Greta Pena, titular del INADI: "No somos policías del pensamiento"
La funcionaria nacional estuvo en Santa Fe para acordar capacitaciones a docentes, trabajadores estatales y del deporte. En diálogo con El Litoral, reconoció que gestiones anteriores limaron la credibilidad del organismo, aunque confió en que la generación de políticas contra la discriminación que "trasciendan" a los gobiernos de turno serán la base para "vivir en una sociedad más justa".
Pena destacó que el trabajo del INADI "es muy importante para marcar los límites que no podemos pasar si queremos vivir en una sociedad justa". Créditos: Manuel Fabatía.
La titular del Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (INADI), Greta Pena, desembarcó en Santa Fe para firmar una serie de convenios y poner en marcha programas de capacitación tendientes a reducir los índices de desigualdad en el ámbito laboral, educativo y deportivo.
Pena es abogada y periodista, y se desempeña desde hace más de dos décadas en la formulación de políticas públicas de justicia y derechos humanos. En diciembre pasado fue designada por el presidente Alberto Fernández como interventora del INADI, tras la renuncia de Victoria Donda.
"El INADI tiene que estar por sobre todas las grietas, esté quien esté en el gobierno. Es un instituto con 28 años de historia, que fue creado después de los dos atentados que hubo en el país, y tiene que ser un reservorio de dignidad de todos y de todas. Eso no quiere decir no marcar una postura, lo que quiero decir es que construimos mucho en este país a lo largo de estos 40 años de democracia y eso tenemos que respetarlo", señala en diálogo con El Litoral.
Del organismo nacional contra la discriminación, también formó parte en 2007, cuando fue directora de prevención y investigación de prácticas discriminatorias. De ese tiempo a esta parte, dijo notar un cambio con respecto a la percepción que la sociedad tiene sobre el instituto: "Cuando yo llegué al INADI, éramos 34 empleados y la sociedad no sabía bien cuál era el rol que cumplíamos. De a poco fuimos haciendo que se conozca, salíamos a volantear para hablar con la gente en la calle y creamos el 0800 para que pudieran contactarse. En ese andar nacieron muchas leyes igualitarias en las que el INADI tuvo un gran protagonismo, como la de Matrimonio Igualitario y la de Identidad de Género. Hoy veo que hay una desnaturalización, sobre todo de los más jóvenes, de las situaciones de discriminación, no se la bancan y esto está buenísimo. Y también mucho avance institucional de parte de clubes, medios de comunicación, escuelas, cooperativas, que han ido formado un espacio específico para abordar estos temas".
-En ese proceso de hacerse un lugar, el INADI pasó de ser algo que venía a esclarecer algunas cosas a que hoy algunos lo vean como un agente de control. ¿Cómo se puede explicar este cambio?
-Se explica por las diferentes gestiones. Pasó una gestión de Juntos por el Cambio que lo vació, y también una gestión que por diversos motivos no pudo dar en el clavo como fue la de Victoria Donda. Yo soy una trabajadora del INADI a la que el Presidente y el Gabinete eligieron para en poco tiempo poder ir cambiando esa percepción que se fue instalando y que a algunos le conviene. Porque es verdad que están los que dicen que el INADI es la policía pero también están los que dicen que el INADI no hace nada. Entonces, pongámonos de acuerdo. El INADI es un lugar importantísimo que elabora dictámenes sobre situaciones de vulneración de derechos, que acompaña a las víctimas de esas situaciones, que tiene herramientas, recursos humanos y presupuesto para hacerlo, y que genera políticas para prevenir esas situaciones. Pero es otra cosa distinta de la Justicia, que tiene su propio funcionamiento y eso que está muy bien que así sea. Nosotros no somos la policía del pensamiento, hay que dejarlo en claro, pero nuestro trabajo es muy importante para marcar los límites que no podemos pasar si queremos vivir en una sociedad más justa.
Créditos: Manuel Fabatía.
-Este año hay elecciones y en las propuestas políticas se refleja un crecimiento de los discursos conservadores por sobre los progresistas. ¿Cómo se entiende este corrimiento ideológico? ¿Cuánto tiene que ver la violencia y la desigualdad con la que se convive día a día?
-Notamos esta situación, y es muy preocupante. Si desde los estamentos más altos de la sociedad en el sentido de reproducción de mensajes, es decir, líderes políticos o medios de comunicación, para sentar una posición utilizan violencia hacia ciertos grupos basados en tal o cual condición ¿cómo le explico después a un niño o a una niña en la escuela que eso está mal si nuestros referentes lo están haciendo? Yo apelo a que los años de democracia que tenemos nos den la madurez y la responsabilidad necesaria de poder zanjar esas diferencias -que las hay y que son saludables- sin utilizar las condiciones de ciertos grupos para violentar. Por otra parte, la violencia surge de la desigualdad, ya sea en términos económicos, sociales o culturales. Y cuando esa desigualdad es sostenida, como viene sucediendo, se transforma lamentablemente en la violencia más grave que es sobre la integridad y la seguridad.
-Ante este diagnóstico, ¿qué hace el INADI?
-Hay que entender que todos, en algún momento y por alguna condición, vamos a entrar en algún grupo vulnerado: o porque somos viejos, porque nacimos con alguna discapacidad o la adquirimos en alguna situación, porque descubrimos que tenemos una orientación sexual distinta a la que se supone, porque no tenemos una familia típica, porque nos cuesta más hacer algunas tareas, porque nos irnos vivir a otro lado y pasamos a ser migrantes internos. El tema es que cuando estamos en otro ámbito, repetimos esas formas de diferenciarnos como para sentirnos que estamos por fuera del grupo discriminado, muchas veces hasta de forma inconsciente porque es así como lo aprendimos. Para eso creo que desde el INADI lo primero que tenemos que hacer es dejar de atender solo lo urgente para enfocarnos en el trabajo a largo plazo para fortalecer las bases sociales. Muchas veces me cuestionan: "¿y el INADI qué hace ante este nuevo caso de violencia de género?". Por supuesto que seguimos ayudando, pero si solo nos dedicamos a eso ¿cuántos centros más de violencia de género vamos a abrir, cuántas pensiones sociales vamos a armar? La sociedad argentina es una sociedad muy inclusiva porque entre otras cosas tenemos leyes pioneras como la ley de Migraciones y de Refugio. Por supuesto que tenemos discriminación, pero acá acogemos a personas de todo el mundo, tenemos una diversidad religiosa que en el resto del mundo no se ve con tanta naturalidad, tenemos educación y salud pública que nos igualan en derechos humanos.
Pena reitera que el INADI no es sólo un lugar de denuncia, sino que también genera políticas públicas para la prevención de la discriminación y la violencia. "Mi gestión se enmarca en ese propósito: institucionalizar programas para que excedan a los gobiernos o quien circunstancialmente esté al frente del organismo", señala.
En ese sentido, destaca la profundización de programas bajo tres ejes (educación, trabajo y deporte) dirigidos a los ámbitos donde más denuncias recibe el organismo. "Uno es Escuelas Sin Discriminación, muy solicitado por todas las provincias y municipios, que busca formar formadores para evitar situaciones de violencia en la escuela que es donde más tiempo pasan nuestros pibes. El otro es Ambientes Laborales Libres de Discriminación porque, según nuestras denuncias, el trabajo es el espacio donde más se discrimina. Y en cuanto al deporte, estamos con la campaña federal por un Deporte Sin Discriminación, para abordar la estigmatización en estos espacios de sociabilización".
-Los informes señalan que no solo aumentaron las denuncias, sino que lo que creció es la percepción sobre las situaciones de discriminación y que eso se refleja en números. ¿Qué incidencia tiene esto en la elaboración de las políticas del organismo?
-Que haya aumentado la percepción es un dato bueno, porque quiere decir que la población ya no naturaliza cuestiones que antes eran habituales y las identifica como discriminatorias, como un derecho vulnerado. Y entonces esto es un dato del trabajo sostenido del Estado para con la sociedad civil. Hay muchos ámbitos donde está naturalizada esta mirada, por ejemplo en la discapacidad, en donde las organizaciones tienen muchos años trabajando y saben cómo acceder al Estado. Pero hay otros grupos más desfavorecidos que no pueden acceder tan fácilmente a realizar la denuncia. Por eso se decidió hacer el Mapa de la Discriminación y comparar qué es lo que se percibe en el día a día y cómo eso se relaciona con las denuncias efectivas que recibimos y lo que recopilan los observatorios del INADI. Con esas herramientas podemos hacer un diagnóstico y luego transformarlo en políticas públicas activas y focalizadas. La capacitación y la formación, son un eje fundamental, pero también el asesoramiento para garantizar el fortalecimiento institucional, por ejemplo, para crear áreas específicas en cada dependencia, trabajo o club para que puedan abordar ellos mismos estos temas.
Jóvenes, escuelas redes y pandemia
-El programa para escuelas tiene mayor recorrido. ¿Qué situaciones ves que se repiten de discriminación en las distintas aulas del país?
-Identificamos dos situaciones como los espacios donde se experimenta mayor violencia y discriminación: los baños y las clases de educación física. Fijate que son los lugares donde tradicionalmente se separa por el sexo biológico. Eso hay que terminarlo, porque marca a los chicos y a las chicas. La educación física es una materia como geografía o historia, tiene una pedagogía y no tiene por qué haber esa separación a quien no encaja en la separación por sexo o a quien tampoco demuestra las habilidades hegemónicas que supuestamente debe tener un varón o una mujer. Para eso, hay que seguir apostando a profundizar el trabajo de la Educación Sexual Integral (ESI) para poder generar una apropiación y un derecho sobre el propio cuerpo.
-¿Cuál es el rol del docente, que es el adulto responsable dentro de las instituciones escolares?
-Hay docentes que ejercen violencia y muchos otros que sufren violencia en su propio ámbito laboral. Pero también hay una realidad que es que hoy, al docente, le exigimos que sepa todo. Las y los profes tienen que saber cómo manejar la nutrición que tiene que venir con la vianda, cómo resolver un problema de una transición de género, cómo una situación de violencia grupal o de acoso escolar. Pero el docente no se desentiende, siempre le pone el cuerpo para trabajar. Por eso me emociona la gran asistencia cada vez que llegamos con este programa de Escuelas Sin Discriminación, porque no hablamos solamente de cuestiones académicas sino de situaciones que influyen fuertemente en nuestros chicos y chicas.
-¿Cómo ha influido la pandemia en los jóvenes?
-Personalmente, me preocupa el estado en el que quedó todo después de la pandemia. Estamos notando un aumento de los índices de suicidio, una desazón por no poder encontrar su lugar, dificultades para relacionarse, imposibilidad de afrontar la frustración, la política de la cancelación. Otra cuestión es la explosión de las redes sociales, que aceleran todos estos asuntos también, porque ya un porcentaje enorme de nuestra vida pasa por lo digital, hasta los delitos ya hoy se dan por estos medios. Por eso, desde el INADI hemos lanzado un observatorio específico, pero sin la intención de ser policías. La libertad de expresión es una realidad que personalmente defiendo, pero tampoco es un derecho absoluto, debe estar siempre sopesado con el principio de igualdad y de no discriminación.
Fútbol ¿para todos?
La titular del INADI señaló que en el ámbito deportivo, especialmente el del fútbol, suele ser de los que más se resisten a los avances de derechos de género. En ese sentido, destacó que ya se han firmado convenios con la AFA, San Lorenzo, Boca y ahora se encuentran sumando instituciones provinciales, como en este caso fue con Unión de Santa Fe.
"El fútbol es un deporte hermoso y es una pena que se den estas situaciones. Es de los deportes más completos, ayuda en la salud, en lo psíquico y también en lo social, porque muchas veces uno va al club para hacerse también de amistades, y si ese lugar es expulsivo o violento en sus formas termina de complicar ese objetivo del encuentro. Yo juego al fútbol desde chiquita y sé lo difícil que fue todo el proceso para poder habilitarnos un lugar a las mujeres que queremos practicarlo. Afortunadamente hoy el fútbol femenino ha logrado normalizarse tanto a nivel profesional como formativo. Pero todavía sigue siendo un problema para muchas personas LGBT, homosexuales o bisexuales que también aman el fútbol y no pueden practicarlo. Se viene trabajando en ese sentido, se formaron ligas importantes, por ejemplo la red Tercer Tiempo donde participan equipos de todas las provincias -en Santa Fe, Los Gauchos- para fomentar la inclusión social y de género desde la práctica deportiva".
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