“Una mapuche más dentro del pueblo mapuche. Con un sufrimiento muy grande”. Así se define María Isabel Huala, aunque en el común de las conversaciones sea resumida a “la madre de Facundo Jones Huala”.
El Litoral llegó al lugar donde vive la madre del prófugo Facundo Jones Huala, en Bariloche. Su postura ante las acusaciones más fuertes.
“Una mapuche más dentro del pueblo mapuche. Con un sufrimiento muy grande”. Así se define María Isabel Huala, aunque en el común de las conversaciones sea resumida a “la madre de Facundo Jones Huala”.
Parte de su tiempo lo pasa en una vivienda de “su comunidad”, unos 300 metros cuesta arriba sobre el camino viejo hacia Colonia Suiza, al lado del lago moreno.
Huala relató que les resulta imposible insertarse a nuestro “sistema blanco” y aseguró que “como mapuches no encajamos. Siempre quedamos a media. Somos la mano de obra barata. La escoria que dijo Sarmiento y los sobrevivientes de los asesinatos de Roca”. Éste último fue un sicario para ella. En términos históricos aclaró que “se creó una República Argentina sobre el pueblo nación mapuche, le guste a quien le guste y le duela a quien le duela” y agregó que “la campaña del desierto y la pacificación de la araucanía fueron en conjunto similares a lo fue el operativo cóndor”. Con la misma vehemencia explicó que la región internacional que llaman Wallmapu, “se extiende de mar a mar y de norte a sur: del norte del Biobío, La Pampa y partes de Córdoba, Mendoza y Buenos Aires, hasta Santa Cruz”, y aclaró que “la cordillera no nos divide, nos une. Nos dividen las aduanas. Tenemos autoridades y somos mapuches de éste y del otro lado de la cordillera”. Así se justifica parte de su presencia en la región patagónica: “nuestro pueblo nación mapuche tiene acá cerquita 14 mil años de historia”.
Consultada sobre el status cívico, señaló que “somos mapuches, tenemos nuestra nación, espiritualidad y cultura propia” y denunció una supremacía estatal de Chile y Argentina sobre su conjunto nación-territorio. “Antes de que nosotros podamos reconocer a la República Argentina, tienen que reconocer el genocidio que cometieron con los pueblos originarios. No solamente con los mapuches. ¿Cómo pretenden que seamos argentinos si no reconocen nuestra cultura?”.
Sobre las usurpaciones y acciones que llevan adelante algunos de sus pares en la región, Huala indicó que “siempre apostamos al diálogo” pero ya “no somos sumisos”. Ante la violencia que se da con algunos propietarios y manifestaciones del mismo tenor, justificó a quienes lo cometen diciendo que “depende de cada mapuche cómo vivió este trayecto de vida dentro del sistema”, porque muchos vivieron “quitas de tierras, hambre y discriminación”. Cuestionada sobre la dicotomía entre pedir diálogo y aprobar este tipo de actitudes, argumentó que debemos remontar estos mismos episodios hacia 120 años atrás y ver que “pasó lo mismo con nosotros”. Luego de eso declaró que “nosotros existimos. Estábamos de antes. A nosotros nos vinieron a quitar todo, a masacrarnos”. En esa línea relató que a sus ancestros les cortaban los pezones, testículos y tendones como castigo por su condición y que muchos eran pasados a degüello o llevados a la isla Martín García, si no morían tras quitarle los ojos.
“Facundo Jones Huala fue mi primer amor, el que más quiero porque nació primero” dijo entre risas al contar el vínculo con el más famoso de su familia, que está prófugo de la justicia. Pese a expresar que lo ama con toda su alma, confesó que ambos están “divorciados” desde que inició la pandemia por motivos personales y políticos y que hoy no sabe dónde está su hijo mayor. Contó que, cuando pequeño, “le molestaba que hubiera niños que tenían la cara, el pelo y el apellido pero no se reconocían mapuches” por lo que empezó a recorrer distintas comunidades, ver la problemática de cada una y así encontró la “verdadera identidad mapuche”. Sobre todos los hechos violentos posteriores de los cuales es acusado Facundo Jones Huala, su madre aclaró que “no sé si es cierto que hizo todo lo que dicen que hizo” y que en todo caso “fue su reacción, yo lo viví de otra manera”. Sobre el rol que tiene en este conflicto, contó que “alguien me dijo que es el ‘Che’ Guevara de estos tiempos, tal vez lo sea”.
Por todo lo ocurrido y pese a que la entrevistada afirma que su única finalidad es “cuidar y proteger la naturaleza”, se puso sobre la mesa la etiqueta de ‘terroristas’ que muchos les colocan y sostuvo que “tal vez sea terrorista cuando veo desigualdad e injusticia” y por “las palabras que uno dice, porque levanto la voz”.
El futuro de la tierra que reclama no cambiaría si quedaran formalmente sobre su poder. En caso de recibir el título de propiedad “lo guardaría en una carpeta y tuviera una prueba de que es mío”, afirmó. Sobre la posibilidad de que alguien le ofrezca algún negocio inmobiliario aseveró que lo “sacaría con el machete o con el hacha. La tierra, el agua y la espiritualidad no se vende”, aunque ya sufrió ofrecimientos – por ejemplo – para vender agua embotellada o levantar “cabañitas” en el territorio que ella “custodia”.