Nancy Balza / [email protected]
El programa se funda en cuatro ejes, pero el objetivo común es lograr que la población pase del asistencialismo a la producción.
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En el kilómetro 490 de la ruta nacional 11, unos 5 kilómetros al norte de la ciudad de Recreo, se erige la comunidad Mocoví “Com Caia”. En el año 2008, el gobierno santafesino adjudicó a la comunidad 327 hectáreas que fueron transferidas y escrituradas de manera definitiva en septiembre de 2011. El destino de esas tierras -reconocidas por el grupo como campo San José- es su uso y aprovechamiento productivo.
“En este período la comunidad se fue asentando y desarrolló una incipiente actividad más que nada en horticultura, cría de aves y animales de corral. Pero el campo en sí no estaba explotado como podía serlo en esas tierras extremadamente productivas”. Quienes exponen este tramo de la historia son Yamile Barbará, directora provincial de Gestión Técnica y Coordinación Interministerial del ministerio de Gobierno, y Raúl Stefanazzi, director de Ganadería del ministerio de la Producción, dos de los organismos que intervienen en el proyecto “Somos hermanos” que es como se dice en nuestra lengua Com Caia.
Y explican: “Lo que sucedía es que recibíamos reclamos de la comunidad al gobierno local y provincial por ayuda e infraestructura, y junto con el ministerio de la Producción comenzamos a liderar una mesa político-técnica para hacer un diagnóstico sobre la situación: necesitábamos reforzar un trabajo coordinado desde los ministerios para dar una respuesta”, explica Barbará.
Del total de las tierras adjudicadas, 17 hectáreas se encuentran ocupadas por viviendas muy precarias, mientras que el resto de la superficie donada es para la producción de las tierras que son muy fértiles en esta región. “Sin embargo, la realidad es que las familias asentadas viven en condiciones de pobreza y vulnerabilidad extrema, alejadas de los principales servicios básicos como luz, agua, transporte, educación, salud, entre otros. Acrecienta esta situación problemática la fuerte pérdida de identidad que vive la comunidad, ocasionada por el desarraigo de su lugar de origen con la consecuente pérdida de su cultura y de los lazos identitarios y comunitarios”, resume el proyecto.
Ponerse en valor
Al comienzo de la gestión provincial de Miguel Lifschitz y del intendente de Recreo Omar Colombo se decidió poner particular atención en la comunidad, con el objetivo de que se cumpla plenamente la premisa con la que fueron asignadas las tierras. Producción y Gobierno no son los únicos ministerios involucrados en la tarea: también participan Desarrollo Social, Salud, Infraestructura, Medio Ambiente, Educación, Trabajo y la secretaría de Energía, entre otros organismos.
Como se verá, la acción conjunta resulta indispensable para lograr una respuesta integral. A modo de ejemplo, una de las primeras tareas por parte de Salud fue la inauguración de la posta sanitaria; con Educación se fortaleció el trabajo del Caeba (educación para adultos) y se ordenó con empresas de colectivos para que aseguren el traslado de los niños y niñas a la escuela, y con Trabajo se coordinó la capacitación y asistencia técnica para mejorar o generar -según el caso- la práctica de horticultura, tambo, apicultura, maquinarias e informática.
En ese punto, Stefanazzi consignó que el primer eje a resolver, “y en eso el gobernador fue tajante”, era que el campo era para producir. Los integrantes de la comunidad “son muy buenos horticultores y saben labrar la tierra, pero había que fortalecer la parte de comercialización y el consumo interno de lo que se produce”.
Lo primero que se hizo fue ordenar jurídicamente el campo, tarea que “demandó meses de trabajo”. “Tuvimos un enorme apoyo de Trabajo para las capacitaciones que fueron exitosas en cuanto a la participación, pero el tema es ponerlas en práctica”, expuso el funcionario.
Vivir dignamente
Barbará destacó la calidad de los productos que se obtienen: “en horticultura, en términos agroecológicos, son muy buenos”, y desde hace algunos sábados el grupo participa en la feria de quinteros. “Tienen una producción sana y muy variada, pero no logran reconocerse como compradores y vendedores entre ellos”, aporta Stefanazzi. Ese es otro de los puntos a fortalecer, y contrasta con el asistencialismo “que hizo que no se pongan en valor y piensen que tienen que buscar afuera lo que ellos tienen y pueden resolver”.
Todos los miércoles se realizan reuniones y se evalúan los pasos dados hasta el momento y la manera en que se va a continuar. “El objetivo final del proyecto es que cada familia de la comunidad dueña de ese predio pueda, con el apoyo del Estado, vivir dignamente, produciendo, alimentándose bien y vendiendo el excedente. Es un proyecto que se pensó bien, con y para ellos”, concluyeron Stefanazzi y Barbará.
Género
Uno de los aspectos que aborda el proyecto es la perspectiva de género, tema que se espera fortalecer en 2019. “En la comunidad la mujer asume, en general, un rol de quedarse en el campo y a cargo del cuidado de los niños, y el varón es el que sale a hacer las changas”, explica Yamile Barbará quien aclaró que “ellas juegan un papel importante y toman decisiones”.
“Va a llevar tiempo que se equilibren los roles; hay que trabajar con las mujeres en el respeto de sí mismas, en los cuidados de su alimentación, los cuidados sexuales en una comunidad donde chicas muy jovencitas ya tienen más de un hijo”, apuntó Raúl Stefanazzi.
Cuatro ejes
El proyecto “Somos hermanos” se funda en cuatro ejes temáticos: ordenamiento productivo y sustentable; infraestructura social e intercultural; salud, educación e inclusión deportiva, y fortalecimiento institucional, inclusión y participación indígena.