El presidente del Concejo Municipal de Santa Fe, Leandro González, avaló la construcción de un nuevo frente político, en un contexto donde están en discusión los liderazgos después de la muerte del Miguel Lifschitz, que era "no solo el gran ordenador de la oposición, sino hasta de cómo pararse frente al oficialismo provincial". Enfatizó la idea de que los municipios de Santa Fe y Rosario deben ser preponderantes en el nuevo proceso político y destacó los niveles de convivencia política en la ciudad, más allá de la pertenencia partidaria.
"Entendemos que en este nuevo proceso político hay que generar propuestas, ideas, no juntarse pensando distinto de la A a la Z, porque después sabemos que gobernar es otra historia; pero entendemos que hay un camino de construcción que avalamos desde el radicalismo, apoyamos lo que está haciendo Felipe Michlig", dijo en el programa de televisión "Así Estamos".
El sector del radicalismo al que pertenece González es aliado en la ciudad del intendente Emilio Jatón dentro del Frente Progresista y trabaja articuladamente con los radicales rosarinos donde están María Eugenia Schmuck, el rector de la UNR Franco Bartolacci y, finalmente, con Pablo Javkin.
-La división del Frente Progresista desde 2017, donde una parte del radicalismo se fue a Juntos por el Cambio, también se verificó en la ciudad de Santa Fe. ¿Qué tiene que pasar para que se recupere la unidad opositora?
-Va a estar atado en buena parte al proceso provincial. Si se arma un nuevo frente o un frente de frentes, puede que tenga una correlación en la ciudad de Santa Fe. De todas maneras, eso es materia de diálogo y de trabajo porque no es tampoco tan lineal, hay realidades contrapuestas. En la ciudad hay sectores del radicalismo que son oposición a la gestión municipal, con lo cual va a haber que dialogar mucho para ver si es compatible. En principio, lo que ocurra a nivel provincial va a tener una fuerte injerencia en lo que ocurra a nivel local.
-En las últimas elecciones al oficialismo municipal no le fue bien, salió segundo. ¿Por qué pasó y si eso se revirtió este último año?
-Creo que el Estado municipal y el propio intendente hoy están mucho mejor; hay más volumen de gestión municipal. Obviamente, hay dificultades como las que puede atravesar cualquier nivel del Estado, pero hay indicadores de obra pública, de recuperación de servicios básicos que presta el municipio, que se ve en la calle con obras de bacheo, de iluminación led, con obras que tienen financiamiento provincial y nacional como el Camino Viejo a Esperanza o desagües importantes. Ahí el intendente tuvo la capacidad de gestionar recursos después de aprovechar el tiempo de la pandemia para hacer los proyectos y tener todos los papeles en orden para ir a golpear las puertas cuando terminó y convencer de que hacerlas era un valor. En el medio de una situación de crisis como la que vivimos, con un gobierno nacional muy desgastado, hoy tenemos un gobierno local que tiene un nivel de aceptación para nosotros interesante. Al proceso electoral anterior tuvimos que atravesarlo en un momento de crisis para todos los niveles del Estado y también a veces las nacionalizaciones de las campañas tienen implicancia en las urnas.
-Supongamos que hay un acuerdo provincial. Eso implica armar un frente con socialistas, radicales más cercanos a éstos y otros más cercanos a Juntos por el Cambio y al PRO. ¿Se puede replicar algo así en la ciudad? ¿Sobre qué puntos de coincidencia?
-Es una cuestión para resolver. Creo que los puntos de coincidencia pueden darse a nivel provincial y que impacten en la ciudad de Santa Fe; acuerdos programáticos provinciales que deban respetarse a nivel local porque hay todo un desarrollo de las políticas públicas a nivel local que deben ser respetadas en los procesos provinciales. Por eso también abogamos por la participación, por el desarrollo de la santafesinidad. Gane quien gane la provincia, tiene que estar en un lugar principalísimo lo que necesita la ciudad de Santa Fe. Ese va a ser el desafío. Después, las situaciones personales o políticas y su impacto son todo un desafío para la construcción y no tengo una respuesta de si puede darse o no.
-Hay varios temas sobre los cuales tu sector político, el socialismo y otros del radicalismo piensan totalmente distinto al PRO. ¿Cómo compatibilizar todo eso en un mismo espacio político?
-A través de un programa y reglas de juego. Hay que definir ejes programáticos claros y transformarlos en un frente político. Así se construyó el Frente Progresista, no de un día para otro. Fue un proceso donde primero se perdieron elecciones y después se ganaron, donde había sectores de centro izquierda y de centro derecha. Yo no veo tanta diferencia, más allá de que los actores son otros y los contextos nacionales y provinciales son distintos. Entiendo que hay una situación con un importante nivel de complejidad, pero al menos hay predisposición a dialogar. Después depende de las personas, los partidos y la madurez política sobre si eso se construye o no.
-La última vez que la ciudad de Santa Fe tuvo un gobernador fue hace cuatro mandatos de Jorge Obeid. ¿No es una deuda de la política santafesina no haber generado uno?
-Puede ser, pero no estoy tan seguro. El mejor gobernador de los últimos 30 ó 40 años fue Miguel Lifschitz y era de Rosario. Su gobernación tuvo un impacto en la obra pública muy grande en la ciudad, en el marco de un acuerdo capital que se firmó en 2015. Está claro que hay una tendencia a que haya mayoría de candidatos de Rosario, a lo que tenemos que prestarle atención quienes hacemos política en la ciudad de Santa Fe y también empresarios, entidades, organizaciones; todos tenemos que empujar para que el nivel de protagonismo y de incidencia de la ciudad capital sea cada vez mayor en los presupuestos provinciales, en la disputa política, en la representación de las cámaras empresarias. Muchas veces nos quieren estigmatizar como una ciudad solamente administrativa, que no lo es, y ese tipo de cuestiones solamente se superan con una confluencia importante del sector público con el privado. Esa es una parte del desafío y una materia pendiente para éste y los siguientes procesos electorales.
-En líneas generales hay desazón, bronca e insatisfacción, porque la cuestión económica siempre tiene un impacto muy fuerte, y con los niveles inflacionarios que tiene el país es muy difícil planificar una vida familiar, pensar el futuro. Muchas veces los vecinos nos reclaman por cosas que no son de nuestra competencia, pero que quieren que se solucionen porque somos el primer eslabón del Estado frente a los problemas económicos o de seguridad. En lo personal, y muchos dirigentes lo comparten, tratamos de no vivir la política en blanco y negro, como si todos los días se disputara una final del mundo, porque no tiene que ver con los problemas reales de la gente. Esa disociación es la que lleva al descreimiento y a la búsqueda de otras salidas que no son las tradicionales.
- En Santa Fe no hay los niveles de locura que vemos todos los días en Buenos Aires. Parece haber más predisposición a sentarse para ver cómo se arreglan los problemas, más allá de lo que uno piensa.
-Por eso no digo que la ciudad está blindada, porque sería grandilocuente, pero sí que hay un nivel de convivencia política en el Concejo donde hay expresiones políticas de todo tipo, un nivel de diálogo y búsqueda de acuerdo. Por supuesto que hay discusiones públicas respecto a posicionamientos, pero en los temas centrales hubo acuerdos. Es política, todos tenemos que ceder algo para tener una herramienta. En la ciudad de Santa Fe discutimos con la intención de construir; creo que en eso hay madurez política y predisposición de todos los actores de la sociedad más allá de las diferencias.