En la Argentina, durante las últimas décadas descendió la tasa de fecundidad y aumentó la esperanza de vida: hace treinta años había 29 personas de 65 años o más por cada 100 personas de 0 a 14 años, y hoy son 53 de 65 años o más por cada 100 de esa misma franja etaria.
El dato puede leerse como un efecto concreto de los avances científicos que posibilitan abordar y mejorar la salud de las personas mayores. Pero también supone un efecto negativo en la tasa de reemplazo generacional y una mayor dependencia económica del adulto mayor.
Mirá tambiénDoble aprobación y plazos perentorios: cómo quiere la oposición poner límites a los DNUAsí lo advirtió el rector de la Universidad Católica Argentina Miguel Ángel Schiavone en la presentación del informe del Observatorio de la Deuda Social en el que aborda los "desafíos y oportunidades en el envejecimiento" y realiza un balance de la última década en la Argentina.
De acuerdo a las conclusiones del estudio, que se hizo en conjunto con la Fundación Navarro Viola, el balance no es positivo.
Si bien el estudio se concentra entre los años 2013 y 2023, las proyecciones a futuro no son auspiciosas. A la luz de la realidad actual con jubilaciones por debajo de la línea de pobreza, una ley de movilidad impulsada en el Congreso Nacional pero vetada por el Ejecutivo, un bono que seguirá congelado y el anuncio de la eliminación de la moratoria previsional para quienes no cuenten con los 30 años de aportes abren un panorama complejo para un sector cada vez más amplio pero aún poco visible de la sociedad.
Mientras tanto, el informe que analiza la evolución de indicadores entre 2013 y 2023, indica que:
- Una de cada 4 personas mayores se encuentra en situación de pobreza multidimensional: es decir, que viven en hogares que presentan dos o más carencias en dimensiones de derechos: alimentación y salud, servicios básicos, vivienda digna, medio ambiente saludable, educación, empleo y seguridad social.
- En materia de capacidades económicas, hay una firme tendencia hacia el aumento de la inseguridad alimentaria que se incrementó en 4.9 puntos porcentuales durante la última década estudiada (2013-2023).
- Hay un deterioro en las condiciones de empleo de las personas mayores que continúan trabajando.
- En el período post pandemia (2022-2023), 3 de cada 10 personas mayores reportaron tener su salud comprometida, es decir, se auto perciben con bastantes problemas de salud y/o enfermedades crónicas o graves. Sin embargo, 7 de cada 10 personas mayores no reportan este déficit.
- Se reporta un gran déficit en la práctica de ejercicio físico (71,1%), aunque las personas de generaciones más jóvenes también presentan un gran porcentaje de déficit de práctica de actividad física (4 de cada 10 la realizan).
- Hay una firme tendencia hacia el aumento del sentimiento de infelicidad que aumentó 4,6 puntos porcentuales en la década estudiada.
- El malestar psicológico (padecer frecuentes síntomas de depresión y ansiedad) es alto pero no aumenta con la edad: tanto en personas mayores de 60 años como de otras generaciones, afecta a aproximadamente 1 de cada 4. (25,1% en personas mayores vs 26,4% en los aún no mayores).
Otra de las conclusiones aporta un dato sumamente interesante: haber tenido mejores oportunidades educativas es un mejor predictor de cómo se vivirá la vejez, con respecto a otros indicadores como la edad cronológica. Además, actúa como una suerte de seguro o factor protector sobre casi todos los déficits estudiados.
Cinco áreas de estudio
El informe se divide en cinco capítulos: Subsistencia económica de los hogares con personas mayores, Hábitat y vivienda, Calidad del empleo; Estado, atención y hábitos de salud, y Bienestar subjetivo.
En cada una de las esferas estudiadas, hay algún indicador que sobresale por su mayor incidencia (proporción de personas mayores con esa carencia): en la esfera de las capacidades económicas es la insuficiencia de ingresos; en cuanto a hábitat y vivienda es el déficit de acceso a servicios; en la esfera de la salud, el déficit en la práctica de ejercicio físico; y en materia de bienestar subjetivo es el déficit de proyectos personales.
Sin embargo, en el tercer ítem analizado, destaca un indicador en particular: la incidencia del subempleo inestable en la población activa, que es alta, aumenta entre personas mayores, afecta algo más a los de 75 años y más, y se cuadriplica en quienes cuentan con menos nivel educativo.
Este último punto es fundamental. En la vejez y en Argentina pesa mucho el nivel educativo alcanzado, especialmente el haber finalizado o no el secundario. Esto es mejor predictor de una buena vejez que la edad cronológica. Y especialmente pesa el nivel socioeconómico. "Frecuentemente las diferencias entre los diferentes niveles y estratos son importantes y en algunos casos, abismales", explica el informe.
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