una oferta generosa, pero...
—Es que el proyecto de reforma dice que a este tema lo resolverán los convencionales. La letra de la iniciativa dice que este tema queda habilitado para la discusión, no dice qué va a resultar. Y el propio gobernador Lifschitz lo ha dicho, se puede poner una cláusula transitoria que diga que la reelección rige para el próximo período.
—¿Qué Cámara es más difícil?, ¿Senadores o Diputados?
—En el Senado nos parece posible tener esa mayoría especial. No puedo más que dar una opinión personal, no soy quién para decir cómo van a votar los colegas de la mayoría justicialista, pero creo que podría ser posible. Daremos el debate.
Por otra parte, conozco las dificultades que hay en Diputados, pero no está dicha la última palabra. Siempre es posible.
—El bloque del PJ se remite a lo que decida su partido.
—No podría opinar sobre sus decisiones.
—La elección de convencionales constituyentes de 1994 tuvo un protagonista inesperado, un partido formado por un militar carapintada y golpista, Aldo Rico, que quedó en cuarto puesto, con casi 10% de los votos. ¿No se corre el riesgo de abrir las puertas a lo peor de la antipolítica, cuando el país tiene cierto desencanto?
—Sí podría aparecer alguna fuerza, algún grupo de personas que se presenten a la convención y convoquen a la antipolítica. La democracia se cura con más democracia, creo es lo que decía Alfonsín. Es absolutamente acertada esa frase. Y si bien hemos tenido crisis, se han resuelto en los marcos institucionales. Y hoy que las cosas no están bien, con gente que pierde el trabajo, ve caer su salario, y no se ven salidas, está claro que la oposición actual -todos los que la conformamos- ninguno tiene una postura para que el gobierno no termine su período. No se apuesta a romper la institucionalidad en el país. Y en Santa Fe contamos con un escenario institucional mucho más favorable.
—¿Es un debate de los dirigentes o de la gente?
—Cuando se dice que a la sociedad no le interesa la reforma de la Constitución es porque simplemente no se escucha a la gente. Es cierto, la gente no sale a reclamar la reforma, pero sí pide la consolidación de sus derechos. Hay reclamos concretos por asegurar el acceso al agua, a la calidad de vida, a la salud, la educación. Y la herramienta que consolida esos derechos son las leyes y la Constitución. Los acuerdos sociales, en nuestros países de institucionalidad fuerte, se rigen por las normas que dicen cuáles son esos acuerdos. Uno puede tener valores, pero esos valores se expresan en los principios que son las leyes. La gente no pide una ley sobre tal o cual cosa, pero sí pide tal o cual cosa. Y los dirigentes sabemos que la herramienta para crear ese derecho es la ley y la Constitución.
Contigiani y su banca
—¿Fue adecuado que el Partido Socialista postulara a un extrapartidario clerical? Hoy el debate por el aborto pone a Luis Contigiani y al PS en posiciones diametralmente opuestas.
—Esa decisión se tomó como bien dijo Antonio Bonfatti, el presidente del partido, ante una agenda amplísima de temas que no incluyó este debate. No lo digo para disculparnos del hecho de que el único legislador del Frente tenga esta posición, que realmente nos incomoda en el PS. Pero también es cierto que cuando construimos, con otros partidos, esta lista que no es del PS, es de un Frente que buscábamos tener más diputados. Y si hoy los tuviéramos no estaríamos tan pendientes de qué hace el único legislador del Frente.
“El proyecto para declarar la necesidad de la reforma tendría que salir de las comisiones de Diputados, en los próximos días. Tendrá un final abierto”.
Miguel González,
senador provincial (PS-La Capital)