Fernández recordó cómo se le entregó el 12 de mayo de 1998, ya saneado, el Banco de Santa Fe al grupo comprador. Antes de detenerse en las cifras, citó un párrafo del decreto 1410 del Ejecutivo, que justificaba la privatización. “Era la transformación, reforma o modernización del Estado de los noventa”, mencionó.
Después precisó que se le entregó al Banco General de Negocios (BGN), identificado con los hermanos Rohm, un total de activos por 1014 millones de pesos, pasivos por 954 millones y un patrimonio neto de 60 millones. “Pero el pasivo en un banco -aclaró- es su materia prima; es su razón de ser. Con los pasivos se generan los préstamos.
Entonces, es un pasivo que si se extinguiera, haría desaparecer el Banco”.
La provincia, por su parte, se quedó para la liquidación “sin disponibilidades, prácticamente sin títulos, con la cartera irregular e incobrable que era el 80 por ciento de la cartera de ese entonces, y con los inmuebles y bienes de uso no elegidos para su venta. Además, asumió todo el pasivo contingente proveniente del banco que se vendía”. Según dijo Fernández, de los créditos a cobrar por más de 900 millones de pesos, la provincia logró recuperar apenas alrededor de 120 millones.