El presidente de la Corte Suprema, Horacio Rosatti, instó a reducir la conflictividad judicial
El santafesino convocó a buscar vías alternativas a la judicialización. También abordó la dimensión "emocional" del Derecho, y destacó "tres sentimientos susceptibles de impactar en un texto constitucional: el altruismo, el egoísmo y la envidia".
El presidente de la Corte Suprema, Horacio Rosatti, instó a reducir la conflictividad judicial
El presidente de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, Horacio Rosatti, convocó a los magistrados a "recobrar para el derecho el valor de las emociones y los sentimientos" a la hora de aplicar la ley en las decisiones judiciales. Y a la sociedad toda, a "recuperar la búsqueda de vías alternativas de resolución de controversias", para evitar la judicialización de todos los conflictos.
"Debemos valorar y revalorar el factor emocional y el impacto de las nuevas disciplinas en el acceso al conocimiento y entender que la norma no es sólo texto. Es también pasión, emoción y sentimientos", argumentó el jurista santafesino, en el marco de la ceremonia en la que fue distinguido con el Premio Justicia 2024, otorgado por la Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales (UCES) para reconocer "la idoneidad y trascendencia de los mejores profesionales del derecho".
Del acto, encabezado por el rector de la UCES, Gastón O'Donnell, participó el ministro decano de la Corte, Juan Carlos Maqueda, junto a integrantes del Consejo de la Magistratura, camaristas, jueces y funcionarios judiciales de distintos fueros e instancias.
Pasión y Constitución
Durante su discurso, de tono académico y al que tituló "Pasión y Constitución", Rosatti repasó las ideas clave de distintos pensadores para trazar un recorrido histórico a partir de la moderna concepción basada en el antropocentrismo racionalista, que marcó un quiebre con el dogmatismo medieval. Este hito, sostuvo, implicó la adopción de un nuevo paradigma que se reflejó en diversos campos –desde la astronomía hasta la filosofía, pasando por la política y la religión–, alumbró el constitucionalismo y sentó las bases para los procesos revolucionarios que derivaron en la organización de los Estados en torno a normas y constituciones que inspiraron a buena parte de Occidente.
Este modelo que postulaba un progreso indefinido basado en la razón, dijo Rosatti, entró en crisis a mediados del siglo pasado y "puso en revisión el criterio de que solo a través de la razón podemos acceder al conocimiento".
"Algunos autores comienzan entonces a poner en entredicho, desde distintas disciplinas, la capacidad de la racionalidad llevada al extremo para acceder al conocimiento o, en el caso de los jueces, para llegar a la mejor decisión final", agregó.
Seguidamente, se refirió a su interés en "incorporar factores de emocionalidad a la Constitución" y "cruzarla con determinados sentimientos", entendiéndola ya no "como un documento histórico, nostalgioso" sino "como un contrato social instrumental que, bajo determinadas premisas, está en condiciones de regular la convivencia social hacia el futuro". En todo proceso revolucionario, señaló el presidente de la Corte Suprema de Justicia de la Nación y del Consejo de la Magistratura, "la pasión y las emociones terminan consolidándose en un texto que después empieza a tener vida propia", aunque "a medida que van pasando las generaciones", los jueces que interpretan ese texto "están cada vez más lejos del fenómeno histórico y de las pasiones que generaron ese documento", y las palabras adquieren, en ocasiones, un sentido distinto al que se les pretendió dar al momento de su redacción.
Tres sentimientos
Rosatti destacó tres sentimientos susceptibles de impactar en un texto constitucional: el altruismo, el egoísmo y la envidia. Y, a tres décadas de la reforma constitucional de 1994 –de la que, junto con Maqueda, participó como convencional–, reivindicó el consenso logrado en aquel entonces. "Había enconos, recelos y desconfianzas, sin embargo se dejaron de lado y se pudo lograr un acuerdo, un proyecto común", remarcó. "Tal vez haya sido el último acto de política grande de la Argentina. Más allá de sus contenidos, se reivindica como legado la construcción de ese consenso como una actitud que no desdeñó los sentimientos y las pasiones para lograr una obra colectiva", dijo.
Un nutrido y calificado auditorio participó del acto. Crédito: Prensa Corte Suprema de la Nación
A modo de cierre, instó a recuperar la búsqueda de vías alternativas de resolución de controversias ya que "cada vez más, la conflictividad se proyecta casi automáticamente a la judicialización" y "no hay filtros que permitan resolver los conflictos sin caer en los tribunales". En tanto, consideró que los jueces deben "revalorizar el factor emocional, el impacto de las nuevas disciplinas en el acceso al conocimiento, y entender que la norma no es solo texto sino que atrás hay una historia, un fundamento, que nos interpela en el presente para procurar entenderlo y ver si ese ethos constitucional se mantiene en la actualidad".
"Hay que ver a la Constitución como texto vivo, la norma ordenadora que siempre tiene capacidad, potencia, y reclama vigencia sostenida. La Constitución no es solo texto: es también pasión, emoción y sentimiento", concluyó.